Inteligencia antidrogas y policía especializada para combatir el narcotráfico y el narcodinero | Manuel Luis Rodríguez

Inteligencia antidrogas y policía especializada para combatir el narcotráfico y el narcodinero | Manuel Luis Rodríguez



El narcotráfico se está convirtiendo en Chile en un gigantesco y creciente negocio, alimentado por grupos criminales organizados y redes de circulación que crecen en todas las ciudades y en todos los territorios de nuestro país. La prensa registra en Chile un aumento de los sucesos violentos en el contexto del narcotráfico, así como la constatación que el narcotráfico está utilizando todas las vías de entrada y salida del territorio nacional, incluidos los puertos marítimos de la extensa costa chilena, para exportar grandes cantidades de cocaína, al tiempo que se observa el surgimiento de nuevas amenazas, como la producción de drogas sintéticas.
Para enfrentar este flagelo se hace necesario desarrollar una política nacional y una estrategia que despliegue capacidades de recolección de información y de persecución de las redes de circulación de las drogas. No hay recetas mágicas ni soluciones fáciles para enfrentar este flagelo.
La inteligencia antidrogas consiste en una estructura institucional organizada y descentralizada para la recolección, tratamiento y análisis de información sobre el negocio del narcotráfico, a fin de producir datos destinados a quienes toman decisiones en materia de política antidrogas. Nuestro país evidencia una carencia en materia de inteligencia antidrogas en cuanto supone coordinación eficaz entre distintos organismos e instituciones.
Chile ha pasado de ser un país por donde circula la droga, a un país que exporta droga. Por muchos años la preocupación principal en Chile era el tránsito de drogas, por la cercanía con Perú y Bolivia.
La ubicación geográfica de Chile, vecino de Perú y Bolivia, grandes productores mundiales de cocaína, y ruta de paso de bandas del narcotráfico colombiano, las numerosas conexiones aéreas intercontinentales y su amplia costa de salida al Océano Pacífico lo sitúan como territorio deseado por el crimen organizado. Es un hecho que el tráfico marítimo de drogas está en auge, como señala la Fiscalía Nacional a través del Observatorio del Narcotráfico en su informe de 2020.
Cabe subrayar que la información sobre el creciente ingreso de drogas desde Chile, procede sobre todo desde países europeos, donde regularmente informan de cargamentos decomisados que salieron de puertos chilenos.
Un informe de 2019 de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE), organismo independiente asociado a Naciones Unidas, señala que Chile se ha convertido, junto a Brasil y Colombia, uno de los principales países de salida de la cocaína incautada en España, que es una importante vía de entrada de remesas de cocaína al continente europeo. Chile es también uno de los principales exportadores de la cocaína que entra a Australia y Nueva Zelanda, según señala reporta el mismo informe, solo por detrás de Estados Unidos.
Es necesario comprender que el negocio de la droga, el lucrativo y multimillonario negocio de circulación de las sustancias ilícitas, supone dos elementos fundamentales para que funcione: el primer lugar, el dinero que hace posible la compra y la venta de drogas y en segundo lugar, la droga, en sus distintas formas. El narcotráfico funciona como un negocio capitalista clásico: hay oferta y demanda, hay dinero que compra y que vende y hay productos que son comprados y vendidos. Los narcotraficantes tienen que transferir dinero a lo largo de toda la cadena de suministro: de los compradores a los vendedores y de vuelta hasta los productores de las drogas. Ese flujo de “dinero sucio” debe hacerse pasar por operaciones lícitas para parecer legítimo y, de ese modo, evitar que sea detectado por las autoridades. Eso es lo que se denomina blanqueo de dinero. Desde una perspectiva mundial, el producto del narcotráfico constituye una de las mayores fuentes de fondos ilícitos o de dinero sucio que se han de blanquear. Según cálculos de la UNODC, el blanqueo de dinero representa aproximadamente el 2,7 % del PIB mundial.
Por lo tanto, perseguir el dinero de la droga, las distintas tácticas y procedimientos de lavado de dinero que resultan de la compraventa de las sustancias ilícitas, supone atacar el corazón del negocio: si se interrumpe el circuito del dinero, se interrumpe la circulación del producto. El narcotráfico es al mismo tiempo, circulación de la droga y circulación del dinero que la compra y la vende.
Levantar el secreto bancario es una de las estrategias fundamentales, aunque no la única, para combatir las redes del narcotráfico y del narco-dinero.
El dinero del narcotráfico circula por redes subterráneas que corrompen las instituciones, los servicios, las empresas, las ciudades, los territorios, los barrios y las familias.
Un segundo paso estratégico que puede adoptar Chile en esta etapa de la lucha contra el narcotráfico sería la creación de una policía antidrogas, altamente especializada y concentrada en disputar el terreno e interrumpir los circuitos de circulación del tráfico de drogas y del dinero que resulta del narcotráfico. Esta policía antidrogas debiera concentrar todas las capacidades humanas y tecnológicas para enfrentar directamente el narcotráfico en los territorios.
En Chile hoy el fenómeno de la violencia narco se ha expandido por todo el territorio nacional, afectando a numerosas poblaciones y las bandas criminales del narcotráfico están accediendo y utilizando armamento cada vez más sofisticado y letal. Una política antidrogas efectiva puede implementarse hoy en nuestro país, mediante la respuesta estratégica de una nueva policía especializada antidrogas.

Manuel Luis Rodríguez U., cientista político y sociólogo.

Magallanes, abril 16 de 2023.