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«21M en las calles de Pancho» por por Ernesto Sepulveda Tornero

«21M en las calles de Pancho» por por Ernesto Sepulveda Tornero

A propósito de las duras imágenes de Valparaíso, que todo el país pudo ver por televisión el 21 de Mayo, nos surgen, como a la mayoría del país, una serie de inquietudes. Desde la obvia pregunta, quienes son y qué pretenden estos sujetos?, nadie ha salido a revindicar el ataque e incendio a farmacias, establecimientos comerciales y al edificio del Concejo municipal de Valparaíso. Pero las imágenes hablan por sí solas, existió coordinación, planificación, y la ejecución premeditada de las acciones que condujeron, al lamentable fallecimiento de un trabajador municipal. Cada vez resulta más evidente la existencia de grupos autodenominados “anarquistas” en el medio universitario, éstos aprovechan cada convocatoria a marcha, movilización, paro o huelga, para copar el espacio público, y a la sombra de la multitud que se manifiesta pacíficamente, realizar desmanes y destrozos, con una violencia que no se veía en las calles de Valparaíso desde la dictadura.

En este contexto son destacables las declaraciones de los ex líderes estudiantiles Vallejo, Jackson y Boric, rechazando las acciones violentas, y lamentando que producto de estos hechos haya fallecido un trabajador. El mensaje es claro y simple, nada justifica transformar la protesta o la movilización social en una danza de muerte y destrucción.

Cuanto de esta reflexión de los jóvenes parlamentarios, permea a las organizaciones estudiantiles y sociales en general, está aún por verse. Falta todavía un compromiso amplio y transversal de todos los sectores sociales por el respeto a la vida, y a la convivencia en paz en nuestra sociedad. Un consenso mínimo ético, sin el cual nada podrá construirse sobre base sólida. El respeto por los otros, es esencial al sistema democrático, y los estudiantes de secundaria debieran saberlo. No se es más listo, ni más revolucionario, ni más progresista porque se grite más, o se tenga la audacia de irrumpir, bajo engaños, en el mismísimo palacio de La Moneda.

En tiempos en que es mal visto, reprender o llamar la atención a los jóvenes por las conductas impropias o incorrectas, se extraña la presencia de los padres y las madres, responsables primeros de la formación de los futuros ciudadanos, los futuros trabajadores, los futuros científicos. Como he dicho, celebro las palabras de los líderes estudiantiles que llegaron al parlamento, sin embargo se requiere más compromiso. No se puede por la mañana lamentar los hechos de violencia y destrucción del 21 M, y por la tarde respaldar a una de las organizaciones convocantes, que responsabiliza a la Presidenta por lo ocurrido.

Existe una profunda fractura entre la realidad de los millones de trabajadores que viven endeudados, con sueldos miserables y jornadas extenuantes, y  quienes salen a la calle, no para expresar una idea, ni apoyar una causa, sino para dañar o destruir.

Las organizaciones sociales de Valparaíso deberán asumir el protagonismo que corresponde, para cuidar de su ciudad, patrimonio de la humanidad, pero más importante que eso, para velar por la seguridad de sus conciudadanos, y de sus compañeros trabajadores. El tema no se resuelve con más carabineros en la calle, se resuelve con más organización social. Hacerse cargo de esta responsabilidad es un deber para los militantes de izquierda, ya que no existe nada más reaccionario que dañar a la propia clase trabajadora, mientras  predico la defensa de la misma.

Los verdaderos “luchadores sociales” son los que están insertos en el tejido social, no aquellos que financiados por la tarjeta de crédito de un padre distante, pueden darse el lujo de comprar herramientas y otros elementos, sólo para ir a destruir el mobiliario público.

A los jóvenes estudiantes sugiero la lectura de un viejo libro, cuyas ideas están muy vigentes “Revolucionarismo pequeño burgués”: anarquismo, trostkismo, maoísmo, de Boris Leibson. Verán allí que la pulsión por  la violencia en política, ha estado presente antes, como lo está ahora. Cómo procesamos esta pulsión para producir dentro del movimiento social, frutos saludables para el progreso humano, es un maravilloso camino de aprendizaje, que va muchísimo más allá de la emoción fugaz del enfrentamiento callejero.

Publicado por Ernesto Sepulveda Tornero