La larga ruta de la descentralización (Parte I) – Manuel José Correa – Opinión

La larga ruta de la descentralización (Parte I) – Manuel José Correa – Opinión


La historia magallánica referente al proceso de descentralización es de larga data e interesante de explorar. De hecho, requiere remontarse a su génesis, desde los tiempos del asentamiento soberano de Chile ocurrido el 21 de Septiembre de 1843 cuando se toma posesión de los “Estrechos de Magallanes y su territorio”, extenso y desconocido territorio patagónico que por ignorancia geográfica e histórica de la época, no se apreció en su real magnitud.
Desde la fundación de Fuerte Bulnes en punta Santa Ana, y el posterior traslado de la colonia a punta Arenosa, el cual se retardó algunos años, ya que los gobernadores de la época Pedro Silva y Justo de Rivera no apuraron la decisión ante el Gobierno, como tampoco ellos adoptaron la medida a pesar de la evidente inconveniencia del lugar para el asentamiento humano, dan cuenta del centralismo que arrastramos desde la concepción. De este modo, y solo con la nueva designación del nuevo gobernador José de los Santos Mardones en 1847, quien intercede con elocuencia la ante sus superiores en Chiloé y Santiago, se concreta el traslado al sitio que daría origen a la ciudad de Punta Arenas, actual capital regional de lo que hoy conocemos como Región de Magallanes y Provincia Antártica Chilena.
Los siguientes años, Magallanes instituido como “territorio de colonización”, tuvo un pedregoso andar, con características más propias de un establecimiento militar, sin mayores acciones del gobierno central para fomentar su desarrollo, que no fuera el embriagante y asistencialista sistema de abastecimiento estatal que aseguraba la subsistencia de los habitantes, pero inhibía la capacidad de los residentes para emprender actividades agrícolas y comerciales. Sin duda, otros relevantes menesteres ocupaban a los gobernantes del país.
No fue hasta la década del 70 del siglo XIX, que la colonia mostrara verdaderos bríos de adelanto. La conjunción de nuevos hombres y mujeres de esfuerzo y visión de futuro, impulsó sostenidamente al Territorio de Magallanes. Destacable fue la labor del Gobernador Oscar Viel, destacado oficial de la Armada Nacional, que rescató la experiencia acumulada de sus antecesores e implementó los cambios necesarios para atraer a una nueva legión de colonos, principalmente oriundos de Chiloé, quienes inicialmente beneficiados de un aporte fiscal en terreno, ganado y alimentos (tal como los colonos alemanes de la región de los Ríos y Lagos), encendió la ruta del desarrollo económico de la precaria Punta Arenas. Con el surgimiento de la economía local, y gracias a las medidas del gobierno central que abrió las rutas al comercio mercante, los pioneros europeos y chilotes no tardarían en sumarse al sueño de un mejor porvenir en el rincón austral del planeta.
El progreso alcanzó a la mayoría de los colonos. La incipiente actividad productiva tuvo un antes y un después con la introducción del ganado ovino desde las islas Malvinas en 1876, se exploró el territorio, se establecieron los primeros almacenes y se multiplicaron los asentamientos o primeras estancias que dibujarían la historia de la región. Aquello, demuestra que una resuelta e ilustrada gestión gubernamental, facilitadora del quehacer de las personas, es capaz de sentar bases para que la capacidad emprendedora de las personas se convierta en el motor de desarrollo económico y social. Nuestra región, durante las décadas pioneras del siglo XIX, dio cuenta de una época de intenso desarrollo que tiene eco hasta nuestros días. Son los años en que la actividad emprendedora pionera creo muchas de las instituciones e infraestructura que fueron y son base de la vida regional. Por otro lado, aquel desarrollo tuvo un inmenso costo sobre los pueblos originarios de la Patagonia, el cual no pudo ser aquilatado en aquellos años, pero que hoy ofrece una nueva oportunidad de resguardo cultural y prosperidad para los indígenas que aún residen en Magallanes.
Iniciado el siglo XX, y en operación el canal de Panamá, el crecimiento regional tuvo un paso más cansino. De la misma forma, y a pesar del desarrollo económico alcanzado en el Territorio, se fue incubando un sentimiento regionalista que demandaba una mayor participación de la ciudadanía magallánica en la determinación de su propio destino. Fueron años convulsivos, incluso con hechos de profunda violencia que curiosamente se repiten cien años después.