Superioridad moral – Javier Solis – Opinión

Superioridad moral – Javier Solis – Opinión


La experiencia que se logra con los años no es comparable con las mallas académicas que se puedan obtener a la más corta edad. Siempre habrá alguien más preparado y no puede ser una competencia de conocimientos, pues sería impropio pensar que, a mayor academia, mejor preparación. Tampoco lo es el haber sido un constante participante de la vida social, como es mi caso, todo lo cual sirve a las comunidades en que me he movido para ser reconocido como tal y conseguir su respeto y confianza.
Para la redacción de la nueva constitución son muchos los que nos hemos sentido llamados y todos tenemos algo en común: Esperanzas ciertas de dar riendas para construir un Chile mejor. Sin ninguna duda, todos tenemos sus ventajas y múltiples diferencias originadas por la cuna en que se ha nacido, los valores que se han inculcado en el seno familiar, el círculo social y político en el que nos hemos movido y la capacidad empática que se pueda lograr con las personas a quienes nos comprometemos a representar.
No solo son importantes las frases de campaña, las múltiples apariciones en propagandas pagadas en los medios o en las calles o la confluencia de múltiples brigadistas apoyándonos en la difusión de nuestras ideas. También lo son el espíritu que nos mueve para posicionarnos frente a la comunidad y el conocimiento y confianza que esta tiene con quienes serán sus candidatos. Todos están expectantes ante un proceso del que no se entiende mucho, donde la información es muy pobre, y donde se ha generado tal nivel de confusión que, en la franja electoral aparecen vinculados aspirantes presidenciales de todo el espectro para presentar a sus delfines como si ellos fueran garantes de la pureza que debiera tener este proceso.
No hay prescindencia de partidos políticos o de sus posturas cuando se concurre en representación de un conglomerado a pesar de que se hable y se jure sobre independencia de planteamientos. Eso no existe y no es sano que se barnice frente a la ciudadanía, pues más temprano que tarde se queda en evidencia. El objetivo final no es suficiente, sino la moral con la cual se le hable al pueblo, que solo espera una verdad concreta.
Hemos realizado análisis políticos de este proceso de manera permanente y no significa prédicas desde un púlpito, porque en aspectos políticos nadie tiene superioridad moral para determinar lo bueno o malo de una acción o una decisión. Cuando se hace un análisis debe contarse con aspectos esenciales que se introducen en el debate y que parte por la historicidad del proceso. Eso siempre quedará disponible para el análisis posterior, cuando todo ya haya acabado. Será cuando caigan las máscaras y para enojo de la población, se verán los verdaderos rostros de los actores.
Llamar la atención a la comunidad para que observe con cuidado antes de decidir su voto y que esto cause susto a quienes tienen hilachas que esconder bajo las alfombras porque les hemos desnudado no es hablar desde un pedestal, es solo contribuir a que el proceso sirva para lo que se creó o lo que la ciudadanía pensó que serían las reglas a las que se sometió.
Se mantiene la desigualdad de la cancha entre Independientes puros y los partidos políticos y a nivel central parece que los primeros no existen, no son importantes y no se les da espacios para mostrar sus planteamientos. La clase política ha tomado para si la lucha por los escaños de la constitución y por ello es bueno recordar a la ciudadanía una y otra vez que eso no fue lo que el pueblo prefirió el 25 de octubre de 2020.