La promesa de dar gobierno efectivo – Víctor Maldonado – Opinión

La promesa de dar gobierno efectivo – Víctor Maldonado – Opinión


 
 
En una extensa entrevista el Presidente Boric ha evaluado el inicio de su gobierno. Lo que destaca es que la responsabilidad obliga a dar por el proceso de instalación, en lo que se refiere a la formación de equipos y al pleno reconocimiento y ejercicio de los cargos que se desempeñan.
 
Hablando con precisión, Boric afirma su convencimiento de que “este gabinete tiene todo el potencial para desplegar un excelente gobierno”, sabiendo que se entró en la etapa en que esto se verifica en cada caso o se producen cambios.
 
El mandatario identifica como principal problema una fractura, consistente en la falta de legitimidad de los poderes constitucionales, lo que denota un agotamiento del sistema político. La tarea sería mejorar el vínculo con los ciudadanos en una síntesis original que combine elementos nuevos y existentes.
 
Ante esta gran tarea, Boric puede enumerar las principales reformas por las que su gobierno será juzgado: pensiones, salud, tributaria, educación y convivencia pacífica (que no es sólo un asunto de leyes, pero que es igual de indispensable).
 
El paso decisivo para que las soluciones de más largo plazo puedan tener espacio para resolverse consiste en cambiar el actual predominio de la lógica inmediatista y dañina, como la que se expresa en los retiros de fondos de pensiones, reemplazándola por la dedicación a la reforma tributaria.
 
En lo operativo, estos logros requieren que el oficialismo, que es minoría en el Parlamento, logre consolidar un apoyo más parecido al que tuvo en la segunda vuelta. La baja en las encuestas se explica porque, en medio de altas expectativas iniciales, los tropiezos en la partida frenaron las acciones de las que dependía alcanzar este logro indispensable.
 
Como todo Presidente que quiere cumplir con su programa, Boric entrega un fuerte y condicionado apoyo a los miembros de su gabinete. En esto señala más sobre el desempeño de Siches de lo que aparenta. Dice que los episodios conocidos muestran que su “habitar el cargo (…) tiene que tener un estándar más alto”, que se ha debilitado su desempeño y que ella “tiene el deber de recuperarlo (…) y yo creo que lo va a lograr”. Va a hacer todo lo que pueda por su ministra, en tanto su ministra haga todo lo que tiene que hacer y no menos.
 
Se espera de un Presidente que señale el rumbo, establezca las prioridades y defina las principales acciones de su administración. Esto se está logrando.
 
El conflicto en el sur, no obstante, no está bien integrado en el diseño. Se adopta la perspectiva de estar frente a un conflicto “entre el Estado de Chile y el pueblo nación mapuche”, con ello se comprime en un solo paquete una contraparte que nunca ha sido única u homogénea y que no puede ser tratada como tal.
 
No se puede soslayar que, en paralelo al diálogo (no después de rechazarse por décima vez la invitación a dialogar), la violencia debe ser enfrentada. No se está ante el brazo armado de un actor mítico (pueblo nación).
 
Nadie nunca los ha elegido para eso. Hay grupos organizados y minoritarios que han definido emplear las armas contra el Estado y que escogen ciudadanos como su objetivo, no importando cuantas invitaciones reciban. Hay que tomarlos en serio y priorizar su contención. Los mitos no matan, los violentos, sí.