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De Pali Aike al Siglo Veintiuno – Francisco Cárdenas Marusic – Opinión

De Pali Aike al Siglo Veintiuno – Francisco Cárdenas Marusic – Opinión

En el lejano, deshabitado y desconocido sur parecía que nada acontecía, era como si el tiempo no existiera; nadie había allí para constatar lo que pasaba. Los días, los meses, los años y los siglos, al igual que las estaciones, se sucedían uno tras otro, sin apuro, solo al ritmo natural del planeta en su giro inalterable y eterno.



De pronto, desde las entrañas de la Tierra y en tres “pulsos” diferentes, afloran a través de la corteza terrestre ríos de lava incandescente que se diseminan por la superficie alterando completamente el paisaje. El primero aconteció hace unos tres millones de años; el segundo, hace unos ciento setenta mil años y el tercero hace unos dieciséis mil a once mil años, formando cráteres, cuellos volcánicos y “maares” en un desparramo de lava basáltica fabuloso y surrealista a la vez.



Durante el “pleistoceno tardío”, hace unos diez mil años y en presencia de una mega fauna y de hielo cuaternario que paulatinamente cedía ante temperaturas cambiantes, aparecen los primeros seres humanos en la inmediaciones de lo que hoy conocemos como el campo volcánico de “Pali Aike”. En un largo periplo que comenzó hace unos cuarenta y cinco mil años y cruzando la Beringia (teoría de la Beringia, tema amplio y que merece ser tratado en columna aparte) llega hasta el sur del planeta un grupo de hombres, mujeres y niños, “súper humanos”, a ocupar los espacios que dejaron las erupciones de Pali Aike y que se tornaron en refugios habitables que brindaban protección y abrigo.



Hablamos del “Hombre de Fell”, llamados “paleoindios” quienes convivieron con aquella mega fauna como lo fueron el Milodón, el caballo de Saldías o el tigre Dientes de Sable, entre otros, algunos de los cuales fueron parte de su alimentación. No sabemos de su aspecto, si sabemos que existieron debido a lo que nos han dejado, artefactos como por ejemplo, los proyectiles (puntas de flecha) “cola de pescado” llamados así por su forma y encontrados en las grutas o cuevas de “Fell” y de “Pali Aike”.



Sigue el tiempo su marcha inexorable, hay un espacio-tiempo entre el arribo temprano de los paleoindios y la aparición tardía de otro grupo hace tal vez unos siete mil años antes del presente, ¿sería esta la cultura antecesora de los históricos “Aonikenk” llamados también “Tehuelches”? Difícil de decir.



En algún momento del tiempo y tras muchísimos acontecimientos mundiales y locales, comenzamos a hablar de historia; la comarca deshabitada y desconocida al sur del mundo se le conoce hoy como la “Patagonia”. La cultura Aonikenk, cazadores recolectores nómadas presentes hasta comienzos del siglo veinte, ha dejado un buen registro cultural representados en sus instrumentos líticos y óseos como boleadoras, punzones, raederas, en el arte rupestre, en sus sepulturas, entre otros. Es posible que todavía exista la genética Aonikenk, sobre todo en el sector argentino de Patagonia.



Es ahora el tiempo presente, el momento del hombre del siglo veintiuno. La Patagonia en casi todo su territorio está poblada por grandes tribus urbanas, como viviendas usamos unas construcciones muy cómodas y calefaccionadas llamadas casas o departamentos. La megafauna y el hielo cuaternario de otrora ya no existen. Los proyectiles “colas de pescado” de los paleoindios o las “boleadoras” tehuelches ya no son necesarias, el ser humano moderno obtiene su alimentación en grandes centros comerciales llamados supermercados. Para movilizarnos tenemos unos “artefactos” llamados automóviles, aviones, helicópteros, barcos. Hay miles de cosas maravillosas que hacen la vida muy llevadera. Las comunicaciones son al segundo, es posible enviar una fotografía de un extremo al otro del mundo, es más podemos hablar con algún amigo o familiar que está en otro país y más aún, podemos verlo en vivo en una pantalla. Existe la posibilidad que el ser humano colonice otros planetas, como Marte.



Cada habitante, salvo excepciones, lleva consigo un aparato para las comunicaciones, es un elemento electrónico que permite al usuario interactuar con otras personas y realizar cosas antes nunca vistas y su vida va quedando registrada en la memoria infinita y fría de los aparatos de computación, como lo es el celular. La estepa libre e infinita de los paleoindios y de los tehuelches ha cambiado, la geología, la topografía, la glaciología, la cosmovisión, han cambiado. Sin darnos cuenta, vamos dejando un rastro de lo que nos ha tocado vivir, de lo que hacemos y de nuestra propia cosmovisión. Tal vez, al pasar de los siglos y también de los milenios, seremos motivo de estudio para los antropólogos, arqueólogos y para el mundo científico del futuro.

Hay lugares en Patagonia, que para el suscrito, como guía naturalista y como patagónico, despiertan el interés y admiración y conmueven los sentidos pues ellos fueron hábitat y hogar de quienes nos antecedieron, Paleoindios, Aonikenk, Manekenk, Selknam, Yaganes y Kawuésqar, Pali Aike es uno de ellos, visítelo y deje que el lugar le hable.



En lengua Aonikenk Pali Aike significa “lugar desolado”.





Francisco Cárdenas Marusic

Guía Naturalista – Patagonia Chilena