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Habiendo deseos de cambios sociales, los cambios requieren conducción y cauce político – Gonzalo Bascuñán – Opinión

Habiendo deseos de cambios sociales, los cambios requieren conducción y cauce político – Gonzalo Bascuñán – Opinión

El próximo 29 de julio de 2018 el Partido Radical de Chile vivirá una elección interna que renovará tres de sus estructuras principales: la Directiva Nacional, el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) y los Consejos Regionales. Para estos últimos, los nuevos integrantes se definirán a partir del voto que entregue cada militante a un Presidente regional y otro voto, con 5 preferencias, para consejeros y/o consejeras regionales.

En términos generales, a nivel nacional se enfrentan dos sensibilidades partidarias. Una, de continuidad al mandato vigente, que lidera el Presidente actual y busca su reelección, Co. Ernesto Velasco Rodríguez; y otra, que se propone como alternativa, y que encabeza el Co. Carlos Maldonado Curti.

En regiones la oferta es algo más compleja. En un partido diverso, que posee contradicciones territoriales, era esperable una correlación de esa diversidad en el número de candidaturas a la presidencia. Es decir, sensibilidades propias y específicas de lo local han emergido para esta elección de manera “casi independiente” al apoyo que cada región entregue a una de las dos tendencias nacionales en competencia.

Desde luego, hay regiones que replican la alternativa nacional y presentan dos alternativas a la militancia, es el caso de Antofagasta, Atacama, Coquimbo, Ñuble (región debutante), O´Higgins, Bio Bio, Araucanía, Los Lagos y Aysén. También, existen regiones donde el partido presenta una sola opción a sus bases como sucede en Tarapacá y Maule. Y hay otras, como Arica, Metropolitana, Los Ríos y Magallanes que presentan 3 opciones. Incluso, en Valparaíso se inscribieron 4 alternativas.

Las sensibilidades partidarias se resumen a lo largo del país en 423 candidaturas que, de manera individual y asociada, disputan un padrón nuevo, obtenido en el proceso de refichaje realizado el año anterior, el que habilita un número determinado de militantes para que ejerza su derecho a voto en la elección de julio. En el caso de Magallanes, el padrón equivale al 1,9% del país; y proporcionalmente, se distribuye con un 68% en la provincia de Magallanes, 17% en la de Tierra del Fuego, 14% en Última Esperanza, y el 1% restante corresponde a la provincia Antártica.

Dicho lo anterior ¿qué es lo que está en disputa en esta elección? Obviamente existe una visión amplia de sociedad que es compartida por la militancia radical; de lo contrario no sería un Partido. También es cierto que ocurren diferencias en la forma de trabajar por alcanzar esa visión de sociedad que abre “tendencias” al interior del PR. Tendencias, que además suelen escindirse dependiendo del lugar que ocupa en un momento la militancia respecto del poder instituido (cerca – lejos; influyente – no influyente); de esta manera, emergen posiciones que van desde las más complacientes hasta las de abierta disconformidad. Pero siendo estas disputas de posiciones relativas al interior del partido ¿existirá una disputa de fondo en el radicalismo?

De fondo, habrá que preguntar “para qué” militar en un partido como el Radical. Y como consecuencia de ello, entrará en disputa el objeto partidario, la organización como tal, el aparato institucional y económico a través del cual se desarrolla el “qué”. Es decir, las acciones específicas que le dan sentido al ser Radical.

Esa mirada filosófica, invita también a preguntarse por qué la necesidad de que el país cuente con un ideario radical claro, decidido y creador en las sociedades del siglo XXI. Un ideario, por cierto, que se sustenta en viejas ideas y principios laicos, republicanos y socialistas, pero que vigorizado con acciones nuevas, conscientes y consecuentes a esas ideas, responderán con radicalismo a las necesidades ciudadanas y a los profundos cambios culturales que estamos experimentando.

Habiendo deseos de cambios sociales, los cambios requieren conducción y cauce político, y quienes logren expresar y representar de mejor manera estas proposiciones ante la militancia, ¿no serán acaso las personas que sus iguales escogerán para dirigir; o será, mayor la alienación? El voto es voluntad, es fuerza y dirección. El que lo sabe milita, y el que milita hace algo al respecto.

En esta elección, cada militante radical tiene en su voto el poder para hacer una distinción única y fundamental. Que reconozca, entre las candidaturas existentes, aquellas que marcan una diferencia de innovación, de renovación, de responsabilidad, de unidad, de trabajo serio y motivado por el colectivo, que promueva liderazgos, que diga y haga desde la ética radical, que respete y se haga respetar, que acumule fuerza para continuar más allá de la elección aun no siendo electos. Eso es parte de un proceso de cambio verdadero; pero en definitiva, cada logro se consigue a su tiempo y a su edad.

El país necesita un Partido Radical revitalizado, que se fortalezca desde su patrimonio político altamente valorado por amplios sectores y lo elabore y proyecte de acuerdo a las actuales circunstancias, buscando democratizar y fortalecer la institucionalidad republicana, reencontrando el valor y el sentido de lo público en lo público, y ampliando sin amagues las libertades individuales y colectivas que oprimen el potencial de felicidad y bienestar del pueblo, y de los pueblos de Chile.

Gonzalo Bascuñán Vargas