Mina Invierno, Nova Austral y la Historia – Nicolás Gómez Baeza – Opinión
El domingo pasado, una caravana de vehículos recorrió Punta Arenas, en defensa de las actividades extractiva carbonífera de Isla Riesco, y de salmonicultura en los canales. Algunos de los trabajadores, de empresas con nombre y apellido como son Mina Invierno y Nova Austral, convocaron a una manifestación para apoyar la acción de sus empresas y, por tanto, de los empresarios que las comandan, frente a la medida cautelar contra la primera y la caducidad de las concesiones en el Canal Beagle para la segunda. Más allá de la singularidad de la movilización misma, me gustaría invitar a reflexionar sobre lo que la defensa de estas actividades implica, en un diálogo con la historia de nuestra región austral, en un ejercicio de continuidades y cambios que, siempre, creo es útil realizar.
Primeramente, recordar que el panorama de la explotación de los recursos naturales da cuenta, justamente, de una continuidad en la región Fuegopatagónica: la prevalencia del capital extractivo y de instalación de recursos no nativos de producción. En los siglos XIX y bastante avanzado el XX, la más destacada fue la Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego, de la compañía transnacional británica Duncan and Fox, con la ganadería ovejera, aunque también llegaron innumerables empresas balleneras y loberas desde el hemisferio norte (noruegas, estadounidenses, entre otras), o la misma extracción carbonífera en minas como “Loreto” perteneciente al capitalista Agustín Ross (ver artículo de Mateo Martinic: https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0717-71942004000100005). Hoy, ya en pleno siglo XXI, podemos decir que, de manera similar, la Mina Invierno S.A, corresponde a una sociedad con inversionistas del grupo de Copec, de Angellini, y del grupo de empresas «Ultramar» vinculado a temas comerciales portuarios, ambas transnacionales chilenas. En el caso de Nova Austral, también hoy, corresponde a los capitales extranjeros Alto Fund III y Bain Capital.

En todos los casos, ha existido (hoy también) permisión u omisión del Estado de Chile para que dichos grandes capitales lleven a cabo de manera bastante libre estas actividades. Las concesiones hechas a la extracción de carbón actuales o de los canales para el «cultivo» de salmón, pueden perfectamente compararse con la irrefutable y estudiada corruptela de la concesión del latifundio ganadero de antaño (ver el siguiente artículo de Alberto Harambour: https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0717-71942017000200555), o del «laissez faire» a balleneros-loberos hasta bien entrado el siglo XX. Me parece que las características de los permisos informales y entre copas en palacios que entregaba el Estado liberal-oligarca al capital transnacional del siglo XIX-XX, solo se ha actualizado a los permisos legales que representantes del Estado subsidiario neoliberal entrega al capital transnacional del siglo XXI, también, por cierto, entre mansiones, cocinas, copas de tragos finos o “raspados de olla”.
Dicho lo anterior, es necesario considerar que los daños medioambientales de empresas de antaño fueron irreparables. La instalación de la oveja y las circulaciones ovejeras del mundo anglosajón mermaron tanto a los pueblos originarios como a los espacios donde tenían soberanía: el guanaco fue desplazado y los alambrados dividieron las tierras artificialmente (ver artículo de Joaquín Bascopé: https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-22442008000200002). La indiscriminada explotación de recursos pesqueros por grandes buques compañías noruegas y demases, transformó la fauna marina subantártica y, también, mermó a los pueblos canoeros (ver otro artículo reciente de Harambour junto a José Barrera: https://www.academia.edu/38180190/2019._Harambour_Alberto_y_José_Barrena_Barbarie_o_justicia_en_la_Patagonia_occidental_las_violencias_coloniales_en_el_ocaso_del_pueblo_kawésqar_finales_del_siglo_XIX_e_inicios_del_siglo_XX_._Historia_Cr%C3%ADtica_n._71_2019_25-48).
No daré argumentos entregados por otros sobre las consecuencias nefastas de las tronaduras (ver para ello, por ejemplo: https://www.biobiochile.cl/noticias/2014/06/12/agrupacion-alerta-sobre-posibles-efectos-que-generarian-tronaduras-en-isla-riesco.shtml) o la salminicultura (ver para ello, por ejemplo: https://www.greenpeace.org/archive-argentina/es/noticias/La-insustentabilidad-de-la-salmonicultura-/). Pero solamente ante lo que ha sucedido históricamente con este tipo de grandes empresas: ¿no deberíamos, entonces, poner la alerta en cuanto a las consecuencias que la extracción de carbón (aunque este ya antes se hacía, pero sin consciencia y medición hasta hoy de sus consecuencias) y la salmonicultura pudiesen generar en el medio ambiente? ¿No hemos aprendido nada en más de un siglo respecto a los costos del «progreso»? Me parece que las consecuencias, nuevamente, pueden llegar a ser irreparables.
Finalmente, respecto a la demanda laboral, es preciso reparar que en la ganadería ayer también se emplearon a muchos obreros. Cierta Historia también ha dicho que trajo bienestar social, lo que es discutible, pero aquello tiene muchas más aristas. Pero específicamente sobre el cuidar las fuentes de trabajo, son variados los registros de antaño donde se hablaba de abandono de parte de los patrones. Las formas de expulsar de las estancias que tuvo la mencionada Sociedad Explotadora a comienzos del siglo XX, fue ampliamente denunciada por la Federación Obrera de Magallanes, y con motivos que iban desde lo político hasta la crisis que provocó la instalación de la Aduana o la apertura del Canal de Panamá. Más adelante, los frigoríficos fueron cerrando o disminuyendo su producción, y los trabajadores quedaban indefensos, como lo ocurrido con el Frigorífico Natales en la década de 1940. Eran los obreros de estancias y frigoríficos quienes pagaban las consecuencias. Ellos no. Porque claro, los empresarios cumplían su función y se iban, o despedían a quien tuviesen que despedir, sin apelaciones, aludiendo a las crisis para justificar(se) y así no perder un ápice de sus propias ganancias. Ya no les era rentable ni útil mantener dichos gastos. Si, gastos, porque ya no eran inversiones, ya no les generaban ganancias.
Lo que no se estaría considerando, presumo, en dicha manifestación del pasado domingo, sobre Mina Invierno y la salmonicultura, es que son inversiones con franca fecha de caducidad, o que incluso ya están destinadas a desaparecer estando “ya en venta” (ver para el caso de Nova Austral: https://www.latercera.com/pulso/noticia/salmonera-nova-austral-esta-empresa-desde-dia-se-compro-esta-la-venta/699145/amp/?fbclid=IwAR3of_qb7w06UmZeignoOkuAXkaVwZkJARhPe5ksVZLoGlqEKJ_1xwwPB9Y). Ya al día de hoy son también empresas de fuerte movilidad de personal, con lógicas de contratación y despidos que podrían compararse con las de mencionadas empresas de antaño; en Mina Invierno, por ejemplo, la incertidumbre sobre despidos viene desde antes de la presente polémica (ver: http://sindical.cl/se-anuncian-despidos-masivos-en-mina-invierno/). La pregunta es, entonces: ¿por qué defender a empresarios que, como otros en la historia regional, han venido a explotar, depredar y, finalmente, se van sin ningún resguardo para la clase trabajadora cuando ya el negocio no les es rentable? Eso es lo que provocan las fuentes de empleo que no son sustentables, que se acabarán en algún momento. Eso provocaron antes, y lo harán también ahora, especialmente la relación entre el Estado de Chile hoy y los capitales, como dijimos, no es muy distinta a la de antes. ¿O acaso las leyes actuales darán alguna seguridad a los trabajadores para cuando su extracción o producción se acabe? No.
Desconfío, por tanto, profundamente de las supuestas buenas intenciones de estos señores grandes empresarios que vienen a invertir a la región, con discursos manipuladores de creación de empleos y desarrollo supuestamente respetuoso de las leyes medioambientales. Otros ya vinieron con discursos similares de progreso y bienestar, en condiciones políticas similares, y las consecuencias solo me generan dudas. Porque es pan para hoy y hambre para mañana (y no tan mañana) en estas condiciones políticas que, por cierto, debemos transformar.
Nicolás Gómez Baeza.
Magíster en Historia, Mención Historia de Chile. Profesor de Estado en Historia y Ciencias Sociales. Licenciado en Educación en Historia y Ciencias Sociales.

