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La democracia, necesita que la cuidemos, la respetemos y ampliemos. Solo con más y mejor democracia podremos avanzar con unidad | Jessica Bengoa | Opinión

La democracia, necesita que la cuidemos, la respetemos y ampliemos. Solo con más y mejor democracia podremos avanzar con unidad | Jessica Bengoa | Opinión

La democracia siempre es una oportunidad y la capacidad de un país de abordar sus crisis a través de elecciones y distintos mecanismos de participación ciudadana,  es indicador de una democracia saludable.

En la historia reciente de nuestro país, a pesar de las evidentes convulsiones, hemos conseguido grandes cosas por medio de la vía democrática y la participación ciudadana: se abrió un proceso constituyente para buscar una respuesta a la crisis política y social más grande de las últimas décadas. Se eligió un órgano redactor que en su composición nos mostró con claridad un descontento hacia la clase política tradicional dando lugar a una presencia histórica de una amalgama de intereses que habían sido excluidos de la deliberación política. Y cuando la ciudadanía manifestó mediante el voto no estar de acuerdo con el proceso deliberativo que dio forma a la propuesta de constitución, fue rechazada por una mayoría que en muchos casos creyó en una alternativa mejor. Al margen de los resultados, que según el caso pueden gustarnos o no, lo cierto es que en cada una de esas instancias fueron los procesos democráticos, en sus  diversas formas, los que permitieron al pueblo de Chile expresar su voluntad soberana y obligaron a la institucionalidad a adaptarse, tomar acciones y mover sus piezas en la dirección que indicaba ese termómetro (o brújula) social.

Por eso la democracia, necesita que la cuidemos, la respetemos y ampliemos. Solo con más y mejor democracia podremos avanzar con unidad.

Este segundo proceso constituyente ha sido objeto de numerosas críticas y probablemente  la principal de ellas es que se estrechó considerablemente el marco de acción y la autonomía del proceso, como una forma de asegurar principios de estabilidad y unidad. Legítimamente la desconfianza vuelve a rondar entre muchos sectores, aún cuando instituciones académicas con reconocimiento internacional como la Universidad de Chile y la Universidad Católica coordinarán los mecanismos de participación ciudadana que darán origen a las iniciativas populares de norma, pero creo que es justamente ahí, cuando con mayor fuerza todavía tenemos que asumir la responsabilidad de disputar cada espacio posible para defender un proyecto de país distinto. Hoy muchos sectores desencantados han optado por desconocer el proceso actual y por lo tanto, no hacerse parte; pero creo que es en este punto donde es importante diferir. Cuando el proceso está en marcha no podemos permitirnos quedar fuera, pues tenemos el deber cívico y moral de entrar a la conversación sobre el proyecto país, llevando las voces que confían en que una sociedad más justa, democrática y participativa es posible.

Esta responsabilidad se vuelve aun más grande cuando se busca representar a una región extrema como la nuestra, porque sabemos muy bien que nuestra realidad no es la misma que la del resto del país y eso hace que nuestra voz, nuestras necesidades, nuestra mirada de territorio se vuelvan indelegables.

Tenemos, a través de este proceso, una segunda oportunidad democrática para avanzar en conquistas sociales, ojalá aprendiendo de las experiencias pasadas, y defender un modelo de país (y de vida) que brinde a todas las personas las mismas posibilidades de desarrollarse, indistintamente su origen o ubicación en el mapa. Por eso decido estar y llevar mi voz de mujer magallánica trabajadora a ser parte de de esta discusión.

Las demandas sociales no resueltas siguen ahí como una herida abierta que no hemos sido capaces de atender. Mientras sea así, vamos a seguir buscando y disputando cada espacio para hacer la diferencia.