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Marcelo Leppe, Director de INACH: “Ha sido muy bonito trabajar con gente que ha estado al pie del cañón, pudiendo lograr cosas que difícilmente otros grupos humanos logran»

Marcelo Leppe, Director de INACH: “Ha sido muy bonito trabajar con gente que ha estado al pie del cañón, pudiendo lograr cosas que difícilmente otros grupos humanos logran»
Marcelo Leppe, Director del INACH

Tras seis años en la dirección del Instituto Antártico Chileno (INACH), el doctor en Ciencias Biológicas Marcelo Leppe Cartes deja el cargo en un momento especial. Están en pleno desarrollo los megaproyectos de renovación de las bases científicas y la implementación de la red de sensores en una enorme transecta que recorre la península Antártica. En este período también destacan las dificultades que impuso una seguidilla de eventos totalmente imprevisibles: el estallido social, la tragedia del Hércules C-130 y la pandemia de covid.

Estamos en su oficina con amplios ventanales que dan a la Plaza Muñoz Gamero de Punta Arenas. Los últimos días de la primavera han sido algo más “cálidos” que el resto de una estación más bien fresca, sin el aire tibio que se presiente en las notas preveraniegas que inundan la televisión chilena. Estamos en la latitud 53º Sur, a sólo diez grados de las Shetlands del Sur, en una región plenamente subantártica. Los días avanzan hacia el solsticio y habrá luz hasta cerca de la medianoche.

Los primeros desafíos

El 2018 el INACH tenía 44 funcionarios y unas diez personas a honorarios. El primer desafío era pensar cómo administrar un programa de casi 500 personas desplegándose durante cinco meses en la Antártica. Esto sucede en un contexto en que había vacantes en la planta sin ocupar y cuando se estaba iniciando el proceso de modernización de la Cancillería, lo que permitió activar un concurso de promoción que tomó de referencia al proceso que vivía el ministerio, con el fin de mejorar las condiciones de trabajo de varias funcionarias y funcionarios. En estos seis años de gestión, la dotación del INACH está alcanzando las 80 personas y con una estructura nueva con dos subdirecciones (una técnica y otra administrativa), seleccionadas por el sistema de Alta Dirección Pública, que han delimitado de mejor forma las complejas funciones del servicio.

El segundo desafío era la infraestructura. “Vislumbramos una brecha gigante si queríamos seguir creciendo en número y calidad en el Programa Antártico Nacional, sin tener eco en la infraestructura para la investigación en la Antártica”, recuerda Leppe. El primer paso fue hacer un diagnóstico de la base Escudero; se mejoró la habitabilidad, se cambiaron los espacios de laboratorios y los espacios comunes, y se cambió el sistema eléctrico. Estabilizar Escudero significaba prepararla para el desafío de proyectarnos hacia el sur, tanto en glaciar Unión como en bahía Margarita con la base Carvajal. “Esto es un desafío mayor porque Chile nunca ha tenido una base científica permanente de actividad anual dentro del círculo polar”, algo totalmente en línea con ya varias versiones de la Política Antártica Nacional, según Leppe.

Para ello se conformó un equipo técnico que ha trabajado en los planes de renovación de tres bases: Escudero, Yelcho y Carvajal, priorizando esta última, porque conlleva mayores desafíos técnicos y podría tomar más tiempo. En el caso de Yelcho, añade Leppe, la idea no es hacerla crecer sino mejorar la calidad de los servicios que presta, con una huella humana minimizada y en un marco de seguridad para investigadoras e investigadores, así como para el personal logístico.

El tercer desafío era mejorar la participación del país en el Sistema del Tratado Antártico, que se encuentra constituido por la Reunión Consultiva del Tratado Antártico (RCTA), la Comisión de Protección Ambiental Antártica(CPA), el Comité Mundial sobre Ciencia Antártica (SCAR), el Consejo de Mánagers de Programas Antárticos Nacionales (COMNAP) y la Comisión para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCRVMA). “No se podía entender que un programa con medio millar de investigadores involucrados, y produciendo casi 150 papers científicos por año, no estuviera adecuadamente representado en los más importantes foros antárticos”. Existía solo un precedente, ya que don José Retamales (anterior director de INACH) había presidido al COMNAP. “Los foros que completan el Sistema del Tratado Antártico son especiales y quienes los coordinan y dirigen son personas con carreras científicas o logísticas reconocidas, no bastando tener el respaldo político de la nación que representan. Es, por lo tanto, un gran logro que Chile tenga hoy una vicepresidencia en SCAR, una vicepresidencia en COMNAP y el liderazgo del Comité Científico de la CCRVMA”. Lo anterior, se ve reforzado con la elección de Chile para ser sede del mayor evento científico antártico del mundo, el Open Science Conference de SCAR que el 2024 se realizará en las ciudades de Pucón y Punta Arenas. Este evento no se había realizado en Chile y solo una vez en Latinoamérica.

El PROCIEN en la encrucijada

Marcelo Leppe se integró al INACH el año 2005, como parte del Departamento Científico, fortaleciendo el área de paleontología y paleobotánica. Una de sus primeras tareas fue hacer un diagnóstico del Programa Nacional sobre Ciencia Antártica (PROCIEN), que fue bastante duro. El estado del PROCIEN no era bueno. Era la época final de treinta años en que funcionaron los Programas Antárticos Institucionales, en el que el INACH entregaba recursos directamente a algunas universidades para que los distribuyeran entre los proyectos que cada universidad priorizara. El rol en esa época del Comité Nacional de Ciencia Antártica (CNIA) también era muy acotado si lo comparamos con lo que sucede actualmente en los Congresos Chilenos de Investigaciones Antárticas, donde participan alrededor de 150-250 personas. En un principio las reuniones eran de 15 o 20 personas. “Otro punto crítico -ahonda el director del INACH- era la cantidad de publicaciones per cápita, analizada según el ISI [Institute for Scientific Information], que hoy día se conoce Web of Science/WoS. Esto no estuvo exento de polémica. Teníamos un grupo de investigadores que no acostumbraban a publicar en revistas ISI por lo que el indicador era de 4 publicaciones por año, que había sido la tendencia de los últimos quince años.”

Desde el 2006, se empezó a evaluar dos veces al año el desempeño de este indicador, es decir, el número de publicaciones ISI sobre ciencia antártica, además de que instituciones los producían y en qué medida estaban asociados al financiamiento y la logística que el INACH entregaba. El 2006 también es significativo por otra razón, recuerda Leppe. Conicyt acepta que la investigación en el Territorio Chileno Antártico era investigación en territorio nacional, lo que antes no era asumido así, inhibiendo la presentación de proyectos en el Continente Blanco. Esto permitió que se abrieran las puertas también de otros fondos, como los de Corfo y los incipientes Anillos.

La sola decisión del INACH de poner prácticamente todos sus recursos en fondos concursables hizo saltar en cinco años la productividad de cuatro publicaciones por año a 42 publicaciones ISI por año. Actualmente, el PROCIEN tiene una productividad que está cerca de los 130 a 140 papers, acercándose vertiginosamente a los 150.

Una nueva fase de la ciencia polar

Según Leppe, casi el 100 % de la ciencia polar que Chile hace, pasa por la evaluación y el escrutinio del INACH y es regulada por él, frente a la situación que existía el 2006, cuando lo hacía un 60 %. Al fortalecimiento de los procesos de selección y concursabilidad, se está sumando una mayor exigencia desde el punto de vista medioambiental con el objetivo de tener proyectos científicos que dejen la menor huella humana posible en la Antártica.

“Yo diría que hoy día estamos en una segunda etapa en la que están articulándose investigadores de excelencia en torno a preguntas fundamentales, por ejemplo, el Centro IDEAL, que es un Fondo de Áreas Prioritarias, por lo tanto, ya el Ministerio de Ciencia reconoce la existencia de un núcleo de prioridades entorno de la Antártica y también asume que hay investigadoras e investigadores de peso para formar este cluster. También está el Instituto Milenio BASE que recientemente se adjudicó la Universidad de Chile con un grupo de investigadores de diversas universidades y eso va mostrando la madurez de las investigadoras e investigadores del PROCIEN”, afirma Leppe.

1100 mensajes

El país vivió un período único en su historia desde octubre de 2019. Leppe recuerda que una vez que tienen el compromiso de participación en la COP25, se produce el estallido social y se suspende esta reunión que se iba a realizar en Chile. En INACH se estaban preparando textos, exposiciones, presentaciones e iba a ir una gran delegación a Santiago.

Con el cambio de sede a España, se reduce la participación del Instituto, básicamente, al lanzamiento del libro “Cambio climático en cifras”. “Por alguna razón que todavía no me explico, cuenta Marcelo, apagué el teléfono 15 minutos antes de subirme al avión en Madrid. Cuando llego a Santiago tenía cerca de 1100 mensajes de WhatsApp. Ahí recibo la noticia del accidente del Hércules C-130 y me llega esta avalancha de mensajes, de gente que pensaba que podría haber estado en el avión, como yo no contestaba”.

Lo primero fue evaluar la situación y tener más datos de lo que estaba ocurriendo. Ya en Punta Arenas, en la sede del Instituto, tuvimos una reunión bastante dura con el equipo directivo para tomar la decisión de si se suspendía o no la Expedición Científica Antártica (ECA), ya en curso, o no. Lo primero fue averiguar si los demás medios de transporte seguirían funcionando. Varios buques suspendieron sus cronogramas al sumarse a las tareas de búsqueda del avión.

“Esa fue una de las decisiones difíciles que he tomado. Entendí que nuestro rol principal es hacer que la ECA siguiera viable. Recuerdo haber dicho esta frase: ‘La ciencia que Chile hace en la Antártica no es un hobby, no es una actividad que se pueda echar al bolsillo’. Si no partimos creyendo eso, difícilmente vamos a poder transmitirlo al resto de la gente que trabaja con nosotros”, detalla Leppe.

Seguidamente, se comunicó a los operadores de las Fuerzas Armadas lo imperioso de que los proyectos científicos se siguieran ejecutando, todo con el respaldo de la Cancillería. Para el director del INACH, los hechos demostraron que fue la decisión correcta, pero había algo más en el camino.

Una palabra que no se había estado utilizando

En marzo de 2020, el INACH publica el primer documento que menciona al Covid-19 y la palabra “pandemia”, todavía en el ámbito de la ciencia ficción para un mundo que vería en pocas semanas toda su vida trastocada.

Leppe aún recuerda que en febrero de ese año la discusión que se estaba teniendo en el Comité Científico de Investigación Antártica (SCAR, por su sigla en inglés) respecto de la posibilidad de este virus “extraño” estuviera atacando a la gente en distintos lugares del planeta y si ya se había manifestado en Chile o en otras puertas de entrada a la Antártica.

“Comienza la pandemia y nadie estaba preparado para esto, nadie -enfatiza Leppe-. ¿Qué creo que fue una fortaleza para nosotros? Fue el hecho de ser un instituto con científicos y científicas. A pesar de que en algunos casos estuvieran lejos de los temas sanitarios, sí teníamos gente que tenía la capacidad analítica de ver las evidencias y entender lo que se estaba diciendo desde la OMS y el Ministerio de Salud. La buena noticia es que pudimos actuar rápido.”

Se conformó un Comité Covid tempranamente, lo que fue muy valorado después a nivel nacional e internacional. En ese primer momento sirvió mucho la experiencia que habían tenido los programas polares con operaciones en el Ártico, una región con numerosos puntos de ingreso y donde habían ocurrido muchos casos de contagio, a diferencia de la Antártica.

El INACH trabajó en un documento que se preocupaba de la actividad científica, pero a la postre sirvió de referencia para todo el resto de las instituciones relacionadas con el Programa Antártico Nacional, público y privado.

“Hubo múltiples reacciones. En primer lugar, ¿por qué lo está haciendo el INACH? Y era porque nadie más lo estaba haciendo. Nos colgamos de algo que dice nuestra ley y es que para temas científicos y tecnológicos el INACH es una voz que tiene que asesorar al gobierno”, dice Leppe. Esto condujo al primer protocolo Covid para el tránsito de personas hacia y desde la Antártica tomando como puerta de entrada a Punta Arenas.

Humboldt y el cambio climático en la Antártica

Otro de los proyectos estratégicos de la gestión de Marcelo Leppe ha sido la instalación de 21 estaciones multiparamétricas a lo largo de la península Antártica, desde glaciar Unión -a solo 1000 kilómetros del polo- hacia el norte, hasta llegar a Punta Arenas, conformado una red con una cobertura latitudinal única en el planeta para medir el cambio climático en línea y al mismo tiempo.

Leppe sitúa el origen de la idea de este proyecto en un seminario de la Fundación Konrad Adenauer, en Santiago, antes del estallido social.

“Recuerdo haber estado hablando ante jóvenes -rememora Leppe- de una idea de Alexander von Humboldt: la altitud recrea la latitud, y que tiene relación con el cambio climático. La línea de nieves eternas en la época de Humboldt estaban más 100 metros más abajo en el Chimborazo [volcán de Ecuador de 6263 metros de altura estudiado por Humboldt] que donde están hoy. Al mismo tiempo, los campos de hielo han ido retrocediendo en latitud hacia el sur.”

Entonces, los cambios que se pueden producir en los ecosistemas a diversa altitud en las cadenas montañosas pueden tener un correlato con los cambios en las altas latitudes subantárticas y antárticas, y Chile presenta condiciones geográficas y de desarrollo científico inmejorables para medir el cambio climático en una enorme extensión territorial.

En el momento en que se estaba discutiendo este proyecto dentro de la Cancillería, un grupo de científicos de la Universidad de Santiago emite una alerta sobre el impacto que podrían tener ciertos fenómenos atmosféricos en la península Antártica en las lluvias con isoterma alta en el centro del país, en medio de una megasequía y en verano. Expresiones como “ríos atmosféricos” y “celdas amplificadas” se harían reconocibles luego de los desastrosos aluviones que afectaron a la Región Metropolitana. Con esto, la suerte del proyecto de sensores estaba echada y contó con la prioridad presidencial. Actualmente ya se han instalado más de diez estaciones multiparamétricas en el Continente Blanco.

INACH y el aporte a Magallanes y al país

El traslado del INACH a Punta Arenas estuvo aparejado con un cambio en la administración del PROCIEN y esto, según Leppe, pronto ayudó a cambiar la proyección hacia la sociedad, en general, y hacia la ciudad, en particular. Llegaron nuevos investigadores e investigadoras en áreas que no estaban tan desarrolladas en la región, como la paleontología, y que comenzaron a ganar proyectos desde diversas fuentes de financiamiento, ya sea Conicyt, Corfo u otras. Esto reforzó el prestigio y el perfil científico del Instituto. Al mismo tiempo, se impulsó el trabajo en educación y en comunicación de la ciencia polar, con programas de mucho impacto como la Feria Antártica Escolar, y las revistas, libros y láminas que se editan regularmente por INACH.

“Esa robustez que fue apareciendo en el Servicio, más el fortalecimiento de la ECA, fue lo comenzó a cambiar la percepción pública del Instituto y no solo en la región sino en todo el país. Cuando hace un tiempo hicimos un llamado para trabajar en labores logísticas en la ECA, con una especial convocatoria para las mujeres, recibimos miles de postulaciones”, afirma Leppe.

En este mismo ámbito se ubica el proyecto del Centro Antártico Internacional impulsado por el Gobierno Regional de Magallanes y que el INACH ha apoyado desde el primer minuto.

Leppe destaca el proyecto más reciente de integrar la Antártica en el currículum escolar, primero, en Magallanes, para luego ver la forma de hacerlo a nivel nacional. “Estamos preparando los textos de base y otros materiales sobre el Continente Blanco para incluirlos en el sistema escolar, junto con hacer capacitaciones a educadoras de párvulos y de otros ciclos educativos.”

Otro aporte no menor, que fue logrado por el INACH con el apoyo del Ministerio de Relaciones Exteriores, será la organización de la próxima Conferencia Abierta del SCAR en agosto de 2024 en Pucón y Punta Arenas, que convertirá a Chile en la capital de la ciencia polar. “Hay toda una efervescencia a nivel internacional. Ya son tres veces más los simposios comprometidos para esta versión que para la última reunión en la India y muchos de los grupos de investigación mundiales van a hacer sus reuniones en el marco de esta conferencia”, detalla Leppe.

Finalmente, el director de INACH concluye que “siempre ha sido muy bonito trabajar con gente que ha apañado, ha estado constantemente al pie del cañón y por muchos años, pudiendo lograr cosas que difícilmente otros grupos humanos, menos afiatados, logran.