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Hasta que llegamos al 10% – José Ruiz Santana – Opinión

Hasta que llegamos al 10% – José Ruiz Santana – Opinión

 

Desde el comienzo de la pandemia del COVID-19, hemos visto un gobierno actuando con soberbia, con indolencia, un gobierno insensible, errático, mezquino y sin capacidad de entregar respuestas oportunas a la terrible condición que afecta a miles de familias. Un gobierno que ha leído muy mal, y siempre tarde, las necesidades y demandas de la gente.
Un gobierno que repetía en forma majadera que se había preparado desde el mes de Enero para enfrentar esta pandemia y sus consecuencias. Un gobierno con un Presidente que manifestaba que estábamos mejor preparados que Italia, un gobierno que diariamente comenzaba su informe de salud con las cifras de otros países, como dando a entender lo bien que se estaba controlando la pandemia en Chile.
Un gobierno sin capacidad de escuchar ni de dialogar.
A las graves consecuencias sanitarias de la Pandemia con cientos de miles de contagiados, con miles de fallecidos, con funcionarios de la salud dando lo máximo de sus capacidades y conocimientos, se unió rápidamente, y como era esperable, una crisis social y económica de insospechadas consecuencias para muchas familias chilenas.
Las medidas implementadas, tanto las sanitarias como las de apoyo social y económico, fueron siempre tardías e insuficientes.
En estos cuatro meses de pandemia el gobierno se ha mostrado más preocupado de proteger la economía y los intereses de unos pocos empresarios en lugar de cumplir con su rol de garantizar seguridad, bienestar y dignidad para los chilenos y chilenas.
Medidas como la suspensión de clases que fue implementada por la presión de los alcaldes y alcaldesas, cuarentenas decretadas en forma tardía, una lenta entrega de cajas de alimentos que se materializa muchos días después del anuncio presidencial, una Ley de Protección del empleo que protege más a los empresarios que a los trabajadores que deben usar sus propios recursos del Seguro de Cesantía, un Ingreso Familiar de Emergencia I en tres cuotas decrecientes, absolutamente insuficiente y mezquino a pesar de las sugerencias de la oposición para entregar un Renta Básica Universal, créditos burocráticos para las pequeñas y medianas empresas, un Ingreso Familiar de Emergencia II mejorado gracias a un acuerdo con algunos partidos de la oposición.
Ayudas importantes sin duda, pero no lo suficiente para paliar las necesidades de los grupos más pobres de nuestro país y las necesidades que comenzaban a asomar de una clase media que cada día se ve más angustiada por la cesantía, por no poder pagar el crédito hipotecario, el arriendo de la casa, o el arancel del hijo o hija que estudia en alguna universidad y debe empezar a vender sus bienes, su casa o el auto y nos damos cuenta que no hay un estado solidario que cuide y proteja a sus hijos e hijas.
Así van ya largos cuatro meses de pandemia, cuatro meses de angustias, cuatro meses en que se entregan números, gráficos, estadísticas, cuatro meses en que sectores políticos de este país no entienden lo que pasa, no entienden que tras esos fríos números y gráficos hay caras, familias, nombres de compatriotas nuestros que lo pasan mal.
Tal vez no entienden porque nunca han sentido el olor a necesidad, nunca han sentido el olor a pobreza.
Al cabo de estos cuatro meses la gente se cansó de esperar el apoyo de un estado solidario, de un estado empático y como siempre le decían que se rascara con sus propias uñas, comenzó a pedir lo que es suyo: un porcentaje de su dinero que administran las AFP. Si antes tuvo que recurrir a su seguro de cesantía porque hoy no podía recurrir al dinero que tiene en las AFP? Y empezó a tomar forma la petición. Se presenta un proyecto de ley de Reforma constitucional para poder retirar hasta un 10% de ese dinero, iniciativa que por supuesto no agrada en absoluto al Gobierno que comienza una férrea defensa de las AFP llegando incluso a presentar un nuevo paquete de medidas para apoyar a la gente, medidas que siguen la tónica de las anteriores, pues no son lo suficientemente robustas como la gente necesita.
Aquí es bueno decir que Chile no es un país pobre, tal vez somos un país empobrecido por la avaricia de unos pocos, la mezquindad de muchos y el egoísmo de otros tantos.
Pero había un inconveniente. Era una Reforma Constitucional que requería un quorum de 2/3 en la cámara de Diputados para que se apruebe la idea de legislar. Eran necesarios 93 votos, era necesario que 93 diputados o diputadas dieran su voto favorable. Y empezó a ocurrir lo que muchos no imaginaban pero en su fuero íntimo deseaban, que parlamentarios de la propia coalición de gobierno se manifestaran dispuestos a apoyar la iniciativa. Parlamentarios y parlamentarias que ven como su gobierno sigue sin entender y continúa actuando con la misma soberbia con la que trató de controlar la pandemia y no pudo. Y la idea de legislar fue aprobada con 95 votos a favor, misma cantidad de votos que hizo posible su aprobación en particular en la Cámara de Diputados y que ahora se vaya al Senado.
Sin embargo vuelven los cacerolazos y las manifestaciones y no por casualidad, es que el gobierno no está viendo la magnitud del problema.
La gente ya se aburrió de escuchar que todo aquello que los pueda beneficiar sea “inconstitucional”. Asi fue con el proyecto de pago de servicios básicos, que fue vetado por el Presidente, o con el proyecto del Post Natal de Emergencia que lo iban a llevar al Tribunal Constitucional pero que afortunadamente, gracias a un acuerdo con la oposición, fue reemplazado por la “Licencia COVID”.
En la situación de hoy ya no sólo hablamos de dinero, hablamos de dignidad, hablamos de justicia social, hablamos de gente que pasa hambre. Habrá algo más indigno que estar cesante y no tener que comer?
Asi llegamos al final del primer tiempo del 10% con la gente ganando por un estrecho marcador. Primer tiempo con mucha presión y amenazas sobre los Diputados y Diputadas, algunos y algunas incluso pasadas al Tribunal Supremo de su partido.
Falta el Segundo tiempo a jugarse la próxima semana en el Senado. Esperamos que los Honorables soporten las presiones y la gente pueda ganar el partido, porque las encuestas ya no están a favor, las campañas del terror ya no están dando buenos resultados, los poderes fácticos ya no influyen tanto.
Ya no hay espacio para la indolencia, ni para la soberbia. Porque como ya dije no se trata solo de dinero, se trata de dignidad y de justicia social y cualquier propuesta que no responda a eso no tendrá lugar.
Esa es mi opinión. Y como seguimos estando en pandemia les reitero que nos cuidemos, que sigamos en nuestra cuarentena voluntaria los que puedan, que sigamos usando mascarilla, que sigamos manteniendo la distancia física, que sigamos con nuestro lavado de manos las veces que sea necesario. Cuidarnos también nuestra responsabilidad. Cuidarnos es necesario para que pronto volvamos a encontrarnos y podamos trabajar, más unidos que nunca, por un Chile con una nueva Constitución que garantice seguridad social para todos y todas, un Chile con autoridades que quieran, que cuiden y que protejan a su gente, un Chile con justicia social, un Chile donde la dignidad sea costumbre.

José Ruiz Santana
Ex Gobernador
Provincia U. Esperanza.