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Llegó el tiempo de la competencia que dirime – Víctor Maldonado – Opinión

Llegó el tiempo de la competencia que dirime – Víctor Maldonado – Opinión


 
 
Las negociaciones para concretar pactos electorales se encuentran entre los procesos más tensionantes que experimentan los partidos. Incluyen a candidaturas de todo el país y, como siempre hay más candidatos que cupos, es una historia de sacrificios asumidos, lo cual no tiene nada de agradable.
 
Lo que parece como un proceso burocrático de inscripción de candidaturas, en realidad se fragmenta en miles de experiencias humanas frustrantes o satisfactorias. Empezada la competencia esta etapa, tan intensa, esperable por todos, pero ahora se vive en toda su intensidad.
 
Vale la pena, sin embargo, hacerse una idea de que efectos son los más importantes tras el modo en que se concretó la inscripción de candidatos. En este sentido, se puede decir que, en la centroizquierda, el resultado manifiesto es el mayor equilibrio entre sus principales actores.
 
DC, PRO y Ciudadanos presentaron una lista conjunta a concejales, lo mismo que el PS y PPD, mientras el PR decidió mantenerse en solitario. En la inscripción de candidaturas se exhibieron tensiones por disputas específicas en algunas comunas, pero lo que queda es que fueron procesadas también. Como se sabe, hasta los desacuerdos se pueden acordar. Al menos se pueden circunscribir sus efectos.
 
Algunos consideran que los pactos electorales no se relacionan con políticas de mayor proyección, puesto que lo determinan una confluencia de intereses inmediatos. Sin embargo, las relaciones humanas en momentos de alta tensión acerca o aleja más de lo común a las personas.
 
Lo que queda claro es que estos pactos iniciales se han consolidado en un espacio de tiempo bastante breve. Por lo demás, habrá que acostumbrarse a que un conjunto de acontecimientos, que antes demoraba largos periodos en madurar, ahora se aceleran de manera inusitada.
 
No deja de parecer que este es una muestra de vitalidad y de adaptación a las nuevas condiciones. En realidad, el signo de los meses que siguen es el de la competencia entre actores colegiados que, en el papel, parecen equipararse en fuerza y posibilidades de triunfo. En efecto, las condiciones iniciales son parejas. Lo que determine el resultado de todo un año será el mejor o peor desempeño político de los principales liderazgos.
 
El hecho de que la competencia se dé regulada no le quita nada de su fuerza y de la profundidad de sus efectos. ¿A qué se deberá el resultado final? Principalmente a tres factores coaligados: la presencia territorial, la calidad de la conducción política y la doble capacidad de dialogar y de afrontar desafíos electorales que van escalando en importancia, a medida que trascurre el año.
 
Puede que los sufren de una falta de prestigio, pero tienen presencia en la mayor parte del país. Esto es algo que no se improvisa ni es un factor del que se pueda prescindir, por mucho que importe las comunicaciones. Mantener la coherencia en las acciones y tener una conducta identificable para amigos y adversarios es el factor decisivo. Además, la política se en una combinación de diálogo y fuerza combinada. Llegó el tiempo de la competencia que dirime.