El paseo de calle Bories | Punta Arenas en los años sesenta | Manuel Luis Rodríguez

Todos los liceos de la ciudad de Punta Arenas salían a las 12,30 horas de las clases en su jornada matinal. Entonces, cientos de bulliciosos estudiantes realizaban el paseo diario más importante del día. Recorrían las dos cuadras por calle Bories, entre avenida Colón y plaza Muñoz Gamero, para observarse y mirarse mutuamente, flirtear unos con otros, en un alegre juego de seducción y de coqueteo social y colectivo.

El paseo de calle Bories era un ritual casi obligatorio para todos los adolescentes que querían «ver y hacerse ver», en el lugar más concurrido de la ciudad. Si conseguías que una de ellas te mirara y te sonriera a la pasada, en la siguiente vuelta podías acercarte e iniciar una conversación.

Estamos en 1966 o 1968.

Cientos de estudiantes del Liceo de Hombres, Liceo de Niñas, Instituto Comercial, Escuela Técnica Femenina, María Auxiliadora y San José -con sus uniformes azules y camisas o blusas blancas- hacían todos los días, de lunes a viernes el sagrado e imperdible recorrido, llevando bajo el brazo sus libros y cuadernos. Se lograba identificar de qué liceo era cada uno, según la insignia del colegio que portaba en su uniforme.

Era la época rebelde de la moda de la minifalda y de las corbatas angostas, y la exhibición mutua permitía conocer y reconocer a la chica más hermosa y al chico más guapo. Los y las estudiantes paseaban en grupos. Algunas jovencitas osadas se paseaban de la mano con su más reciente pololo, mientras los más atrevidos se permitían sacarse la corbata y caminar por Bories con la camisa abierta.

Las micros y «liebres» -pequeños buses de transporte público- pasaban todos por calle Bories, el tráfico se hacía cada vez más intenso y no existían todavía los semáforos: Punta Arenas crecía y tenía cada vez más automóviles gracias al Puerto Libre.

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