Mario y Desbordes: medio candidato, medio dirigente -Víctor Maldonado – Opinión
Una misma persona hizo estas dos afirmaciones: “Prefiero perder la presidencial y tener un buen resultado con los constituyentes” y “si voy a la primaria es para ganar”. ¿Cómo alguien puede sostener dos sentencias contradictorias? Muy sencillo, siendo alguien que, como Mario Desbordes, está tratando de desempeñar funciones distintas y optativas.
Ocurre que el expresidente de RN es un político bien evaluado por su actuación el desarrollo del estallido social. Se trata de un reconocimiento merecido, pero hay que entender que no todo buen político es, por necesidad, un presidenciable. En política existen varias especialidades y se puede llegar a la excelencia en cada una de ellas, pero conviene distinguirlas.
Una especialidad es la de constructor de partido, aquel que consigue organizar un grupo muy diverso, lo aglutina y hace que trabaje en una dirección reconocible. Lo típico es que permite que muchos liderazgos se potencien.
Está el estratega, que orienta las acciones y define el rumbo por el que se pueden conseguir los objetivos, pensando en el bien común. Está, en lugar destacado, el líder público que logra interpretar los anhelos comunes de muchos, más allá de las estrictos límites de las banderías políticas. Su especialidad es conseguir que otros trabajan para él (o ella), motivados por una causa superior.
Hay muchos más papeles que se pueden desempeñar: activistas, formadores, ideólogos, negociadores, propagandistas y muchos más. Son roles diferentes y complementarios, que requieren de dedicación, consumen tiempo y que obligan a desempeños muy característicos y distintos.
Cuando se le está pidiendo demasiadas cosas a una sola persona es que el partido tiene fallas importantes, que no puede cubrir con otros personajes. Un político destacado no se improvisa, pero tampoco puede jugar en todas las posiciones. Está en la procesión o toca las campanas. Intentarlo es una forma segura de agotarse por el camino, se entorpece en su propio desplazamiento.
No por ser bueno para una cosa se tiene que ser bueno para todas las otras. Quién es indispensable para unir a su partido no lo es, por obligación, para encabezar las campañas presidenciales. Dirigente interno y líder externo no es lo mismo. Desbordes es ahora como un intermitente que cambia de señales según la demanda inmediata y eso genera complicaciones.
La derecha ocupó su primera línea de personeros al inicio del gobierno. Vinieron luego los reemplazos que cubrieron a medias sus funciones y ahora está recurriendo para todo a los mismos, pero estos ya no dan abasto. El líder de partido trabaja para sus figuras públicas y las figuras públicas se sostienen los dirigentes internos. No son las mismas personas ni cumplen la misma labor.
Cuando le pregunten a Mario por quién hay que votar y diga Desbordes, algo empezará a fallar. Cuando consulten a Desbordes con quién tienen que ponerse de acuerdo y señale a Mario, otra cosa empezará a crujir. La lógica que hay detrás de cualquier organización política está hecha para el complemento más que para fusión de roles. La mejor manera que se conoce de no conseguir objetivos es intentarlo todo al mismo tiempo. Pregúntenle a Mario o a Desbordes.


