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Una revolución femenina – Opinión

Una revolución femenina – Opinión

En una sociedad con una cultura tan pesadamente machista y paternalista como la chilena, profundamente tributaria de una religión paternalista y de patrones de conducta conservadores, la rebelión cultural de las mujeres que presenciamos hoy, vendría siendo como otro  inusitado e inesperado “Mayo del 68”, pero en versión del siglo XXI.

Es probable que, inmersos en el presente, no nos demos cuenta completamente, de las dimensiones de los hechos que estamos presenciando o protagonizando.

Son siglos de dominación patriarcal, de machismo abierto y encubierto, de discriminación soterrada y de violencia aceptada, de sometimiento paternalista que se han acumulado y que hoy se sintetizan en un movimiento social y ciudadano disperso y renovador, y que estalla en la superficie mediática de los hechos, manifestando reclamos, demandas y aspiraciones contenidas y silenciadas, en el hogar familiar, en el trabajo, en las aulas escolares y universitarias, en las empresas y directorios corporativos, en las instituciones del Estado, en la vida pública y privada.

Las movilizaciones, convocadas por la Confech y por los centros de alumnos de liceos y colegios, son manifestaciones feministas y transversales que están sucediendo en distintos recintos universitarios y escolares, son encabezadas por mujeres demandando la existencia de protocolos en casos de denuncias de abuso laboral y/o sexual y que se termine con la violencia de género.

La sociedad chilena no resiste ni acepta que femicidios, agresiones, abusos y discriminaciones sean naturalizados, sean considerados como pequeñas humillaciones, o sean mostrados como “casos aislados”: esta es una sociedad machista, paternalista y violenta donde las mujeres se movilizan por la igualdad, la sororidad y la justicia.

Reclaman por una educación no sexista y protestan contra el abuso, la discriminación, el acoso y la violencia de que son víctimas las mujeres, en todos los espacios de la vida pública y privada.

Toda la sociedad y la cultura chilena debemos sentirnos interpelados por estas manifestaciones.

Algunas de las instituciones chilenas tradicionales más machistas y paternalistas como la Iglesia Católica y la Masonería, donde la mujer ocupa y ha ocupado siempre una posición subordinada ¿leerán este movimiento como unas cuantas “manifestaciones callejeras”, que suceden allá afuera de los muros de sus templos y que acaso no las cuestionan e interpelan?

No es solo una demanda feminista, aunque si se trata de una movilización con contenidos feministas, es una intranquila revolución de las mujeres, movilizando a estudiantes, profesionales y trabajadoras que hablan por varios millones de mujeres silenciadas.

Manuel Luis Rodríguez U.