“Sirios en Puerto Natales” por Ramón Arriagada Empresario

Dicen los antiguos pobladores natalinos que en noches de viento en los años ochenta, cuando aún permanecía abandonada la casona ubicada en la esquina de Bories con Magallanes, la imaginería popular aseguraba escuchar los acordes de laudes, tamboriles, flautas, rabeles y Kanun. En aquel lugar, donde hoy se erige el Hotel Gusinde, estaba ubicado un gran emporio de propiedad de comerciantes sirios, los hermanos Ali (Pedro, Amado, Alí y Osman) cuyo origen era la ciudad de Damasco.
Desde los orígenes del poblamiento de Puerto Natales (1911), llegaron para formar parte del esfuerzo pionero, una gran cantidad de jóvenes provenientes de Palestina, Líbano y Siria. Los más numerosos fueron los de origen sirio, cuyo núcleo estaba conformado por los hermanos Alí, quienes ya están instalados con establecimientos de provisiones en el año 1919. No olvidar que en aquel año se producen los tristes acontecimientos de Puerto Natales y Bories, donde mueren 6 operarios de los frigoríficos y cuatro carabineros.
Los esforzados pobladores natalinos que fundaron ciudad, muy pronto se familiarizaron con el almacén y tienda de Taufic Ahmad, ubicado en la calle Bulnes; con la paquetería de Emilio Alay y Martín Gazale en la misma arteria comercial; con la zapatería de Esleman Marad; otros fueron Hussein Fayad, Agustín Youssuff (Almacén “La Aurora”), Vicente Felix Zerán, Ismael Suleiba, Elías Diap, Mohamed Mourad. Más tarde vendrían las familias Zeidán y Zalej. Todos ellos, huían de sus países, por aquel entonces invadidos por el Imperio Turco Otomano.
Otros pobladores de igual condición, estaba constituido por el núcleo de familias provenientes de los territorios croatas, bajo la tutela por aquellos años del Imperio Austro Húngaro. Los árabes ingresaron a Chile “bautizados” por policías de puertos y pasos cordilleranos como ciudadanos “turcos”. En tanto, los migrantes croatas, recibían como nacionalidad la “austríaca”. Para muchos de ellos que huían por convicción nacionalista, la bendición de los funcionarios chilenos era una burla a su condición libertaria.
Muchos de esos ciudadanos árabes, partieron hacia otras regiones del país y hacia la Patagonia argentina, sin dejar descendencia en Puerto Natales. La familia siria que persistió en el tiempo fue la de los hermanos Alí, que posteriormente enmendaron la “economía” del funcionario policial chileno, volviendo a su apellido original, Chelech. En casa de ellos, se conservó por muchos años, la tradición omeya de Damasco, que considera el canto y baile como una medicina del alma.
En el tiempo se mantuvieron los lazos de sus descendientes, con sus iguales que se quedaron a vivir en Siria. Con pena han constatado que muchos de sus parientes han muerto en la guerra fratricida que tiene como escenario ciudades tanta significación para la historia de la humanidad como lo son Damasco y Aleppo. Es de tal magnitud el drama humanitario para esta nacionalidad del mundo árabe, que duros funcionarios de migración europeos han tenido que ceder a la presión de sus pueblos y dejar de lado afanes xenofóbicos. La expulsión violenta de ciudadanos sirios y la predisposición de estos a morir en el intento de llegar a territorios exentos de la barbarie de la guerra, ha hecho que el mundo se incline con respeto ante el martirologio.