Las damas de compañía no brillan en la fiesta – Víctor Maldonado – Opiniones

Las damas de compañía no brillan en la fiesta – Víctor Maldonado – Opiniones

Víctor Maldonado R.

Se inicia un debate acerca del escenario político post pandemia. Jorge Burgos e Ignacio Walker expresan, en un reciente artículo, que esta no es “la hora de la unidad de la oposición, sino de la diferenciación”, de sincerar posiciones y converger “desde la coherencia y no del oportunismo electoral”.

Para Burgos y Walker la DC ha sido siempre un centro reformista, abierto a establecer alianzas, la más fructífera de las cuales se estableció con el socialismo democrático en la Concertación, una coalición política equilibrada.

Ahora con 14 partidos en la izquierda, se nos dice, tal como sería imposible. Significaría regalar “el voto de los sectores medios, independientes y de centro a la derecha”. Si nos dejamos arrastrar por la izquierdización vamos a subsidiar a la derecha. Hay que acotarse a buscar alianzas con quienes firmaron el acuerdo constitucional el 15 de noviembre, a las fuerzas a favor del “Apruebo”, a quienes rechazan la violencia y a quienes comparten una mínima plataforma programática. Al PDC se le ofrece como estrategia el “aparecer ante el país como una minoría dirimente y no como una minoría subordinada”.

En esta propuesta hay tres conceptos fuertes: es la hora de la diferenciación; hay que evitar los acuerdos amplios que izquierdizan; y, se debe optar por ser una minoría dirimente. Tiene tres problemas: no se sabe cómo se puede llegar a acercamientos con el socialismo democrático a partir de exclusiones iniciales que este no acepta; no se ve por qué los acuerdos no se puedan graduar según cercanía política; y, no se pone ningún límite al acercamiento hacia la derecha, mientras que se mencionan todos los posibles hacia el otro lado.

La balanza no parece equilibrada. Tal parece que la Falange corre un riesgo atroz de izquierdizarse, pero ninguno de derechizarse (y si el riesgo no se ve ¿cómo se evita?). Al momento no veo a nadie en la oposición desvelado por verse desbordado por la DC en su propio sector, pero sí la duda sobre su domicilio político. Y eso debiera importar corresponda o no a la realidad.

No hay ninguna posibilidad de reunir a la oposición, ni siquiera a una parte de ella, sin aumentar el grado de confianza mutua. Me temo que este enfoque no reduce las distancias. Se dice con quien se quiere confluir, pero no cómo se ha de hacer y cuánto se ha hecho para que ello ocurra. “Dirimir” significa “poner fin a un conflicto” y esto se conseguir logrando tal ascendiente sobre los demás que se allanen a un acuerdo o, alternativamente, porque se uno se alía siempre con una parte a cambio de concesiones ¿Cuál de las dos fórmulas se propone?

El camino que se nos ofrece no es el que me interpreta. Buscar como mejor opción el de ser una minoría dirimente es convertirse en una minoría subordinada, en ningún caso es su inverso. Es de minoría porque se ponen tantos obstáculos que no se puede confluir; es poco dirimente porque las damas de compañía no son la estrella de la fiesta; es subordinada porque no hace viable ofrece una alternativa al sistema que la derecha busca perfeccionar pero no cambiar. Cuando ya no se busca el poder, destacando dentro de una mayoría, se termina orbitando en torno al poder de otro. Chile ya tiene a la derecha en el poder. Ofrezcámosle, entre muchos, el proyecto grande que Chile aún no tiene.