Recargar de significado el Apruebo – Víctor Maldonado R. – Opinión
Lo que pase en el plebiscito no es lo que la derecha diga que va a ocurrir. El sector político donde más oscilaciones se ha tenido en esta materia no puede dictar cátedra e imponer los términos del debate.
Los representantes de la derecha partieron concurriendo al acuerdo político para establecer un itinerario institucional que culminaba con el cambio de Constitución. Después, empezaron a dudar de sus propias acciones y quisieron eliminar el plebiscito de entrada. Luego, una sección importante de los firmantes decantó por el Rechazo. Ahora, una parte de estos últimos están volviendo o han llegado a considerar importante votar por el cambio constitucional.
Las constantes oscilaciones de opinión nunca son señal de que se tiene claro el rumbo escogido. Más bien ocurre el revés. Es evidente que la derecha se quedó sin programa de gobierno porque el propuesto ha quedado obsoleto. La derecha también entiende que el malestar social, que se ha expresado por tantos meses, debe enfrentarse con los menores cambios institucionales posibles.
El oficialismo pretende evitar las reformas en profundidad y lo que se discute en su interior es el mejor procedimiento para lograr este propósito. No tiene claro lo que ha ocurrido, pero sí sabe lo que no quiere que ocurra.
En el plano exclusivamente táctico, quien más razón ha tenido es, por supuesto, Longueira. Votar a favor del Rechazo es la peor opción que se tenía a la mano. No se sacaba nada, convertía el resultado en una derrota autoinferida, colocaba a la derecha en el peor pie posible para entrar a la elección de convencionales y dejaba por el suelo los argumentos a emplear en la etapa siguiente.
Dar por sentado el cambio constitucional es un hecho que se puede anticipar sin esfuerzo. Le deja como tarea a la derecha la necesidad de mimetizarse, que es la solución preferida por los camaleones y algo en lo que tiene experiencia. Se concentra desde ahora en buscar una representación suficiente en la Asamblea Constituyente, a fin de seguir trabajando para que poco o nada cambie.
Con mucho retraso, la opción ya ha sido tomada. La velocidad de los acontecimientos ha dejado al oficialismo sin iniciativa. Esto ya pasó. Ya está definido que la derecha ha decidido celebrar el triunfo del Apruebo. Afortunadamente, esto no representa el fin del asunto, sino que obliga a dar una interpretación más realista por parte de la oposición del significado del plebiscito.
El Apruebo representa un triunfo para la oposición por tres razones: Primero, porque no le quedó a la derecha más alternativa que plegarse para no ser arrollada; segundo, porque obliga al oficialismo a reconocer que su programa ha dejado de tener sentido; tercero, porque valida nuestro diagnóstico de la necesidad de cambios profundos, lo que conecta en coherencia con la salida de la derecha del mando de la nación.
La derecha busca identificar a la oposición como sinónimo de desorden, caos y predominio de violencia. Pero lo que hemos defendido es la necesidad de un orden basado en la equidad, la paz sostenida en la justicia y el predominio de la participación en democracia. La derecha se suma al Apruebo porque no tiene otra, pero su permanencia en el poder queda más que cuestionada.


