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Mucho Whatsapp y pocas nueces – Edmundo «Pocho» Leiva

Mucho Whatsapp y pocas nueces – Edmundo «Pocho» Leiva

La mitología griega describe entre sus múltiples personajes a “Narciso”, aquel hermoso joven traicionado por su propio ego y vanidad, que terminó ahogado después de arrojarse a las aguas del lago en el que contemplaba el reflejo de su imagen.  Esto nos da una idea del peligro de la “Autorreferencialidad”, aquel concepto que en casos extremos es descrito por la psicología como el narcisismo patológico, y que no casualmente coincide además con las autoestimas bajas o erróneas.

En tiempos en que la tecnología cambia permanentemente y en que las redes sociales han penetrado rápidamente en la vida de las personas y de las sociedades, y por ende, también de la política, otorgándonos maravillosas oportunidades de comunicación personalizada y también masiva. Parece relevante poder un poco antes, lograr darnos cuenta de las implicancias que nos genera también el mal uso de estas herramientas, reconociendo por cierto que aún no sabemos de qué manera enfrentarnos a ellas.

Para mí, el caso más emblemático de lo anterior es el de los famosos grupos de Watsap. Existen varios instrumentos como estos, en todos los tipos de redes sociales. Pero en el mundo watsapero en especial, se crean ciberespacios que solo aparentan ser privados y en donde todos sus integrantes juegan distintos roles, sin establecer reglas muy claras para interactuar. Llama la atención, como es que poco a poco, estos espacios virtuales, se han ido haciendo cada vez más perfectos para el desarrollo de liderazgos autorreferenciales, lesionando y perjudicando de manera bastante profunda la propia realidad de las organizaciones.

Lo que aquí sucede es que tarde o temprano, los integrantes grupales se terminan transformando en un espejo sobre en el cual, solo ven reflejados sus logros y sus aciertos, reemplazando incluso su propio interés real por la superación y el desarrollo, por aquello que solo estimula el ego colectivo de algunos de sus integrantes más verborreicos, o de sus más cercanos y más leales seguidores personales. Este tipo de personalidades que muchas veces cae en una especie de “mesianismo” que ha terminado por creerse el cuento, considera que solo por si mismos los autorreferentes, podrán abordar todos los problemas de la ciudadanía, pero además, sin la ciudadanía. Es que para ellos no existen dudas, nadie más que ellos, puede ser mejor, no existe otro proyecto que pueda ser capaz de ver o de abordar con efectividad las soluciones a los problemas que afectan a nuestro querido país. Lo lamentable, es que además lo hacen, excluyendo, discriminando, subvalorando a los demás, y por sobre todo aniquilando los objetivos colectivos de su propia causa original.

Para ir erradicando esta visión del watsap, será necesario una vez más intentar entender entonces el liderazgo como un camino de servicio, sobre el cual, solo será un verdadero líder, aquel que sea capaz de salir al encuentro de las necesidades de los demás, pero no solo, sino que necesitado de su equipo, y por sobretodo, valorando los distintos aportes y las diferencias de los miembros que acompañan su causa.

Asi entonces, antes de formar un nuevo grupo o escribir de cualquier cosa, tomémonos un segundo para evaluar si es que este vale la pena o si solamente estamos aportando con información basura a las redes sociales y a la política. Especialmente lo digo por personas como yo, que no nunca se atreven a “abandonar” los grupos.

 

Edmundo “Pocho” Leiva