contadores web

Argentina y la expansión de la crisis | Andrés Solimano

Argentina y la expansión de la crisis | Andrés Solimano

Para comprender mejor la situación económica actual de Argentina, que con las medidas del gobierno de Javier Milei es cada vez más compleja, te presentamos un extracto del capítulo 8 de Una historia de grandes recesiones y crisis en el capitalismo: 1914-2019 de Andrés Solimano, que habla de las principales crisis económicas y sus causas en la historia reciente de Argentina.

«En 1999 la economía entró en un nuevo ciclo recesivo que tensionó la caja de convertibilidad, la que eventualmente colapsó en 2001. A esto le siguió una depreciación monetaria y una gran crisis financiera, ya que los bancos comerciales no podían honrar sus depósitos en términos de la nueva paridad cambiaria.»

La década de 1970 fue difícil para Argentina, que fue afectada por olas de violencia política y ciclos de regímenes militares, alternando con periodos democráticos de corta duración. Los gobiernos peronistas (Héctor José Cámpora, Juan Domingo Perón e Isabel Martínez de Perón), tras el retorno a la democracia en 1973, otorgaron generosos aumentos salariales, incrementaron el gasto público e impusieron controles cambiarios y de precios. Inicialmente, hubo expansiones de la producción (en 1973 y 1974) seguidas por un crecimiento negativo del PIB desde el tercer cuarto de 1975 hasta el último cuarto de 1976 (Sturzenegger 1991), acompañado por una aceleración de la inflación y dificultades fiscales y en la balanza de pagos. En marzo de 1976, un golpe militar derrocó al gobierno de Martínez de Perón, dando paso a una sangrienta dictadura que duró hasta 1983. Las políticas económicas de la junta argentina estuvieron orientadas a reducir la inflación, liberalizar los mercados, y restaurar la seguridad financiera de las élites económicas y de los mercados de capital internacionales. El PIB se contrajo en 1976 (año del golpe), en 1978 y en 1980-1982. Las políticas económicas de la dictadura fueron acompañadas por créditos provenientes del FMI, Banco Mundial y Banco Interamericano de Desarrollo (BID). En marzo de 1982, el Ejército argentino lanzó un intento improvisado por recuperar las Islas Malvinas en el Atlántico sur, que estaban bajo mandato británico. Tras dos meses de guerra, seguidos por la victoria del Reino Unido, el régimen militar se vio obligado a llamar a elecciones libres para restaurar el mandato civil.

El retorno a la democracia en 1983, liderado por el presidente Raúl Alfonsín, enfrentó serias dificultades para asegurar la estabilidad económica y política del país. Su administración estuvo rodeada por la intranquilidad de los militares, inestabilidad monetaria, crisis de deuda e inflación. Se realizaron dos intentos de estabilización: el Plan Austral y el Plan Primavera, que al final no lograron bajar en forma permanente la tasa de inflación. En 1988 la inflación fue de 343 % y escalonó a 3.079 % en 1989 y a 2.313 % en 1990, lo que fue acompañado por una contracción del PIB por habitante durante 1988-1990. Debido a la imposibilidad de controlar una explosiva inflación, el presidente Alfonsín presentó en forma adelantada su renuncia al cargo de Presidente de la República Argentina.

Carlos Saúl Menem, un neoliberal peronista, fue elegido presidente en las elecciones de mayo de 1989. Menem adoptó agresivas políticas económicas que privatizaron activos estatales y liberalizó la economía siguiendo de cerca las prescripciones del Consenso de Washington. En 1991 se estableció la caja de convertibilidad con una paridad de uno a uno entre el peso argentino y el dólar estadounidense. Por algunos años estas políticas llevaron a una disminución de la inflación y la recuperación de la inversión y el consumo, pero esto fue interrumpido por una recesión en 1995. Aparentemente, los mercados estaban inquietos con la alta exposición a la deuda de corto plazo que Argentina había acumulado en años previos, lo que gatilló la salida de capitales y una recesión. En 1999 la economía entró en un nuevo ciclo recesivo que tensionó la caja de convertibilidad, la que eventualmente colapsó en 2001. A esto le siguió una depreciación monetaria y una gran crisis financiera, ya que los bancos comerciales no podían honrar sus depósitos en términos de la nueva paridad cambiaria. El ministro de Finanzas Domingo Cavallo ordenó un congelamiento a los depósitos y las cuentas de ahorro, el llamado «corralito». Como consecuencia de la moneda dual y la crisis financiera, el PIB per cápita se contrajo en 23,7 % en 1999-2002, la mayor contracción económica en Argentina del período 1970-2018.

Una vez más, una crisis económica trajo un cambio político. En 2002, Néstor Kirchner, del ala progresista del Partido Peronista ganó la primera mayoría relativa sobre el presidente Menem, quien buscaba su segunda reelección. La llegada de Kirchner implicó un fuerte alejamiento de las políticas previamente seguidas en Argentina ya que, por un lado, purgó a los militares comprometidos en la represión de la década de los setenta y, por el otro lado, implementó un programa de recuperación económica para volver a crecer y crear puestos de trabajo. No se sirvieron todos los compromisos de la deuda externa y Argentina se distanció del FMI. El crecimiento económico retornó con fuerza en el periodo 2003-2008, pero se estancó en 2009 con la crisis financiera internacional. En la década de 2010, el gobierno de Cristina Fernández, viuda de Néstor Kirchner, recurrió a controles cambiarios y de precios, alienando parte del apoyo de la clase media que tenía su gobierno. El déficit fiscal alcanzó el 6% del PIB en 2015, la inversión disminuyó y la presión inflacionaria aumentó (su magnitud exacta es difícil de evaluar, dadas las dudas sobre la credibilidad del índice oficial de precios al consumidor). 

El presidente Macri y el retorno del FMI

El gobierno de Cristina Fernández de Kirchner fue sucedido por el del empresario liberal Mauricio Macri, quien ganó las elecciones presidenciales del 2016 y asumió como presidente en diciembre de ese año. Macri inmediatamente abolió los controles cambiarios de la era de Cristina Fernández y el peso se dejó flotar. Los precios de los servicios públicos fueron ajustados fuertemente y la inflación se aceleró. Para contrarrestar las presiones inflacionarias y reducir la liquidez, el banco central vendía su deuda (LABEC) a tasas de interés muy altas. En un intento por restaurar el crecimiento y la prosperidad (no fácil con tasas de intereses altas), Macri trató de convencer a inversionistas extranjeros y la clase empresarial nacional para invertir nuevamente en la Argentina. La respuesta de estos fue lenta y nuevamente apareció la especulación cambiaria y el precio del dólar se elevó de 17 pesos por dólar norteamericano en junio de 2017 a cerca de 40 pesos por dólar en septiembre de 2018. Para evitar una depreciación descontrolada en la moneda y salidas de capital, la administración de Macri acudió al FMI para pedirle un préstamo. Tras varias negociaciones entre el gobierno argentino y el Fondo Monetario se firmó un programa de tres años de USD 57 mil millones en octubre de 2018, en Washington D. C. La condicionalidad del préstamo giraba en torno a un banco central más independiente, el fortalecimiento de los niveles de las reservas internacionales, cambios en los criterios para conducir la política monetaria, ajuste fiscal y reformas laborales. Acudir al FMI fue ciertamente una política controversial de la administración Macri, dada la larga historia de desacuerdos entre el FMI y Argentina. Hacia finales de 2018, el préstamo del FMI (a ser entregado en varios tramos) logró por un tiempo parar la devaluación del peso, pero la economía se contrajo en 2018.

Fuente: Ediciones LOM.