“Crónicas de un viajero impertinente”, por Ramón Arriagada empresario

Por lo menos una vez al mes debo recorrer los quinientos kilómetros de camino que separan Puerto Natales de Punta Arenas. En casi ya cuarenta años, no son pocas las columnas, inspiradas en aspectos de mis vivencias como viajero. Lo conocí rústico con su pedrerío, cuando recorrerlo, era una hazaña de muchos inconvenientes y desvelos.
Pronto vendrían los días del camino de las mitades. Nos obligaron a los malabarismos vehiculares producto de una sola franja pavimentada. Fue lo más absurdo en materia de carreteras a nivel mundial. Lo aceptamos estoicamente – por años – como una dádiva del gobierno central. La modalidad establecida en tiempos de dictadura era poco opinable.
Además, eran los tiempos del Chile pobretón, incapaz de generar grandes soluciones en materia de obras públicas. Los planificadores de la Escuela de Chicago, siempre pendientes de la relación costo-beneficio, rechazaban toda posibilidad de un pavimento, hasta mientras no se registrara mayor cantidad de vehículos circulando. Las víctimas nadie las contó.
Eran los inviernos crudos de los años noventa. No era raro encontrar en una curva del trayecto el triste espectáculo del Bus-Ambulancia fuera del camino; escenas crudas como sacadas de un cine de la guerra; inválidos, dializados, recién operados y convalecientes empujando para volver al camino el pesado bus, recorrido creado para solucionar la falta de recursos del hospital nuestro. Solución macabra, pero aceptada con resignación.
Mi columna la escribo, cuando hace pocos minutos, he llegado de mi rutina viajera entre Punta Arenas y Natales. Son muchos los temas tanto a nivel local, regional y nacional que merecen una opinión. Hoy lunes han aflorado las polémicas del fin de semana: las denuncias contra aquellos que se han subido al carro de la victoria de la Selección de Fútbol y que hasta hace poco afirmaban que el entrenador Pizzi era un flojo: carente de esquema de juego propio, insistía en repetir los mismo libretos de Bielza y Sanpaoli, ya rastreados y descodificados.
En Punta Arenas, escuché la crítica al alcalde Bocazzi por negar las urnas para las primarias del bloque gobernante; al parecer es el réquiem para la autoridad, previo a su inminente capitulación, ante la contundencia del fuego hasta ayer amigo. Con cara de intrigante alguien me dice – que el triunfante doctor Lobos-, “tiene cara de buenito, incapaz de robar, pero va a tener que zurcirse la entrada de los bolsillos en cuanto asuma”. El buen samaritano, tendrá sólo alegría de la fotografía del día del triunfo, pues, tiene la tarea de desarticular un mecanismo de relojería y favoritismos perversos, cuya réplica, dolorosamente también la tenemos en Natales.
Hoy, nuestro viaje ha sido raudo. Viajeros argentinos de Rio Turbio y 28 de noviembre, quienes han adoptado la mala costumbre de ir a comprar a Punta Arenas, regresan apurados luego de un largo fin de semana para ellos. A nuestros vecinos los he visto felices de “shopping” comprando las gangas enviadas por nuestros proveedores chinos. Compran compulsivamente, antes que esa misma porquería los inunde a ellos, luego del anuncio de Macri de abrirse a todos los mercados.
Los viajes de hoy son con la comodidad de vehículos particulares y colectivos que ya han incorporado todos los avances de la tecnología en la conducción y comunicación, hasta hace poco impensados. Si seguimos lamentando tragedias es simplemente, porque en los caminos, tenemos una tecnología superior a la capacidad de los humanos que la utilizan.