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Un Chile libre y democrático – Ernesto Sepúlveda – Opinión

Un Chile libre y democrático – Ernesto Sepúlveda – Opinión

Esta semana, en una seguidilla de declaraciones, líderes históricos del socialismo chileno, criticaron fuertemente a la cúpula del Partido comunista, y a su candidato presidencial. Discusiones que convengamos, no les importan mucho a los ciudadanos comunes y silvestres. Aun así, la discusión ha ido escalando. La crítica, ha sido contundente, por el veto que impidió a la oposición, concurrir unida, a una única primaria presidencial. Eso impedirá concurrir a primera vuelta a toda la oposición con un único candidato, con el evidente alborozo y cuentas alegres en la derecha.  El aspecto central, de lo que se comienza a discutir, entre líneas, es el proyecto político, el modelo de sociedad al que aspiran los candidatos. Y ese tema, sí que nos concierne y nos interesa a todos. Es una discusión donde los partidos que proponen candidatos presidenciales, deben hacer de cara a la sociedad.

                            En este plano, existen verdades que son evidentes, pero no por evidentes, son conocidas por todos. El valor de la libertad, el respeto a los DDHH, la diversidad como característica esencial, del sistema democrático, son valores característicos de la formación de los socialistas chilenos. Y fueron valores que el presidente Allende, los tuvo clarísimos, en su vía chilena al socialismo. En cambio, el partido comunista chileno, pese a la caída del muro, y a la disolución de la Unión Soviética, sigue reivindicando el modelo de sociedad que allá se impuso. Como lo advertía, el histórico dirigente del PS Camilo Escalona, la subordinación del partido comunista fue absoluta a los designios de Moscú.  Y como él, existieron otros partidos, e incluso gobiernos títeres, a la cabeza de los “socialismos reales”. Regímenes de partido único, donde se persiguió cruelmente a la disidencia. Se envió a campos de trabajo o Gulags, a los disidentes. Mientras en Europa, el partido comunista italiano, el más poderoso del mundo occidental, hacía su proceso de discusión crítica, y su refundación, como un partido que se propuso competir en el sistema democrático. En Chile, el partido homónimo, siguió aferrado a las mismas tácticas y estrategias de la guerra fría.  Jamás esbozó una autocrítica por haber avalado regímenes autocráticos y sanguinarios, así como hoy calla las violaciones a los DDHH en Venezuela.

                               Es por lo anterior, que los planteamientos de altos dirigentes socialistas, defendiendo la identidad del socialismo chileno, libertario y democrático, no ha podido ni podrá ser contrastado por el centenario partido comunista. Simple y sencillamente, porque poner en discusión esta materia, los llevaría a la fragmentación. Lamentablemente, quienes proponen al popular alcalde como presidente, siguen operando bajo la premisa del control absoluto por parte de la cúpula. La ausencia de discusión, de libre deliberación, impide a ese partido y a su candidato, hablar con honestidad al país.

                               Estamos próximos a la realización de una mini primaria, entre los dos varones candidatos del polo mas extremo de la izquierda chilena. Con mas interrogantes que certidumbres, los electores convocados, tendrán que optar entre el discurso sesentero del candidato comunista, y el discurso menos agresivo, pero con menos llegada popular, del joven candidato del FA.  Una contienda desigual, nuestro magallánico Gabriel Boric, enfrenta a una aceitada maquinaria, que opera en todas las comunas del país. Mas que a una militancia, Gabriel, se enfrenta a una nueva fe pagana. Decenas de miles de personas repitiendo, sin pausa, las máximas y dictámenes, del mando supremo.  Sería irrisorio, si no fuese dramático. Los mismos que hace no mucho, pactaron con la centro izquierda, y se beneficiaron con cuotas de poder, cargos parlamentarios, cargos ministeriales, y demases; hoy se alzan como catones marxistas de la moral. Reparten a un lado vetos, y al otro, autorizaciones, y certificados de “No neoliberal”. En ausencia de toda discusión o deliberación democrática, paulatinamente el PC de Chile, deja de ser un partido, para convertirse en una derivación farisaica, de lo que otros hombres y mujeres, pensaron y concibieron para la sociedad de hace un siglo.

                                            Esperando que se abra un proceso de debate libre y democrático en el seno del partido centenario de la izquierda de Chile, para que sus propuestas compitan con honestidad y transparencia, para gobernar una sociedad libre y diversa.

Ernesto Sepúlveda Tornero.