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Democracia ahora y siempre | Arturo Diaz Valderrama, Consejero Regional Región de Magallanes y Antártica Chilena | Opinión

Democracia ahora y siempre | Arturo Diaz Valderrama, Consejero Regional Región de Magallanes y Antártica Chilena | Opinión

Bulladas fueron las declaraciones de la candidata presidencial Evelyn Matthei respecto a los crímenes perpetrados durante la dictadura, donde justificó la muerte a manos del Estado de miles de personas. Según sus propias palabras, dichas muertes eran inevitables y, aparentemente, necesarias debido al contexto sociopolítico que atravesaba el país en ese entonces.
Ante este tipo de comentarios no podemos permanecer indiferentes. La dictadura y sus crímenes de lesa humanidad deben ser recordados únicamente para su condena, persecución judicial y para mantener viva la memoria histórica de lo que jamás debemos repetir bajo ningún punto de vista. Resulta profundamente vergonzoso y alarmante que hoy, una candidata presidencial justifique acciones que constituyeron brutales violaciones a los derechos humanos.
La preocupación no es menor: radica en la posibilidad de que una persona que relativiza los crímenes de Estado pueda asumir la conducción del país, poniendo en riesgo no solo el respeto por los derechos humanos, sino también la profundidad de nuestra democracia. La historia nos enseña que la democracia no es un estado garantizado; es un proyecto vivo que se construye y defiende día a día. Y su defensa parte, necesariamente, por la condena absoluta a cualquier forma de violencia política, particularmente aquella que se ejerce desde el poder.
Cuando se justifica el terrorismo de Estado, se erosiona el pacto social que sostiene la vida democrática. Se banaliza el dolor de miles de víctimas y se siembra la peligrosa idea de que, en determinados contextos, la violencia puede ser aceptable. Esta es una pendiente resbaladiza que nuestra sociedad no puede, ni debe, transitar nuevamente.
La democracia no solo se ejerce en los procesos electorales; se vive también en el respeto irrestricto por la vida, la libertad, la justicia y la dignidad de las personas. Cada vez que justificamos o relativizamos el horror, debilitamos la base misma sobre la que hemos reconstruido nuestro país tras el fin de la dictadura.
Por ello, es urgente y necesario alzar la voz, recordando que los crímenes de lesa humanidad son inamnistiables, imprescriptibles y moralmente imperdonables. No podemos permitirnos una sociedad donde las heridas del pasado sean negadas o minimizadas en función de intereses políticos coyunturales.
Hoy, más que nunca, reafirmamos nuestro compromiso: democracia ahora y siempre. Por la memoria, por la justicia, por las generaciones futuras que merecen vivir en un país donde nunca más el miedo, el odio y la violencia sean herramientas de poder.