Las verdaderas necesidades y urgencias de los ciudadanos | Manuel Luis Rodríguez | Opinión
En tiempos de campaña, cuando la verborrea inunda radios, diarios y televisión, ocurre con frecuencia que se pierde el sentido de la realidad que viven los ciudadanos en sus vidas cotidianas, pérdida que permite explicar -en parte- la notoria distancia que existe entre ciudadanos y políticos, entre los que toman las decisiones y quienes deben cumplir las decisiones. Las campañas pueden parecer como una avalancha colorida de promesas y de anuncios atractivos.
Podría decirse que las campañas electorales son el espejo al revés de la realidad cotidiana: se inventan necesidades con soluciones imaginarias, mientras que en la vida cotidiana se resuelven necesidades con soluciones concretas.
Las verdaderas necesidades y urgencias de los ciudadanos son realidades profundas que permanecen a través del tiempo y pueden resumirse en pocas palabras: trabajo y sueldos justos, salud, educación, vivienda, seguridad.
Por encima de los adornos verbales de la retórica, estas son las urgencias que mueven a las personas.
En definitiva, las necesidades de las personas, permanecen en el tiempo, a medida que los gobiernos pasan y las promesas se desvanecen en el aire: los ciudadanos reclaman trabajos dignos y bien remunerados, demandan salud pública oportuna y de calidad, exigen educación de calidad, piden y reclaman vivienda digna y seguridad.
Basta leer los programas presidenciales de los últimos 50 o 60 años en la historia social y política de Chile, para comprobar una y otra vez que trabajo, educación, salud y vivienda, siguen siendo demandas permanentes y promesas constantes.
Estas necesidades evolucionan con el tiempo. Las personas necesitan y reclaman una vivienda y una vez que obtienen su vivienda, quieren mejor calidad de vida en sus barrios, quieren más seguridad, espacios públicos saludables, mejor convivencia.
Antes las personas lograban educación básica y media como un mínimo fundamental para prosperar en la vida; ahora los jóvenes reclaman educación superior de calidad y gratuita y que responda a las nuevas necesidades y especialidades que surgen en el trabajo.
La calidad de la salud se mide en los Centros de Salud en los barrios y en los hospitales públicos y en la opinión que los pacientes tienen de la atención que están recibiendo. ¿Qué candidato podría sentarse dos horas en una sala de espera de un CESFAM o de un hospital y escuchar lo que está ocurriendo en realidad?.
Esta es la brújula que debiera guiar a los candidatos.
Manuel Luis Rodríguez U.
Magallanes, 2 de octubre de 2024.