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Culebrones políticos en el anfiteatro del absurdo – Ramón Arriagada – Opinión

Culebrones políticos en el anfiteatro del absurdo – Ramón Arriagada – Opinión

Todos nos sentimos avergonzados con lo sucedido. Hace unas semanas una de mis columnas se titulaba, “La derecha en su laberinto y la difícil tarea de gobernar”. Hacía referencia a cómo de tanto desprestigiar la función pública y la burocracia del Estado, se han quedado dentro de su sector político, escasos de voluntarios para trasladarse desde el sector privado al aparato estatal.

Muchas veces la política no es cuestión de principios sino cuestión de tacto. Partiendo de esta premisa, no entiendo, porqué un sector de la derecha eligió Magallanes como escenario para montar un culebrón de tan baja estofa, como el presenciado la semana pasada. Todo les ha salido, como para creer, que poco o nada le interesa la opinión y voluntad de la gente.

 

El fin de semana, he estado en el epicentro de los poco felices y luctuosos hechos, estuve en Punta Arenas, en medio del tumulto que se preparaba para participar en la zambullida en el estrecho;  más tarde en la Zona Franca, convertido en un lugar para el ocio de los puntarenenses. El “mall” como nuevo concepto de un lugar de reunión de los habitantes; hace tiempo reemplazó a las plazas públicas y parques. Ahí estaba el colectivo de personas, totalmente ausentes a los líos de sus autoridades. La indiferencia de las multitudes es cosa peligrosa en política. Es llegar a la instancia de servirse de los hombres, haciéndoles creer que se les sirve.

Todos nos sentimos avergonzados con lo sucedido. Hace unas semanas una de mis columnas se titulaba, “La derecha en su laberinto y la difícil tarea de gobernar”. Hacía referencia a cómo de tanto desprestigiar la función pública y la burocracia del Estado, se han quedado dentro de su sector político, escasos de voluntarios para trasladarse desde el sector privado al aparato estatal.

Súmele a ello, lo sucedido al intendente Christian Matheson, aventado por carecer de cualidades para tenderle la alfombra triunfante al futuro gobernador regional. Cuestión que al parecer no se lo plantearon como tarea al nominarlo. Más absurdo resulta, cuando no le dicen, quién es el privilegiado, patrocinado y elegido por el poder central. Cuando todo el público asistente en el anfiteatro del absurdo, dirige su mirada a quien se presume ha vendido al gobernante iluso y bien inspirado, el aludido se encoge de hombros, sumiendo en la duda al pueblo que quiere saber quién es el villano de este culebrón político y su tonto  montaje.

“¡Qué gran parlamentario habría sido Judas!”, dijo Tournier en su oportunidad. El ex intendente esperaba ser seguido por muchos de aquellos que él mismo ratificara y apoyara en su puesto de seremi. Sólo dos optaron por seguir a Christian Matheson. Por decir lo menos, decepcionante.

Personalmente en estos de las deslealtades me marcó lo sucedido con Mario Margoni, siendo gobernador de Ultima Esperanza, cuando ante una huelga de pescadores, optó por no enviar la fuerza pública a despejar un camino de acceso a Puerto Natales. Desde su coalición, la Concertación en tiempos de Ricardo Lagos, le hicieron ver que él no tenía derecho a pensar diferente del poder central. “Gente mala del norte” en concomitancia con personajes regionales, como ahora, trajeron un gobernador no natalino, cuyo nombre ya nadie debe recordar, y lo impusieron contra la voluntad de la gente.

En esto de la independencia y autonomía de la política en Magallanes, se había avanzado bastante, no admitiendo la imposición de personajes desde el poder central. En su momento se detuvo el “turismo político”. Cuestión que no han sabido  detener en el resto del territorio nacional. Porque el centralismo se derrota con más democracia y participación desde las regiones.

Esta vez, como nunca, es necesario saber, si los argumentos para cesar en su cargo al intendente Matheson, fueron mentiras, verdades inventadas o simplemente economía de la verdad.