Políticas públicas en educación, lejos de la sala de clases – Jaime Levineri – Opinión

«Un país sin historia es un país sin memoria, libre está la escoria y nos hablan de gloria» (Makiza, 1999)
He leído de todo estos días… «que hay que leer bien, que no es tan malo, que la memoria en la enseñanza, que la importancia de lenguaje y matemáticas, que los países desarrollados lo hacen así… etc., etc.»
Creo que, las políticas públicas que se han impulsado, en nuestro país, desde… ¿siempre? en educación, NUNCA han estado cerca de las necesidades reales de lo que sucede dentro de la sala de clases. El papel aguanta mucho y «suena bien» la nueva reforma… las intenciones y las consecuencias ya son otro asunto.
El problema es que los modelos a los que aspiramos han tenido procesos, tránsitos de décadas, considerando comunidades completas e informadas para pasar de sistemas anticuados para llegar a conformar un «deber ser» de su modelo educativo que resuelve problemas y crea experiencias de aprendizaje, han cambiado paradigmas, con acuerdos de Estado que han demorado (en el caso del «bendito» Finlandia) 20 años.
En el contexto actual toda la reforma educativa ha sido «palos de ciego». Intentando parchar un sistema que se centra en un modelo económico productivista.
Que las palabras de los libritos curriculares intenten virar hacia una integración, es lo de menos, si objetivamente la mejora sustancial no pasa por mirar a las comunidades educativas en todas sus dimensiones y menos, si no se generan espacios de aprendizaje docente que nos lleven a poder imaginar y crear esas nuevas forma de aprendizaje desde nuestra propia identidad cultural, y eso también requiere mejorar nuestros sueldos y nuestros tiempos efectivos.
Los gobiernos y sus ministerios NO DAN el ancho para la educación que pretenden, se jactan de querer ir a la par de los tiempos. Sus reformas apresuradas parecen intentos por seguir profundizando una forma de pensar cada vez más funcional a una mirada más atomizada y ligada a los medios masivos y la desintegración del tejido social. Parecen, además, una manera de desviar la atención de todos los escándalos que se han destapado y que tiene a las instituciones por el suelo… la ministra de educación haciendo su pega de «voladero de luces» y «fusible político» a la perfección…
Será el día en que digamos ¿BASTA?
Creo que quizás pueda servirnos para, por fin, centrarnos en LA educación y afianzarnos como gremio… mi ingenuidad está presente, lo sé.
JAIME LEVINERI PROFESOR DE LENGUAJE.
