Censo: ¿Porqué en Magallanes vamos a ser cada vez menos? – Ramón Arriagada
Me complace ver como en la edición del lunes de este diario (La Prensa Austral de Punta Arenas), se manifieste la preocupación por la incapacidad de Magallanes de aumentar su población; el editorialista esgrime un dato tan duro, como que nuestra Región es una de las cinco que menos aumentado su población en 15 años. Con respecto a la población nacional el año 92 éramos el 1,07 del total, disminuyendo sucesivamente hasta nuestros días; en el Censo recién realizado somos apenas el 0,9 de los pobladores de Chile.
Pronto vendrán el resto de los datos censales y puedo asegurar de antemano, que será la comprobación de cómo- en cuanto a movimientos migratorios – somos poco atractivos para quienes quieren radicarse, a la vez que expulsamos población. Quienes estamos radicados en Magallanes, tenemos la idea o ilusión que cualquier mejora de nuestra calidad de vida, va haciendo más próspera nuestra sobrevivencia, en territorios donde por factores climáticos y de aislamiento es difícil desenvolverse.
Soy un convencido que pese a los grandes adelantos llegados con la modernidad, en lo sucesivo, estas regiones extremas van perdiendo atractivo para la radicación. Es que el resto de Chile con un mayor grado de desarrollo en el crecimiento de sus economías y empleos, tienen la capacidad de abrir a sus habitantes, más instancias para un buen aprovechamiento del tiempo para el ocio. En momentos donde predominan el hedonismo, el placer, el libre albedrío, las generaciones jóvenes ya no se comprometen en empresas donde el componente central sea la incertidumbre.
Se acabaron los tiempos de cuando el Puerto Libre encandilaba a los funcionarios públicos del Chile pobre de los años 50; para quienes se desempeñaban en el aparato burocrático en la zona central, llegar a Magallanes por pocos años, los justos para llevarse un vehículo y allá reducirlo a una casa habitación, valían la pena por el sacrificio de venir a territorios de apreturas.
Se imaginan ustedes, llegando en nuestros días a un Presidente de la República, como lo hiciera Carlos Ibáñez en mayo de 1956, cuando arribó a Magallanes para declarar la provincia Puerto Libre. En otras palabras ofreciendo franquicias aduaneras para “el auge comercial de otros tiempos”.
Llegaría con sus promesas, en tiempos que la clase media profesional, dejó de ser una clase emergente, cuyos propósitos, ahora, son tener acceso a la satisfacción de necesidades como el conocimiento, el perfeccionamiento; unido a educación de excelencia para sus descendientes y un buen sistema de salud al acercarse los años de la vejez. Además de la cercanía a vivir y convivir con una familia extendida tan común en la zona central de Chile. Esa potencial contribución a la población nuestra es mejor olvidarla.
Definitivamente las leyes de excepción territoriales y tributarias tal como han sido concebidas, hay que eliminarlas de nuestro inventario paradigmático y hortodoxo. No sirvieron para el propósito ideado; generar fuentes de trabajos y radicación de población. Sin lugar a dudas, han sido el peor de los esfuerzos para generar poblamiento en Magallanes en toda su historia. No nos han permitido crecer ni siquiera a la altura del crecimiento vegetativo normal de una población. Si no fuera por la contribución migratoria latinoamericana, estaríamos con la población similar a la del 2002. No puede ser más concluyente.
RAMÓN ARRIAGADA