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Ese desenfrenado afán de ningunear – Ramón Arriagada – Opinión

Ese desenfrenado afán de ningunear – Ramón Arriagada – Opinión

En tiempos de mercantilización de la educación, el estudiar una profesión que posibilite el ejercicio liberal de ella, permite al egresado mirar con mayor seguridad el futuro, pues le facilitará el camino para cancelar la deuda de su paso por la educación superior. Aún más, el estudiar en universidades de élite de la educación superior chilena, permite al profesional agregarle valor a su cartelera de servicios, como garantía de un buen trabajo profesional.

Dentro de esta lógica, hay  disciplinas y especialidades, que luchan por ganarse un espacio en el reconocimiento social, con muchas dificultades, pues los despropósitos respecto a la misión de la Universidad en tiempos de dictadura  y gobiernos sucesivos – ya en democracia – no respetaron su esencia. Las universidades se tornaron profesionalizantes, olvidando su quehacer respecto al  papel protagónico en el desarrollo  de las ciencias y  la tecnología.

Es evidente que dentro de un modelo que giraba alrededor del mercado, aquellas disciplinas inspiradas en las humanidades- en función del ser, no del tener – estuvieran reservadas a una minoría en el espectro social provenientes de sectores, no precisamente preocupados de las vitrinas, los balances, la bolsa y  el lucro, si no  sensibles a la realidad social del país.  Por eso la queja tardía de la derecha,  de  haber dejado las ciencias sociales y la reflexión a sectores, que de acuerdo a su punto de vista, piensan  equivocadamente el  país del  futuro.

Una muestra de esa lejanía e inquina, tal vez de  involuntario  “ninguneo”, lo vimos retratado en el ex ministro de la dictadura, Sergio Melnick, hoy, integrante del panel  “En Buen Chileno”. Dirigiéndose a la invitada del programa, la presidenciable Carolina Goic,  y refiriéndose a sus atributos  para optar y desempeñar un cargo presidencial, le confidenció, “ Yo he escuchado a mucha gente que te descalifica por ser Asistente Social”.

Al día siguiente traté de encontrar alguna reacción, pero al parecer,  nadie reparó en esta afrenta del osado panelista hacia la senadora, que precisamente estudió esa carrera en la Universidad Católica. Por lo demás, la impugnada,  sólo atinó a argumentar desesperadamente, que también debiera valorársele por tener un Magister en economía aplicada  en la misma reputada  Alma Matter. Pensé por  un momento que la senadora iba a poner en apuros al deslenguado panelista e iba a realizar una defensa de su profesión. Si hubiese sido, se habría ganado el apoyo de todos los trabajadores sociales de Chile.

Hay disciplinas universitarias que sufrieron la dureza  del trato militar y sus colaboradores civiles. Clausuradas y estigmatizadas.  Pero en el caso de  Trabajo Social no sólo hubo menosprecio como profesión, sino también una cuota de escarnio, al permitirse  su degradación desde carrera universitaria a disciplina de libre curriculum ,  disponible para instituciones de educación de dudosa calificación.  Lo lamentable para  la profesión de los Asistentes Sociales es no haber recibido  las bondades  de la reparación y justicia,  que si han recibido las pedagogías, cuando los economistas como Melnick, se han percatado a regañadientes, que la base del crecimiento económico es una población instruida.

Tengo la seguridad, que éste Censo, va a  arrojar un resultado, que hará saltar los fusibles de nuestra vergüenza nacional;  la familia chilena avanza en caída libre hacia una dispersión de sus componentes; la familia nuclear ha dejado de ser un valor a preservar.  Habrá que echar mano a nuestras reservas morales. El Trabajo Social deberá volver a jugar su papel en el olvidado trabajo comunitario y sus profesionales dejar de ser considerados por los burócratas,  como amortiguadores de los conflictos individuales.