Jueves 21 de septiembre de 1843: la llegada de la goleta Ancud al Estrecho de Magallanes
Miércoles 20 de septiembre.
En Eagle Bay permanecieron anclados todo el resto del miércoles 20, esperando que cambien los vientos, “saliendo de allí a las 7 de la mañana del día 21” según relata el Bitácora del Capitán Guillermos.
Jueves 21 de septiembre.
Temprano, hacia las 08 de la mañana doblaron el cabo San Isidro y enfilaron en dirección norte por el Estrecho.
Hacia las 10 de la mañana, pasaron a la cuadra de la punta Santa Ana, y habiendo observado en ese promontorio una asta de bandera, Juan Guillermos dispuso recalar en la bahía sur contigua, llamada de San Juan.
El capitán Juan Guillermos miró su reloj: era el mediodía, había un sol agradable y una suave brisa. Ordenó entonces echar el ancla.
La goleta “Ancud” recaló en la bahía de San Juan a unos trescientos metros de la punta Santa Ana y entonces desembarcaron en la chalupa, Juan Guillermos, cuatro artilleros, el teniente Manuel González y Bernardo Philippi. Relata el Diario del Capitán: «En el acto desembarqué, acompañado del teniente de Artillería don M;anuel González Idalgo, el señor naturalista don Bernardo Phillipi i cuatro artilleros; fuimos al asta i cavando al pié encontré enterrado un tarro de barro lacrado que abrí, hallando un documento en conmemoración de los buques de vapor «Chile» i «Perú», que habían pasado del Atlántico al Pacífico, siendo los primeros vapores que navegaron estos estrechos. En tal tarro encontré tres monedas de plata de la Gran Bretaña, trayendo a bordo dichas monedas i el documento para copiarlo.»
En el promontorio se percataron que se trataba de una señal dejada tres años antes (1840), por el paso de los primeros vapores –el “Chile” y el “Perú”- por el Estrecho de Magallanes.
Consistía en un mastil de madera, a cuyo pie se encontraba una vasija de greda sellada con lacre, conteniendo un documento conmemorativo del paso de los vapores y tres monedas inglesas de plata. Guillermos, celoso de las prerrogativas del Estado de Chile, hizo retirar todo vestigio, dejando una copia del documento en el lugar (llevandose el original en inglés a la goleta) y reemplazando las monedas de la
Corona británica por monedas chilenas.
Entonces, el capitán Guillermos -teniendo presente las instrucciones que traía y una sensación de premura que lo atenazaba- decidió de inmediato que debía procederse a la toma de posesión del Estrecho.
Regresaron al poco rato a la goleta.
Ese día, el almuerzo preparado a bordo por Venancia e Ignacia tuvo un sabor distinto y emocionante… y Juan Guillermos aprovechó el momento para anunciarles a los presentes que, concluído el almuerzo, debían desembarcar para el acto.
La sobria ceremonia, comenzó hacia las 2 de la tarde.
Primeramente, se procedió a izar la bandera de Chile en el mastil levantado en la punta Santa Ana, mientras todo el personal reunido entonaba con entusiasmo el Himno Nacional. A continuación, Juan Guillermos y su plana mayor procedieron a levantar el acta oficial.
Entonces, de pie frente al Estrecho, teniendo a su derecha el asta con la bandera recién izada y a su izquierda, todo el personal formado y reunido, Juan Guillermos, acompañado por Eusebio Pizarro a un costado y Jorge Mabón y Bernardo Phillipi al otro, procedió a dar lectura al Acta de Toma de Posesión cuya versión textual es la siguiente:
«DIOS SALVE LA PATRIA – VIVA CHILE
En cumplimiento de las órdenes del Supremo Gobierno, el día veintiuno del mes
de septiembre del año mil ochocientos cuarenta i tres, el ciudadano, capitán graduado
de fragata de la Marina Nacional, don Juan Guillermos y asistido con el Teniente de
Artillería don Manuel González Hidalgo, el piloto 2° de la Marina Nacional don Jorge
Mabón, el naturalista prusiano voluntario don Bernardo Eunom Phillipi y el sargento
2° distinguido de Artillería don Eusebio Pizarro que actúa de Secretario, con todas las
formalidades de costumbre tomamos posesión de los Estrechos de Magallanes y su
territorio en nombre de la República de Chile, a quién pertenece conforme está
declarado en el artículo 1° de su Constitución Política (
_), y en el acto se afirmó la
bandera nacional de la República, con salva de veintiún tiros de cañón.
I en nombre de la República de Chile protesto en el modo más solemne cuantas
veces haya lugar contra cualquier poder que hoi o en adelante trate de ocupar alguna
parte de este territorio. I se firmaron con migo el presente acto el día beinte i un de
septiembre de mil ochocientos cuarenta y tres años i el tercer año de la Presidencia del
eselentísimo señor General dn Manuel Bulnes.
Juan Guillermos Bernardo Phillipi
Gefe Naturalista en comisión del
Gobierno de Prucia y voluntario
En la expedición a Magallanes
Manl. Gons Idalgo
Jorge Mabon
Eusebio Pizarro
Secretario
I los de más indibiduos que firmamos esta acta de posesión son los siguientes:
Je. Ma. Yañez
Lorenzo Aros
Recardo Didimus
José Santana
Remigio Gonsales
Geronimos Ruis
José Vitor Mill
Manuel Albarado
Oracio Luis Guillermos
Carlos Millar
ARTILLEROS DE LA REPUBLICA.
Cabo – José Idalgo.
Artilleros Sipriano Jaros
Balintin Vidal
Pascual Riquelme
Manuel Billegas
Lorenso Soto
Eusebio Pizarro
Secretario
Mujeres
Benancia Elguele y Jarros
Ignacia Leyba y Bidal.
Es en todos sus partes Conforme el acto original. Con dha fha lebantada que qeudó depositada al pie de la hasta de Bandera lacrada y sellada con dibisa de la República de que doy fés.
V° B°
Guillermos Eusebio Pizarro
Secretario».
Después, se procedió a la firma del Acta. Signaron primero el documento la «plana mayor» de la expedición: Juan Guillermos, Manuel González Hidalgo, Bernardo Phillipi, Jorge Mabón y Eusebio Pizarro y, a continuación, el resto de los asistentes: los 4 marineros (dos de ellos habían quedado de guardia en la goleta), los seis artilleros de la tropa, el timonel, el carpintero y las dos mujeres.
Acto seguido, se procedió a disparar una salva de ordenanza de 21 tiros de cañón, la que fue respondida a continuación por el cañón de la goleta. Los vítores de ¡Viva Chile! de los asistentes, hicieron eco en la silenciosa bahía de San Juan.
Encendieron a continuación una fogata sobre la punta Santa Ana, y permanecieron en el lugar toda la tarde, en un momento de agazajo y descanso de todos los asistentes.
Cumplida la finalidad posesoria de la expedición, marineros y oficiales todos emocionados regresaron a la goleta al fin de la tarde, pero la acción chilena de soberanía recién comenzaba…
Durante toda la noche del día 21, hasta el mediodía del viernes 22 de septiembre, soplaba sobre la punta Santa Ana un fuerte viento del W. que, según Guillermos «…levantaba la mar como humareda i cielo mui claro.»
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(Del libro: Rumbo al Sur: la histórica expedición de la Goleta Ancud al estrecho de Magallanes, 1843″ de Manuel Luis Rodríguez U. Próximo a publicarse en Punta Arenas)