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Austríacos, yugoslavos y croatas – Ramón Arriagada – Opinión

Austríacos, yugoslavos y croatas – Ramón Arriagada – Opinión

El día 5 de enero de 1917,  los principales diarios de Punta Arenas entregan a sus lectores, los escabrosos momentos  que rodean un hecho de sangre registrado en la calle Roca, al llegar a la esquina donde funcionaban los almacenes Fray Elkan de Punta Arenas (¡).  En el lugar un grupo de unos quince jóvenes,  interrumpieron el paso de  Nicolás Sessa y Juan Liza,  resultando con heridas de gravedad Liza, que obligaron a su traslado urgente al  Hospital de la Caridad.

En un rápido operativo, la policía logró en un primer momento, la detención de los asaltantes, todos muchachos  hijos de conocidas familias eslavas de Punta Arenas.  El diario “El Comercio”, dice no tratarse de una simple paliza, ni asalto si no de un asesinato. Todos los implicados reconocen en los tribunales  haber participado en los luctuosos hechos.  Del grupo agresor, ya se tenían antecedentes, y el corrillo vecinal hablaba de sus actitudes matonescas.

Nuestra fuente, el diario “El Comercio”, no tiene problemas en contar que “el hecho tuvo su origen en la rivalidad existente entre austriacos y yugoeslavos, o sea, entre aquellos que reconocen al emperador de Austria-Hungría y aquellos que protestan reconquistar la independencia y formar una nación independiente con los elementos dispersos de su raza yugoslava” ( 6-1-2017).

El diario protesta por este hecho de sangre, cuando se conoce que el joven croata Juan Liza, por las serias heridas no sobrevivió y falleció al día siguiente de los hechos. Critica a los hechores, enfatizando que se aprovechan de la generosa hospitalidad de Chile, “aquí donde tienen franquicias más liberales que las que nunca han ganado, vengan a tomar este suelo como el campo más propicio para ventilar sus rivalidades y sus rencores”.

En estos días, donde el tema de las migraciones hacia Chile, gana espacios en la información pública, es bueno recordar que todos los procesos de asentamiento de los llegados a un suelo ajeno, con una cultura de la cual distan mucho  en asimilarse  es un camino empinado  y de heridas en el alma.

Proceso doloroso, al cual no estuvo ajeno, la numerosa colonia eslava que llegó a estos territorios australes a finales del siglo XVIII y comienzos del pasado.

El joven muerto, Juan Liza, era un destacado miembro del Centro Croata de Punta Arenas, sus funerales fueron “apoteósicos”; fue velado en los salones del centro  con guardia de honor del Sokol;  acompañaba el funeral  una banda de músicos, para ser despedido en el cementerio por el Presidente del Centro Croata,  Jorge Jordan.  Este hecho, hasta ahora, desconocido y que dice referencia a la difícil tarea de identificar y alinear a los migrantes eslavos con el nacionalismo,  adoptando una posición ideológica, contraria al Imperio Austro –Húngaro que dominaba sus territorios y nacionalidades.

Un periódico de la causa croata, señala  en aquellos años, “Nos llaman austríacos. Efectivamente formamos parte de la monarquía austro-húngara, compuesta de más de diez distintas nacionalidades, que se diferencian entre si por su historia, por su idioma y por sus costumbres”. La historia dice que croatas, serbios, eslovenos  que habitaban los países de  Eslovenia, Dalmacia y las tierras de Bosnia y Herzegovina, estaban bajo un Imperio que diseminaba por el orbe muchos ciudadanos, expulsados políticos y económicos.

Los líderes del nacionalismo eslavo en Punta Arenas, lograron  crear organizaciones  societarias,  para alejar a los migrantes de aquellas asociaciones que rendían pleitesía al emperador;  pronto lograron exhibir en sus actos y desfiles las banderas tricolores con el escudo dálmata, croata, esloveno;  los actos de rebeldía en la patria lejana, eran celebrados jubilosamente con desfiles entonando canciones patrióticas, las columnas enfervorizadas llegaban al final de la calle Errázuriz, “frente al muelle de pasajeros, donde los manifestantes dirigieron sus rostros hacia el norte, donde se levantaba todas las mañanas el sol en la madre patria”, como lo señala en su magnífica obra, “Historia de los Yugoeslavos en Magallanes”, Lucas Bonacic (1946),de lectura obligatoria, para quienes pretendan responsablemente hacer referencia  de los procesos migratorios  y sus actores.