Tres focos de conflicto con potencial global
Tres focos de conflicto amenazan la estabilidad mundial en la actualidad: el conflicto entre la OTAN y Rusia en Ucrania, la guerra en Medio Oriente entre Israel y el pueblo palestino y la tensión en el Asia Pacífico entre EEUU y China por la isla/provincia de Taiwan.
Estos tres focos de conflicto tienen el potencial y la probabilidad de escalada hasta un conflicto más generalizado en Asia oriental, en Europa y en el Medio Oriente. Los riesgos de escalada se originan tanto porque las tres potencias involucradas en estas guerras -Estados Unidos, China y Rusia- son actores dotados del arma nuclear, como porque cada nudo conflictivo involucra a diversos Estados entrelazados por alianzas e intereses comunes, que participan directa e indirectamente en el conflicto.
Un escenario que permite recordar los preludios de la I Guerra Mundial (1914-1918) donde el cruce de alianzas políticas y militares entre los Estados europeos, hizo posible que un hecho aparentemente aislado y circunscrito, desencadenó el primer gran conflicto mundial del siglo XX.
Cada una de las guerras en curso, en Ucrania, en el territorio palestino de Gaza o en la zona de Taiwán, es un conflicto de reciente data, sino que, por el contrario, son una consecuencia de prolongados litigios, diferendos y conflictos que se han venido acumulando desde hace decenios.
El conflicto en Ucrania entre las fuerzas de la OTAN (armamento, inteligencia, entrenamiento) y Rusia, desde la invasión de 2022, tiene dimensiones políticas, geoeconómicas y geostratégicas: las sanciones de Occidente contra Rusia ponen en riesgo los suministros de cereales y de hidrocarburos, acentúan la volatilidad de los precios de los combustibles, aceleran la rivalidad hegemónica por el control sobre ciertos recursos naturales y energéticos estratégicos, genera flujos migratorios y desplazamientos forzados de población…
En este contexto de incertidumbre global, EEUU acelera su estrategia de dominación y control en América Latina, tanto para enfrentar la creciente presencia económica, financiera y tecnológica china, como para asegurar su acceso a los recursos naturales y materias primas de interés para la industria estadounidense, y para acercar a la OTAN a la región latinoamericana. A medida que la OTAN ingresa y se involucra gradualmente en América Latina, crece la fragilidad y la vulnerabilidad estratégica de esta región, ante los conflictos en que la Alianza Atlántica está involucrada.
Al mismo tiempo se fortalece y se intensifica la alianza estratégica entre la República Popular China y la Federación Rusa, actuando en la escena internacional como potencias globales en la perspectiva del Sur Global y de la expansión de sus intereses en Africa, Asia y América Latina y el Caribe.
En todo el mundo aumentan la pobreza y la indigencia, las migraciones forzadas, la inseguridad alimentaria, las crisis climáticas originadas en el cambio climático y la desigualdad social y económica, dejando al descubierto las debilidades del neoliberalismo capitalista y la desigual distribución del poder, de la riqueza y de los recursos.
Asistimos a una crisis global.
En un cuadro internacional marcado por la rivalidad hegemónica global, la incertidumbre geopolítica y geoeconómica y la acentuación de las crisis energética y migratoria, América Latina aparece como un actor internacional dividido, fragmentado y con baja capacidad de incidencia en las grandes centros de poder mundial. En un escenario de multipolaridad y de incertidumbre creciente, la multitud de actores latinoamericanos no alcanzan a manifestar su presencia e importancia ni a influir en la toma de decisiones del orden mundial.
Magallanes | Chile, 30 junio 2024.-
Manuel Luis Rodríguez U.
Fundación Latinoamericana de Política y Prospectiva | FLAPP CHILE.