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Muestreos realizados por investigadores del CEQUA advierten incremento en la presencia de la ballena jorobada en aguas de la isla Carlos III

Muestreos realizados por investigadores del CEQUA advierten incremento en la presencia  de la ballena jorobada en aguas de la isla Carlos III

Una positiva noticia registran los muestreos que han sido realizados en la isla Carlos III, ubicada en el Parque Marino Francisco Coloane a unos 128 kilómetros al noroeste de la ciudad de Punta Arenas, y se refiere al notorio incremento de la presencia de la ballena jorobada. Mientras entre los años 1997 y 2001 se documenta los primeros 23 individuos foto-identificados, mediciones más recientes advierten sobre la identificación de 194 animales, estimándose una población de 204 individuos de acuerdo al modelo de captura-recaptura publicada en 2018 en Marine Mammal Science.

Así lo indica el doctor (c) Jorge Acevedo Ramírez, quien comenzó a estudiar la ballena jorobada en el estrecho de Magallanes junto al doctor Anelio Aguayo-Lobo hacia el año 2003, un año después de la creación del actual Centro Regional Fundación CEQUA.

Los estudios sobre esta especie comenzaron hacia 1994 por un grupo de trabajo liderado por Anelio Aguayo-Lobo, que incluyó a jóvenes profesionales que en ese entonces se iniciaban en este tipo de temáticas. El reconocido investigador inició estas acciones con una visión de monitoreo a largo plazo, y que con los años han continuado varios de sus ex alumnos.

El biólogo marino y magíster en Ciencias señaló que desde que se publicó el primer reporte sobre la presencia de ballenas jorobadas en las aguas de la isla Carlos III en el estrecho de Magallanes, en el año 2003, la evolución de esta sub-unidad ha sido positiva, pero manteniendo la reserva de la baja tasa de crecimiento poblacional estimada por el modelo de abundancia. 

El investigador del Laboratorio de Predadores Topes de la Línea de Ecología de los Ecosistemas Acuáticos de Fundación Cequa recordó que la publicación del año 2003 de los investigadores Jorge Gibbons y Juan Capella dio cuenta de 23 animales foto-identificados entre los años 1997 y 2001. “Actualmente, el número de animales foto-identificados mantenidos por nosotros asciende a 194 únicos individuos, el cual debe ser considerado como un valor mínimo debido a las complejidades logísticas propias que conllevan los estudios sobre especies marinas altamente móviles, aunado con la dificultad logística de llegar y operar en el área misma que son modelados en primera y última instancia por el imperante clima que caracteriza a la región. A ello, se debe aunar también el catálogo de foto-identificación que mantiene WhaleSound (empresa dedicada a la investigación y al turismo de intereses especiales) desde el año 1997 a la fecha, los cuales sin duda contendrán un set de fotografías de animales no observados por nosotros. Así, desde esta perspectiva, indudablemente la evolución de la especie desde que fue reportada nuevamente ya hace 22 años atrás, es buena”, explicó.

A su juicio, el incremento experimentado por la población del Pacífico Sur Oriental y, por lo tanto, su presencia en Magallanes, se debe principalmente a la moratoria de las capturas comerciales, y, por supuesto al esfuerzo de protección y conservación implementado en varios países donde la ballena jorobada se distribuye, incluyendo Chile.

El avistamiento de mamíferos marinos y principalmente los grandes cetáceos comenzó en 1994 con el grupo biología marina, creado por Anelio Aguayo-Lobo, y que lo integraban Paola Acuña, Carlos Olavarría y Rolando Bernal. Era un proyecto Inach de los antiguos programas de continuidad en investigación. A partir de estos registros surgió la idea de Anelio Aguayo-Lobo de dar forma a un catálogo de foto-identificación y toma de biopsias de piel para los primeros estudios genéticos de esta especie en Chile. Posteriormente se sumó Jorge Acevedo, en el año 1998, y comenzó sus estudios en cetáceos, específicamente en ballenas, cuando viajaba por barco a las islas Shetland del Sur, Antártica, en el marco de un proyecto en lobos finos antárticos de Cabo Shirreff, isla Livingston. 

La situación de las ballenas en el mundo ha ido cambiando. Según recuerda Jorge Acevedo, las poblaciones de ballenas fueron objeto de una intensa captura comercial, actividad que diezmó a muchas de las poblaciones de grandes ballenas a nivel mundial, con excepción de la ballena Minke que no era objeto de gran interés por su pequeño tamaño. 

Desde el cese de la caza comercial establecida para algunas especies de ballenas (incluyendo a la jorobada) en la década del ‘60 y la moratoria definitiva de captura comercial en la década del ‘80, muchas de estas poblaciones se están recuperando. En relación a la ballena jorobada, actualmente su estatus de clasificación por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) es de Preocupación Menor debido a su tendencia de recuperación positiva. En Chile, su estado de amenaza es de Vulnerable de acuerdo con el Inventario Nacional de Especies de Chile del Ministerio del Medio Ambiente.

Las ballenas jorobadas que migran a las aguas de nuestra región están presentes durante los meses de verano y otoño en las aguas de la porción centro-occidental del estrecho de Magallanes, particularmente en el Área Marina y Costera Protegida Francisco Coloane. 

A pesar de los indicadores positivos en cuanto a la presencia de la especie en Magallanes, el investigador que en la actualidad cursa sus estudios de doctorado en Ciencias Marinas y Costeras en la Universidad Autónoma de Baja California Sur (UABCS), La Paz, México aclara que actualmente los principales problemas sobre las especies de ballenas incluyendo a la jorobada, es la contaminación química que afecta las funciones de órganos y los hace más susceptibles a enfermedades, contaminación sonora debido al aumento del tráfico naviero, sobreexplotación de las fuentes presas por la pesquería, entre otros.