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El mítico Cabo de Hornos II, Parte segunda y final – Francisco Cárdenas Marusic

El mítico Cabo de Hornos II, Parte segunda y final – Francisco Cárdenas Marusic

    Sin duda alguna hoy, en pleno siglo veintiuno, podemos conectarnos a través de la red con cualquier parte del mundo y también podemos viajar a cualquier destino que elijamos, sin miedo a perdernos o a demorar semanas o meses en llegar; pareciera no haber barreras geográficas ni obstáculos físicos o marítimos para buques y aviones y prácticamente podemos dar la vuelta al mundo en relativo poco tiempo. 

     Pero no siempre ha sido así, es más, el conocimiento geográfico del planeta se gestó paso a paso, año a año, siglo tras siglo. Para el caso del hemisferio sur y con el hallazgo del estrecho de Magallanes en 1520, se abre la puerta a las exploraciones europeas que con gran audacia y resolución comienzan a llegar al cono sur de América, develando así, el misterio del hipotético continente llamado desde tiempos pretéritos “la Terra Australis Incógnita” y dando forma y dimensión a la gran “Tierra de los Fuegos”, con su fantástico “archipiélago fueguino” expresada en precisos mapas y cartas de navegación desarrollados paulatinamente. Debemos considerar que con la llegada de Magallanes al Estrecho quedaba abierta la ruta hacia la “especiería”, de vital importancia para la época y para el comercio. 

     A comienzos del siglo XVII quien mantenía el monopolio del comercio en Holanda era la Compañía de las Indias Orientales y para ello ocupaba las conocidas rutas de Occidente al lejano Oriente del cabo de Buena Esperanza y la del estrecho de Magallanes, esta última bajo control del monarca español, quien nunca pudo evitar el uso del mismo por potencias extranjeras. 

     Es la Compañía Neerlandesa Austral, creada por Wilhelm Corneliszoon Schouten e Isaac Le Maire quienes para evitar el monopolio se proponen hallar más al sur de la latitud del estrecho de Magallanes una ruta diferente a la de sus rivales. Dos buques zarpan del puerto de Texel en Holanda en junio de 1615 con proa al sur, son el Eendracth y el Hoorn. Perdido el Hoorn tras un incendio en la costa de Puerto deseado, hoy Argentina, es el Eendracth el que prosigue su travesía, el cual tras navegar el canal que nombraron Le Maire y por cuya banda de babor vieran la tierra que nombraron Isla de Los Estados; un buen día de enero de 1616 visualizan el peñón que era la ultima isla de Sudamérica bautizándola como “Kaap Van Hoorn” en homenaje a Hoorn, puerto interior en Holanda. Hoorn,”cuerno” en holandés posteriormente y al paso de los años derivaría al español “Hornos”. 

     Quedaba de este modo abierta al mundo una nueva ruta que conectaba oriente con occidente, diferente al estrecho de Magallanes y que llegaría a ser mundialmente conocida y se revestiría de leyenda. 

     La mayor parte del comercio mundial usaba la ruta del Cabo de Hornos, independientemente de los peligros que esta significaba. Esta ruta era el nexo entre las costas Este y Oeste de los Estados Unidos hasta antes de que se creara el ferrocarril transcontinental, sobre todo en aquel tiempo de la fiebre de oro en California.  

     Era el apogeo de los veleros, sobre todo de aquellos diseñados especialmente para llevar mucha carga pero que a su vez eran muy rápidos; nos referimos a los Clíperes (Clippers, en inglés) cuyos cascos largos y delgados los hacían muy veloces, algunos eran de tres mástiles, cuatro y hasta cinco. Las navieras competían en los plazos de entrega en la arriesgada carrera comercial.  

     Pero no todo era miel sobre hojuelas, la latitud, las condiciones atmosféricas, los fortísimos vientos y el tremendo oleaje del proceloso mar de Drake siempre fueron un desafío tremendo para los viejos lobos de mar que emprendían la ruta del Cabo de Hornos. No en vano hay más de ochocientos naufragios en el área, lo que implica más de diez mil marinos muertos en tan osado empeño. Mucho antes de llegar al área ya se comenzaban las maniobras de vela, pues no se sabían como iban a ser las condiciones al llegar allí. Imagine el lector un velero de cinco mástiles, la cantidad de hombres encaramados en los “palos” para maniobrar todo ese velamen en un mar tormentoso.  

    Así como eran de veloces los clíperes, también se registran retardos increíbles en poder “doblar” el Cabo. Es el caso de la fragata Sussana, de Hamburgo, que con su capitán y tripulación de inquebrantable valor y tesón en el invierno de 1905 debieron soportar un huracán fuerza 10 por espacio de ochenta días, razón por la cual les tomo mas de noventa días cumplir con su objetivo, por increíble que parezca. 

     Otros tiempos. La creación de los vapores que fueron desplazando a los clíperes, la apertura del canal de Panamá en 1914, van haciendo que la ruta del Cabo de Hornos vaya disminuyendo en tráfico hasta después de la primera guerra mundial. No obstante, el desafío es permanente, hoy, son muchísimos los veleristas que lo intentan con un tremendo espíritu marinero y desafían las aguas del mar de Drake para cruzar el mítico peñón.  

     En 1937 se funda en Saint Malo, Francia, La Amicale  Internationale, fundación creada por capitanes franceses que navegaron en aquellos antiguos veleros mercantes las aguas del Cabo de Hornos. Poco a poco se fueron incorporando otros países que también navegaron la ruta del Cabo de Hornos, entre los que se encuentran Alemania, Australia, Bélgica, Canadá, Chile, Dinamarca, Estados Unidos, Finlandia, Holanda, Inglaterra, Islas Aland, Italia, Noruega, Nueva Zelanda y Suecia. Todos sus miembros ya fallecidos forman esa legión de marinos que navegaron el Cabo de Hornos a vela y sin tecnologías y que reciben el nombre de “Cap Horniers”. 

     En 1986 se funda en Chile la cofradía de los Capitanes del Cabo de Hornos, Cap Horniers Chile, institución que en 1992, inaugura en la isla Hornos el Monumento del Albatros en Homenaje al Cabo de Hornos. 

     No es simple hablar de Cabo de Hornos, el tema es vastísimo y rico en historia y relatos. Las líneas precedentes son un esfuerzo por tratar de contar algo al respecto aunque sea en forma sintética y obviando miles de detalles, una especie de modesto homenaje, motivado por la pasión de quien ha navegado el área en un crucero de expedición como guía de expedición por espacio de quince años con el valor agregado de haber desembarcado en la isla Hornos unas trescientas veces, gran privilegio. 

     Los Cap Horniers piensan que el albatros es el ave que lleva el alma de los marinos muertos en la empresa de navegar el Cabo de Hornos, más de diez mil. 

    Despido esta columna con el poema de la poetisa chilena Sara Vial, el cual está escrito en placa de mármol en la isla Hornos junto a placa también de mármol homenaje de los Capitanes Chilenos del Cabo de hornos al inaugurar el monumento del albatros en 1992. 

     Soy el albatros que te espera en el final del mundo, 

Soy el alma olvidada de los marinos muertos, 

Que cruzaron el Cabo de Hornos, 

Desde todos los mares de la tierra, 

Pero ellos no murieron en las furiosas olas, 

Hoy vuelan en mis alas , 

Hacia la eternidad, 

En la ultima grieta de los vientos antárticos.