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No es que no entiendan -Juno Poulos – Opiniones

No es que no entiendan -Juno Poulos – Opiniones

Conocen no sé a quién, o sus papis – naturales o políticos – les meten por la ventana. Saben, perfectamente, que no llegaron ahí por su talento o profesionalismo, sino básicamente por su capacidad de hacer, sin vergüenza alguna, todo lo necesario para alcanzar el poder. Saben también aprovechar la oportunidad de acumularlo, y de enredar la cadena productiva de modo tal que todo sucumba si ellos caen.

Es gente egoísta, que no sabe hacer lo que hace, y toma decisiones incompletas, a veces estúpidas, muchas veces lentas porque se demoran en descubrir cómo disimular tanta ignorancia y desprecio social. No les gustan los periodistas y, si se relacionan con ellos, es para que difundan lo que quieren decir, sin responder preguntas. No llaman especialistas, o les llaman y no les escuchan, o les escuchan pero para aprovechar de pedirles que no se lo digan a nadie más; que por el orden público y el objetivo perseguido vale la pena guardar silencio, mientras se esfuerzan por hacer una buena gestión del problema. Y en el trayecto, los especialistas se van dando cuenta de tanta incompetencia y mala intención, y se retiran, y la asesoría se va extinguiendo porque nació muerta. O comienzan a denunciar públicamente con impotencia, como sucede cuando se percatan de que, simplemente, arreglando una ventana a tiempo, hubieran evitado que se cuele el tornado más terrible hacia el interior, destruyendo toda la casa y matando a sus habitantes.

Demoran las decisiones también porque están calculando. Y tanto cálculo tarda y retarda. Sobre todo si se calculan números, porque valores y principios éticos se suman y restan rápido cuando una pandemia acecha. Ante la posibilidad de evaluar la amenaza y poner de inmediato el coto que menos duela, preparando una cartera de iniciativas y recursos extraordinarios de todo origen para apoyar económicamente a quienes una cuarentena destroza sus capacidades de manutención, escogen maquillar los números para no seguir perdiendo el exiguo capital político que les queda.

Mientras eso sucede, algunos privilegiados nos encerramos en nuestras casas, adoptando nuevas maneras de protegernos – unas dolorosas, como el distanciamiento total con nuestros seres más amados. Y mientras trabajamos, seguimos de cerca lo que está sucediendo, sin poder hacer más que angustiarnos por la oscura proyección de la crisis, y la absoluta ausencia de cordura, no sólo de quienes dirigen el país, sino también de los irresponsables que vulneran las medidas de seguridad frente a la pandemia, y de los desesperados que arrastran la debacle desde tiempos anteriores al estallido social, y salen a las calles a manifestarse aun a costa de poner en riesgo todo esfuerzo de prevención.

Parece urgente un fuerte golpe político en la mesa, menos dañino que esperar la inminente explosión ciudadana, y no se me ocurre mejor cocina institucional para darlo que no sea el Parlamento, donde la oposición por fin se una contra el enemigo poderoso de Chile, que no es el pueblo sino el Gobierno. Y ponga de rodillas al Ejecutivo frente a la obligación de construir, rápidamente, una estrategia única, radical, económicamente equitativa y generosa, científica, participativa y transparente, a cambio de volver a aprobar uno solo de sus proyectos de ley o, si es preciso, de evitar su destitución. Porque el Congreso también es un poder del Estado, y emitiendo declaraciones en los medios y redes sociales no se ejerce en plenitud. Además, porque pretendían administrar Chile ¿no? Ya pues. Siguen teniendo una enorme responsabilidad política. Máxime cuando tienen en frente a un grupo de ignorantes que, no es que no entiendan, sino que están haciendo todo lo posible por salvar sus propios pellejos, mientras esos marchantes que les tenían con apenas un 6% de aprobación, se van yendo al carajo.

Juno Poulos.

29 de marzo de 2020.