¿Por qué mujeres invisibles? – Irene Makuc Sierralta – Opinión

Margarita Ancacoy Huircan, 40 años, mujer, madre y pobre. La prensa registra que en el año 20018, en Santiago en las inmediaciones de la facultad de Ingeniería de la Universidad de Chile, en el barrio Republica fue asesinada.Una violenta golpiza realizada por 5 hombres quienes como trofeo lograron un celular y 5000 pesos despidió a Margarita con “mucha pena y ninguna gloria” de esta, hasta ahora nuestra única existencia. Un texto de Ciper donde encuentro esta triste noticia titula. “Mujeres invisibles: El submundo de aseo que reveló la muerte de Margarita Ancacoy”.
Entonces me pregunto ¿Por qué mujeres invisibles? Y comienzo a encontrar ciertas respuestas. Dos semanas después del trágico hecho Ciper logra entrevistar a Fernando Ordoñez, Director del Departamento de Ingeniería Industrial de dicha Universidad. El confiesa que no sabía cuántas mujeres auxiliares trabajaban y afirma que se enteró del horario de ingreso de Margarita a su trabajo posterior a su asesinato. Ella como muchas otras mujeres se levantaba a las 3.40 am y se desplazaba a su lugar de trabajo. El frío de junio ya le impedía tomar su bicicleta, la cual le había permitido sortear y enfrentar el miedo de calles oscuras y desiertas y había optado por caminar, quizás correr por esas 5 o 6 cuadras. Tenía miedo, ya otras veces había sido asaltada, tenía miedo, era vulnerable, era invisible, era mujer.
Una de cada tres mujeres o niñas ha sufrido violencia física o sexual en algún momento de su vida, 15 millones de niñas adolescentes han experimentado relaciones sexuales forzadas; en nuestro país casi el 80 % y más está representado por violencia sexual y abusos a menores de 14 años, especialmente a niñas; cada 10 minutos un hombre mata a una mujer el mundo[MM1] . La llamada violencia de género es expresión como señala Nieves Rico (CEPAL ,1996) es un atentado contra los DDHH, toda agresión perpetrada contra una mujer señala la investigadora es siempre violencia de genero. Cada acto de violencia contra una mujer refleja siempre una desigual distribución de poder, donde el riesgo y la vulnerabilidad están dados por ser mujer. La desvalorización de lo femenino; el bajo status social que actúa como causa y consecuencia de dicha violencia son parte de este flagelo como expuso la cuarta conferencia mundial sobre la mujer de Beijín (1995). Lo anterior se expresa en la permanente presencia del miedo en cada una de nosotras, realidad cotidiana que internalizada nos instala y nos enseña una forma de vivir, una forma de habitar el espacio, una pesada carga que ocupa los distintos ámbitos de nuestra existencia física y emocional.
El 25 de noviembre, el Día Internacional para la eliminación de la violencia de género, la ONU quiso recordar en este día brutal asesinato de tres hermas dominicanas activistas militantes contra la dictadura de Trujillo. Este crimen, nos permite reflexionar desde un punto de vista ético y humano, si es posible en esta llamada “aldea global” avanzar en logros de igualdad, desarrollo y paz (Beijín, 1995), claramente esta violencia naturalizada y extendida en el mundo se convierte en un obstáculo para dichos logros. El mensaje de la directora general de la UNESCO de nov del 1995 Irina Bokova, era claro y contundente: “Ninguna sociedad puede desarrollarse si la mitad de su población vive con miedo a la violencia y continua sufriendo prejuicios”. De este modo, visibilizar a la mujer, rescatar la complejidad de su existencia física, psicológica y biográfica es parte de la tarea fundamental que en los discursos bien intencionados de diversas instituciones nos hablan de “empoderar a las mujeres, luchar por la igualdad de género y llevar a cabo el ansiado desarrollo sostenible (ONU)
Sin embargo aún en el año 2020 en países como el nuestro la imagen de la mujer se simplifica y rigidiza; un estudio reciente sobre mujer en la publicidad realizado por estudiantes de la Carrera de Sociología de la Universidad de la Frontera nos muestra que la mujer sigue forzosa y violentamente asociada a inflexibles estereotipos: joven, hogareña, amorosa, con vitalidad, sin horario, delgada, madre y abuela. Una mujer reina de su casa y ausente del espacio público. En dichos espacios construidos por la ficción de la publicidad no hay lugar para Margarita Ancacoy, mujeres trabajadoras sobre explotadas, luchadoras sociales, que arriesgan día a día sus vidas, que sustentan hogares, que cumplen triples roles. Estas mujeres “invisibles” nos desafían como sociedad a construir un espacio público, social, doméstico no sólo de seguridad, sino además de promoción de un cambio cultural profundo que se haga cargo de visibilizar, legitimar, valorar, destacar la lucha cotidiana que libran miles de mujeres por la sobrevivencia y permitir como dijo la poetisa guatemalteca detenida y desaparecida en 1980 Alaide Foppa que niñas y mujeres en el mundo “Puedan ser”.
Irene Makuc Sierralta, master en Antropología, Universidad de Chile.
