contadores web

Un resultado memorable – Ernesto Sepúlveda – Opinión

Un resultado memorable – Ernesto Sepúlveda – Opinión

Este domingo, terminó la inédita elección de gobernadores regionales. La autoridad que, por primera vez en nuestra historia republicana, va a dirigir los destinos de cada territorio del país. Una nueva jornada de votaciones, ejemplar, desde el punto de vista del procedimiento, y del control impecable de nuestro Servicio Electoral. Creo que es y debe ser un motivo de orgullo para todo Chile, que da prueba una vez más de su eficiencia y transparencia. Lo que no tiene nada de ejemplar, es la magra participación ciudadana. Concurrieron a votar una cifra cercana a los 2 millones y medio electores. Considerando que se votaba en 13 regiones del país, el padrón involucraba a unos 13 millones de personas, los votantes no alcanzan al 20% del padrón. Un dato que debe poner en el tapete, la reposición del voto obligatorio. Es un compromiso que las precandidaturas presidenciales, debieran asumir. Que más personas tomen las decisiones y no menos.
Con los resultados de este domingo, se instala un nuevo escenario político. Es la ratificación de que los vecinos y vecinas, los pobladores de cada territorio del país, ha optado por candidatos de la centro izquierda, para dirigir las gobernaciones regionales. De las 16 regiones del país, 13 regiones eligieron a candidatos (as), del pacto Unidad constituyente, y dos del pacto FA/PC. Sólo una región, la región de la Araucanía será dirigida por un gobernador de los partidos de derecha.
La elección del gobernador metropolitano, que el centralismo enfermizo, transformó en el foco de todos los medios, finalmente terminó con el triunfo del candidato Orrego de Unidad constituyente, militante DC. El partido de la falange, dado por muerto, por los sectores extremos, conquistó 4 de las gobernaciones regionales. La campaña metropolitana concentró los esfuerzos de todas las figuras mediáticas de ambos pactos, gran despliegue en medios tradicionales y en redes sociales. Lo que no puede dejar de mencionarse, es la agresividad, las descalificaciones, e incluso las mentiras, usados como elemento de campaña. Un discurso que apelaba a incitar el resentimiento, no se abandonó, ni siquiera en el discurso de despedida de la candidata derrotada. Expresiones que apelan al origen social, a las condiciones económicas, instalan en la discusión pública una dinámica de enfrentamiento.
La exacerbación de las diferencias, la apelación a argumentos propios de la dinámica política de los años 60’, es un recurso al cual ha recurrido un sector de la izquierda. Y la ciudadanía lo ha rechazado. El resultado de la elección, fue un rotundo apoyo a quienes encarnan el proyecto de la centro izquierda. La población de las regiones del país, están por realizar las transformaciones sociales, que Chile necesita, pero con estabilidad. La derecha también fue derrotada con claridad.
El tiempo que viene, es de mucha responsabilidad. Los tiempos no son para el triunfalismo, el fantasma del populismo anda suelto, y muchas personas han caído fácilmente, en sus discursos altisonantes. La construcción de una alternativa de gobierno, que ofrecer al país, requiere generar unidad de las fuerzas progresistas. Unidad con contenido. Unidad de forma y de fondo. El proyecto que transformó Chile en los 90’ y en los 2000, y que puede volver a transformarlo, es la centro izquierda. Debemos trabajar denodadamente por aliviar los dolores y el sufrimiento actual de nuestro pueblo. Eso se hace promoviendo y aprobando las iniciativas legales, que establecen beneficios para sectores vulnerables y pymes. Al mismo tiempo, debemos hacernos cargo, del llamado de los electores de Chile. Debemos generar la instancia democrática y participativa, que decida la candidatura presidencial, que va a encabezar, nuestro proyecto político, social y económico. Esa instancia es una primaria convencional, que se vote en cada localidad del país.
En este momento de victoria de las fuerzas progresistas, celebrar con tranquilidad, dar el beso a los hijos, y ya mañana, levantarse con renovado brío, a hacer lo que hay que hacer.
Ernesto Sepúlveda Tornero.