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Prometer lo máximo, cumplir lo mínimo | Víctor Maldonado | Opinión

Prometer lo máximo, cumplir lo mínimo | Víctor Maldonado | Opinión


 
 
Un político serio utiliza argumentos para sostener sus propuestas. Nunca contamina el tratamiento de los problemas que más preocupan a la ciudadanía con la farándula o las imágenes de mal gusto. Lo hace por respeto a todos y a la política, pero esto no es algo que le resulta natural a Francisco Chahuán.
 
El presidente de RN pasa la frontera entre lo serio y lo insustancial casi sin darse cuenta. Advierte su error cuando la reacción en contra atraviesa las banderías políticas, como ocurrió en el episodio de la guitarra en su visita a La Moneda.
 
El efecto que provoca con sus ocurrencias es devastador y contradictorio con el discurso de su partido. En materia de seguridad, como repite Chahuán, “no queremos salir en la foto simplemente, sino que queremos un compromiso serio y responsable”. Lo dice el mismo que se hace fotografiar en actitud de humorista de lo obvio en la sede de gobierno.
 
El senador no ha reconocido su falta, argumentando que, en paralelo, sí ha cumplido con su rol como “garante de la ciudadanía en un acuerdo de seguridad”, pero esto es dudoso.
 
La idea de RN es ser contraparte obligada en las materias de primera prioridad para la opinión pública. No obstante, estas materias no se amoldan a este objetivo. Los acuerdos nacionales requieren la participación de una amplia variedad de actores. Es difícil esperar que el gran público distinga, en un grupo numeroso, a los personajes clave en un acuerdo con el gobierno.
 
Chahuán busca ganar la imagen de conductor preeminente de la oposición, pero la incidencia real parece estar en manos gremialistas. Si no fuera la UDI quien tiene la decisión final, no se entendería que el presidente de RN tuviera que advertir que “si los compromisos no se cumplen, nosotros vamos a pasar a la irrelevancia”. Algo que no tendría sentido si la decisión estuviera en sus manos.
 
Son los actores más duros los que están dirigiendo las acciones en la derecha. Al estar mal conducidos, los moderados no imponen su ritmo y las decisiones se les escapan. Como ocurre en la negociación constitucional, a lo que se dedican es a calificar las acciones de los demás, no a resolver.
 
No hay manera de que alargar las negociaciones hasta el límite sea un escenario en el que los sectores moderados se impongan. Los aperturistas van consolidando las coincidencias apenas se identifican, buscando profundizar acuerdos, lo contrario de tensionar el ambiente con rodeos interminables.
 
La idea de que es el gobierno y la centroizquierda quienes han puesto las dificultades mayores no se sostiene. De ser así, la ministra del Interior no hubiera visto como posible el cierre de la negociación en septiembre.  También se puede señalar modificaciones de su posición original por parte del oficialismo, mientras no se pueden señalar un ejemplo similar por parte de la derecha.
 
Esta situación es inocultable. A estas alturas, es la UDI la que -en coincidencia con la Sofofa- se permite insistir en que sea el Parlamento quien reforme por trozos la Constitución, en vez de cumplir con su compromiso. Tienen plena conciencia de que están administrando el proceso. Así estamos: los que se comprometieron con lo máximo, buscarán cumplir con lo mínimo.