«Patear con la derecha» | Cristián Bahamonde | Opinión
«No tiene nada de novedoso, dedicar tiempo al forzado cruce, -casi siempre unilateral y oportunista-, entre la clase política y el fútbol. Desde tiempos inmemoriales y sin importar la tendencia, diestros y zurdos recurrieron al balompié para subir en las encuestas o tapar con goles alguna fechoría. Así volaron zapatos, se retrasaron golpes de Estado, se importaron mega estrellas, se prometieron platas para estadios y se compraron acciones de populares clubes con objetivos electorales.
Hoy, el deporte más hermoso del mundo salió a la cancha no por un llamado arbitral, sino cuando una candidata a La Moneda y actual Alcaldesa de Providencia, se refirió al sueldo de los futbolistas para legitimar un pago estrafalario y casi pornográfico de una figura de su sector, o de su equipo, entendiendo el cruce futbolero. Acto seguido, muy a pesar del barrilete cósmico, la pelota se manchó y con saliva de otro mundo. Más bien de otra liga. «A Nadie le extraña qué un futbolista gane 100 millones de pesos», dijo la postulante a La Moneda. Casi grosera desconexión de la realidad mediante, la frase tuvo un efecto propio de un autogol imperdonable, partiendo de la base de que ningún futbolista en Chile gana ese monto (Arturo Vidal, es el mejor pagado de la liga nacional y su estipendio mensual es de $100.000 dólares), sumado a que esos salarios no reciben ningún aporte del Estado ni dependen de fastuosos aportes de un ministerio afin.
Razón tiene el Sifup (Sindicato de Futbolistas Profesionales), cuando en un comunicado posterior al error táctico de Evelyn Matthei (por suerte no la dirige Bilardo), sostiene que «Cómo gremio, jamás nos hemos referido a los sueldos de los políticos, cómo tampoco a los escándalos que han protagonizado varios de ellos». Esa fue la sensata respuesta de un Sindicato que debió salir a trabar a la uruguaya, producto de un boquillazo carente de fundamento y absolutamente innecesario, pero que da cuenta de un afán negacionista burdo, grosero, esmirriado, y lo que es peor, desenchufado totalmente de las pellejerías de nuestro tan aporreado fútbol de cada día.
Un jugador rentado tiene una carrera llena de surtidos hitos porque -entre otras cosas- entrena, juega, se concentra, hace pretemporada y sacrifica buena parte de su infancia y adolescencia lejos de su familia, en pos de esos «Sueños de niñez» de los que hablan los legendarios Miserables. Casi siempre en Chile, un futbolista es fruto de un esfuerzo muy grande, de muchas privaciones, que se transforman en grandes sumas, sí es que ese jugador se instala en las ligas mayores y no en un equipo del interior del país o en una división que no sea la de honor. Otra cosa muy distinta es ser parte de la élite desde la cuna, «pitutear» por 17 palos mensuales, sólo 22 horas a la semana y ni siquiera ganarse esas lucas presencialmente, además con dineros públicos comprometidos en la operación. Hace unos años los llamaron «Sueldos Reguleques» y hoy se los embolsan en silencio, hasta que se filtran.
A final de cuentas, teníamos a Messi, Mbappé o Cristiano Ronaldo, regateando en el plantel de una Universidad de nombre santo, vaya paradoja. Teníamos a la figura mejor pagada del mundo, jugando en nuestra liga, en una cancha que es privada, pero no tanto.
Ni Schiappacasse, ni Palma, ni Carcuro, ni el Grillo del Gol, sabían que teníamos en Chile a una jugadora que valía cada peso en oro y que era buena para los enganches, desbordes y pelotas muertas y que por eso era tan bien pagada, porque claro está, goles son amores y no buenas razones. Jugó en España y a pesar de no estar a disposición del entrenador, fue Pichichi igual. Una goleadora insigne que también colabora en defensa, que se repliega con firmeza y cuando es marcada de cerca, cambia de frente con maestría y precisión. Una artillera de esas que definen con pasmosa frialdad.
Con el gramado ya embarrado, nada peor que colgarse del fútbol y hacerlo de manera literal. La declaración de la carrilera por derecha Evelyn, no fue otra cosa que la viga y los apuntados la soga.
Era mejor reconocer que no estábamos ante un sueldo de mercado, responder lo que la prensa pregunta y explicar tamaña brecha entre Harvard y Santiago.
Pero no, parecía más conveniente montar cortinas de humo con perfume de gol , usar de ejemplo a una actividad sin relación alguna con el conflicto y criticar solapadamente al hincha, so pretexto de no extrañarse por sueldos ultra suculentos que en nuestro medio, a decir verdad y salvo contadas excepciones, no existen.
En eso los futbolistas son más vivos y saben distinguir el minuto exacto en el que la jugada requiere de un pase filtrado (Mago Valdivia querido, cuánta falta nos haces). Los muchachos (as) no hablan de lo que no saben, cuando erran un penal no le echan la culpa al Parlamento o a un Ministerio y cuando reciben tarjeta roja se van porque es parte del reglamento. Los otros siguen ahí, no se marchan aunque los echen, se pierden goles sin rendir cuentas, sus entrenadores no renuncian ni al borde del descenso, no llaman al VAR por el secreto bancario u otra jugada polémica y lo que es peor y más grave, ganan lucas cómo si jugaran en el Real Madrid, mientras ni siquiera se presentan a entrenar, ni mucho menos a dar la charla técnica en esa pizarra casi siempre de blanco francamente virginal.
Por estas y otras surtidas razones, uno de los ex mediocampistas más grandes del fútbol latinoamericano, el grandísimo Peruano Teófilo «El Nene» Cubillas, nunca será Cubillos. Por más que lo intenten.»
Cristián Bahamonde O.