Escogiendo entre el fuego y la sartén | Víctor Maldonado R. | Opinión
¿Qué tal si la meta de la derecha dura no sea ganar la próxima elección presidencial, sino quedarse una temporada larga en el poder? Porque es eso lo que parece estar preparándose en silencio, pero con efectividad. Mientras la centroizquierda está atravesando por su peor momento en años.
Imaginemos el camino lógico de “ganar para seguir ganando”, que es el nombre más apropiado que le calza a la mejor alternativa que tiene la oposición para instalarse en el poder, no con carpa, sino bajo construcción sólida.
El camino es el siguiente: conseguir un acuerdo desde Republicanos a Chile Vamos en las elecciones municipales y regionales; desplazar a la izquierda en capitales regionales y en gobiernos regionales significativos; validar el despeje del tema presidencial con un mecanismo que evite llegar divididos a la primera vuelta; focalizar su primer gobierno en la represión dura a la delincuencia y en la administración eficiente del resto.
En la segunda guerra mundial, cuando la capital alemana estaba por caer, se dice que los berlineses se dividían en dos grupos: los pesimistas que estaban aprendiendo ruso y los optimistas que estaban practicando inglés.
Cuando el horizonte se cierra, las opciones que se presentan por delante empiezan a sonar muy extrañas. En lugares apartados de las cámaras, entre susurros, en medio de miradas furtivas, en la centroizquierda hay quienes se preguntan en serio: ¿qué harías tu si tuvieras que escoger entre Kast y Matthei?
Puede que, al final, estos sean los optimistas. En la versión de los pesimistas (que suelen ser optimistas bien informados) ni siquiera podrán escoger entre el fuego y la sartén que, para efectos de cocinarlos, se presentarán unidos.
Lo cierto es que ya las conversaciones reservadas en la derecha están saliendo a flote, como cuando Ernesto Silva, el expresidente de la UDI, señala que “hoy existe espacio para construir un solo bloque opositor más amplio”. Es solo una avanzadilla, pero se trata de un movimiento completamente lógico.
En la derecha, los que tienen ambición quieren ganar el gobierno y los que tienen todavía más ambición quieren ganar varios gobiernos, rompiendo la oscilación de péndulo al que nos acostumbramos con la alternancia en el poder que empezó en 2010. Estos son los planes, ¿cómo va la reacción al frente?
Lo que se detecta es falta de respuestas ante una situación muy adversa. Se ha acentuado la deserción de militantes de los partidos afectados por denuncias, pero el efecto ha contaminado a los cercanos. El senador del PS, Juan Luis Castro, no tiene problemas en declarar “me da una vergüenza enorme estar apoyando al gobierno”. Tómese nota de la generalización asumida.
Lo más grave, sin embargo, es el inicio fallido de la renovación de directiva del PPD. Los cambios de última hora, las inscripciones en el límite del plazo, la existencia de candidatos que no son tales, no tienen buena presentación. La intervención desde La Moneda en un proceso interno sería todavía peor.
Todo lo mencionado tiene arreglo, a condición de poner fin a las vacaciones de la responsabilidad política que se han tomado varios. El despertar ha de ser pronto porque la unidad que se está promoviendo es solo la de la derecha.