«Lo que la política no da, el coronavirus no presta» – Víctor Maldonado – Opiniones

El gobierno puede tener plena confianza en que la ciudadanía está tan ocupada en cumplir con medidas sanitarias producto de la pandemia, que no percibirá su endémica debilidad política. Sin duda tendrá la esperanza que un buen manejo de la crisis mejore perceptiblemente la opinión ciudadana sobre su desempeño.
Pero es difícil esperar que la opinión pública sufra modificaciones importantes en el en trascurso de los próximos dos o tres meses. Puede que le suceda lo mismo que al Parlamento: trabaja más, aprueba más leyes, tiene más sesiones, informa mejor y, con todo, su bajo prestigio se mantiene. Algo similar puede ocurrirle al gobierno.
Si se miran las cifras de la encuestas, se verá que, hasta esta misma semana y a contar del inicio del estallido social, es decir hace exactamente cinco meses, la evaluación de gobierno se mantiene sin mayores variaciones: la aprobación entre el 10 y el15% y la desaprobación entre el 78 y el 82%, más o menos.
Se trata de la peor evaluación y la más continua desde la recuperación de la democracia. No es que la administración Piñera incomode, es que concita un rechazo muy amplio.
De manera completamente inusual, la evolución del gabinete es mejor que la de Piñera (al Presidente lo desaprueba el 81% y a su gabinete el 79%). No es una diferencia significativa, pero eso es precisamente el dato que importa. Los regímenes presidenciales se pueden regenerar, a partir de un plus de apoyo que siempre conserva su principal figura. En este caso, ese margen no existe. No hay a qué recurrir.
Bachelet es una persona empática, que a veces pasaba por malos momentos y hasta malas temporadas. Piñera es una persona antipática, que se ha instalado en una gélida relación con sus compatriotas.
El coronavirus da para mucho, pero lo que no hay que esperar de él es que resulte políticamente saludable para nadie, y tampoco para el oficialismo. Nuestro pueblo es disciplinado y cumplirá con todas las instrucciones que se le den. Al fin y al cabo, en una emergencia sanitaria nadie se pone a discutir las medidas preventivas. Lavarse bien las manos no concita ninguna discusión.
Todos sabemos que la indisciplina colectiva provocaría un agravamiento extraordinario de la situación. Así que cada cual tendrá un comportamiento ejemplar, junto a su familia y en la protección de los más expuestos a contraer el virus. Mientras exista la emergencia, dure lo que dure, así seguirá siendo.
Pero las razones del malestar social seguirán expresándose en la crisis sanitaria. Precisamente el sistema de salud será puesto en observación por parte de todos, las emergencias son lapidarias en mostrar las falencias.
Es difícil de imaginar el drama humano que significa que las operaciones ya programadas sufran postergaciones, debido a la necesidad hospitalaria de adaptarse a lo que viene. Como sea, es bien posible que el éxito en la protección de cada familia, cada cual lo atribuya a la colaboración de toda la comunidad nacional, más que los méritos de alguna autoridad en particular. Pronto se sabrá.
