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Con una exitosa experiencia de gestión del castor terminó el curso piloto en cuenca del Río Marazzi en Tierra del Fuego

Con una exitosa experiencia de gestión del castor terminó el curso piloto en cuenca del Río Marazzi en Tierra del Fuego

Tras un año y medio de trabajo en terreno a cargo de WCS, se logró capturar 96 castores, cifra cercana al 100% de la población de la especie registrada en Marazzi. El trabajo, ralizado en el marco del Proyecto GEF Castor, contó con la colaboración de ganaderos del sector y busca apoyar la restauración de los ecosistemas y bosques afectados.

Arduos fueron los esfuerzos que debieron desplegar los equipos de la ONG Wildlife Conservation Society (WCS), que desarrollaron las labores de gestión y control que se propuso el Proyecto GEF Castor en la cuenca del río Marazzi, en Tierra del Fuego, el cual culminó en octubre su etapa de trabajo en terreno, que se extendió por cerca de un año y medio.

El piloto de la Cuenca del Río Marazzi es uno de los tres pilotos que el Proyecto GEF Castor desarrolla con el fin de identificar las mejores metodologías para erradicar la invasión del castor, especie exótica invasora que provoca la destrucción de bosques, humedales y turberas, entre otros. Por ello, el desarrollo de pilotos de manejo tiene también el objetivo de apoyar la restauración de los ecosistemas y bosques ribereños nativos de la Patagonia (Nothofagus)

Los otros pilotos (Parque Karukinka y Reserva Nacional Laguna Parrillar), se desarrollan en áreas silvestres protegidas, de administración privada y pública respectivamente, pero Marazzi tiene la especial característica de intervenir estancias dedicadas principalmente a la ganadería. Se trata de una extensa superficie de 45 mil hectáreas. “Es un piloto grande, en comparación con el de Karukinka  que es de 18 mil hectáreas. Y también es grande en relación a los pilotos realizados en Argentina”, detalla Alejandro Kusch, Coordinador de Investigaciones Terrestres de WCS. 

Colaboración de estancieros

Diez son las estancias que se ubican en dicho territorio, lo que implicaó el desafío de lograr una estrecha colaboración con los propietarios de los predios, por lo que esto no fue fácil. “El vínculo fue lento al principio”, reconoce Kusch. Después de la experiencia previa con el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), cuando se pagaba por castor cazado, no había existido un esfuerzo grande en personal y recursos que se hubiera propuesto remover la mayor cantidad de castores posible. “Pero cuando nos vieron en terreno sacando castores lugar por lugar, se abrieron más puertas: nos pasaban las llaves de los portones y de las casas, otros nos invitaban a comer”, agrega el profesional de WCS. También fue fundamental el aporte de muchos ganaderos que facilitaron caballos.

Esta forma de trabajo colaborativa fue dando frutos, lo que permitió que mediante trampeo se capturaran 96 ejemplares de castores, cifra cercana al 100% de la población de castores identificados en el lugar. Además, los repasos y vigilancia a través de cámaras trampa ha permitido observar que no se ha producido repoblamiento hasta la fecha.

Ejecutar las actividades demostrativas del piloto involucró recorrer todo el territorio que se definió como área a intervenir. A través de la línea base, se determinó la existencia de 141 castoreras activas. También se buscó determinar la población de castores, donde uno de los descubrimientos interesantes de este piloto, es que la metodología tradicional que se utiliza para determinar población de castores, no resulta del todo aplicable en el paisaje de estepa con matorrales que predomina en Marazzi. “Comúnmente, se estima que una castorera alberga una familia de cinco o seis ejemplares, pero en Marazzi observamos que esto no es así, ya que en este tipo de ecosistemas vimos familias que ocupan hasta tres madrigueras”, señala Kusch.

También se pudo apreciar la sorprendente habilidad del castor para adaptarse a distintos ambientes. “Construyen diques incluso sin existir un río: basta que exista un chorro de agua de 10 centímetros de profundidad para que construyan un dique”, relata Kusch, quien añade que se procuró hacer remediación en los paisajes afectados: “A veces, por el solo hecho de sacar el castor, los diques se abrían tras una lluvia fuerte o por efecto del deshielo, volviendo el cauce a su normalidad”. En otras oportunidades, los mismos tramperos de WCS abrían estos diques, con el acuerdo previo del propietario de la estancia.

Restauración de ecosistemas

Sobre los positivos efectos de restaurar las áreas intervenidas a su condición natural, Cecilia Durán, fundadora del Parque Pingüino Rey, relata que gracias a la ejecución de este proyecto y a la remoción de los castores en la cuenca del río Marazzi, se ha observado cómo la naturaleza retoma su vigor. El parque se ubica en uno de los extremos de la estancia San Clemente, donde también se ubica la Laguna Ema. “Esta laguna se mantiene con agua en forma permanente, lo que antes no ocurría por las represas de los castores en la bocatoma. El último tiempo han vuelto a anidar especies que no veíamos hace mucho, como el cisne coscoroba y de cuello negro, llegando también canquén colorado, entre otras especies”, relata Cecilia Durán.

A futuro, la información recabada gracias a las experiencias pilotos, será parte de un manual que sistematizará las buenas prácticas para la gestión del castor, monitoreo de la invasión y alerta temprana.

El Proyecto GEF Castor es financiado por el Global Enviroment Facility (GEF), ejecutado por el Ministerio de Medio Ambiente e implementado en nuestro país por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Sus socios son el SAG, la CONAF y WCS.