La Constitución maletera | Víctor Maldonado | Opinión

La Constitución maletera | Víctor Maldonado | Opinión

Tal como está quedando el texto constitucional, preparado de acuerdo con la voluntad de Republicanos, el aborto no está permitido, tampoco está prohibido, ni se establece, como ocurre hoy por ley, que sea posible en casos excepcionales y tipificados. Lo que hace es golpear por la espalda y sin aviso.

La redacción deja un conflicto instalado que posibilita, por su ambigüedad, sostener posiciones antagónicas basándose en las mismas palabras, puestas allí para que eso suceda. Los que interpretarán serán los tribunales, tomando decisiones que, en conciencia, corresponden a las personas.

Republicanos ha dicho, pese a lo inconsistente de la afirmación, que no está cambiando nada de lo que existe ahora y que, básicamente, todo sigue igual. No se cambian las redacciones para mantener la anterior porque nadie pierde el tiempo para buscar una forma novedosa de dejar las cosas donde mismo.

Lo que sucede es que el partido de Kast sabe que su posición es minoritaria y el esfuerzo que realiza busca hacer digerible para la mayoría algo que es contrario a sus convicciones. Se trata de golpear por la espalda, sin aviso y haciéndose el desentendido. El “maleterismo” en grado superlativo.

Lo que caracteriza la posición de Republicanos no es, por supuesto, la ausencia de principios, sino el intento de imponer sus principios a quienes no los comparten. La democracia funciona en base al diálogo y al convencimiento, no sobre el intento de predominar sobre la opinión de la mayoría.

Lo que estamos presenciando es una forma aparentemente astuta de que una minoría imponga sus términos al resto. A los nuevos herejes no se les quema, se hace que la Constitución persiga la herejía.

El maletero, por su condición, golpeará de forma artera cada vez que pueda. No se sabe qué es peor si la arrogancia y vanidad implícita o el pobre concepto que se demuestra tener de sus conciudadanos. Con el nivel educacional de nuestros compatriotas, no es cosa de meterle el dedo en la boca a la mayoría.

Tal vez lo peor de todo es que la confianza de esta estrategia se base en la idea de que medidas como las de eliminar las contribuciones, que funciona como una especie de soborno masivo, se impondrá por sobre los muchos aspectos cuestionables que están quedando plasmados. No es como reza el dicho que “hecha la ley, hecha la trampa”, sino que la ley misma es la trampa.

El caso del aborto no es el único, desde luego. Una objeción de conciencia que incluye a las instituciones que, por definición, no tienen conciencia; una exención de contribuciones para favorecer una clase media que incluye a Luksic y a Piñera; una disminución del número de parlamentarios justificado por ahorro, cuando es parte de un diseño que favorece a la derecha en las elecciones. Los motivos esgrimidos no son los que, en verdad, se tienen.

No se necesita saber en cuántas ocasiones más Republicanos habrá logrado introducir elementos en apariencia inofensivos, pero que provocará conflictos de distinta magnitud instalados en la propia Constitución. Así no se trata a Chile. No se le entrega una Constitución sobre la base de lo que no se reconoce, pero que deja minas activadas en el terreno. Instalar conflictos no construye la paz.