Encuentro virtual sobre la experiencia de la pesca artesanal de crustáceos

Encuentro virtual sobre la experiencia de la pesca artesanal de crustáceos

Un intercambio de experiencia de la pesca artesanal de crustáceos reunió a cuatro representantes de diversas localidades del país: Rapa Nui, Juan Fernández, Isla de Chiloé y Puerto Natales. En la instancia virtual se destacaron experiencias excepcionales, como la de los pescadores de Juan Fernández y su langosta, quienes aplicaron sus propias medidas de administración en 1914. A más de 100 años, el recurso sigue vigente y es el sustento de la isla.

El encuentro “Intercambio de experiencias en la pesca artesanal” fue organizado por WCS y reunió a pescadores de las tres islas más importantes del país, dedicados de la langosta y a la jaiba marmola; mientras que desde Puerto Natales una empoderada centollera contó su experiencia en el mar y como dirigenta de la pesca artesanal. Éstas son sus historias. 

La riesgosa captura de langosta de Rapa Nui

Desde la isla de Rapa Nui, en medio del océano Pacífico, compartió su pericia como pescador y buzo extractor de langosta de Rapa Nui (Panulirus pascuensis), Juan Arraño Tepano. Un hombre que heredó el oficio familiar y que a los 12 años comenzó a mostrar aptitudes de buen buceador. 

Juan explica cómo es la captura de la langosta en la isla. El crustáceo se pierde en las profundidades luego del invierno, y eso implica utilizar trampas. Cuando mudan la piel es más fácil extraerlas buceando, lo que conlleva un riesgo, ya que deben sumergirse en cuevas submarinas donde habita la langosta para protegerse de depredadores. 

Este isleño cuenta que la langosta tiene un gran valor económico, con un promedio de 25 mil pesos por kilo. Sin embargo, y pese a que aún es posible vivir sin problema de esta pesquería, es evidente su sobreexplotación. “Antes no era necesario meterse tanto al agua, era mucha la cantidad que había. Luego, entrando a los años 90, se notó la disminución de captura y se siguió extrayendo, incluso habiendo una veda. Cuando yo comencé a bucear, a inicios del año 2000, lo máximo que sacábamos eran 20 langostas en un día. Hoy, en cambio, en promedio se extraen unas 10 langostas”.  

Hacia la sostenibilidad de la jaiba marmola en Chiloé

Desde Ancud en la isla de Chiloé, el pescador Claudio Pichaud se dedica a la jaiba marmola (Metacarcinus edwardsii). Este hombre ligado al mar desde su infancia, como recolector de orilla, cuenta que “la extracción de jaiba se realiza con trampas similares a las centolleras, pero un poco más pequeñas”. 

Sobre cómo es una faena de jaiba marmola, Claudio explica que ésta “comienza con un día de pesca de pejerreyes que sirve de carnada, para luego realizar los caladeros día a día”. Las jornadas comienzan muy temprano para los cuatro tripulantes de su embarcación, quienes, en un día de trabajo pueden extraer entre 600 y 1000 kilos de jaibas. 

En Ancud, son 12 las embarcaciones que se dedican a la explotación de este recurso. Quienes formaron en 2012 el Comité de Jaiberos de Ancud, luego de evidenciar una serie de problemáticas en la pesquería. Como organización lograron financiar una pesca de investigación desarrollada por el Instituto de Fomento Pesquero, que buscaba conocer cuál es la primera madurez sexual de la jaiba. A su juicio, este recurso, como ocurre con la mayoría en Chile, no cuenta con los estudios biológicos y pesqueros que permitan su adecuado manejo. 

Cuando la comunidad envisiona: el caso de la langosta en Juan Fernández

De regreso al Pacífico, esta vez en el Archipiélago Juan Fernández, conocimos la experiencia de Julio Chamorro, un isleño dedicado a la langosta (Jasus frontalis) en Robinson Crusoe. 

Julio dice que los pescadores de la isla se consideran responsables de proteger sus especies endémicas. “Las sentimos como un tesoro y los pescadores somos sus guardianes. La pesquería de la langosta ha mantenido el pueblo hasta el día de hoy. Se trata de una pesquería de bajo impacto, definida como sustentable, gracias a las medidas de regulación que se establecieron en la misma comunidad desde 1914. La talla mínima legal es de 11,5 cm de caparazón, se realiza la devolución de todas las hembras con huevo y también tenemos una veda que va del 15 de mayo al 1 de octubre”. 

Este pescador, quinta generación dedicada a la langosta, tiene muy claro cuál ha sido la fórmula para mantener el recurso en el tiempo. “Nuestra pesquería ha sido ininterrumpida gracias al manejo que los pescadores han hecho con su recurso y en pos del lugar donde vivimos, no sólo de la pesquería. El desafío de nuestro pueblo siempre ha sido la sustentabilidad y eso se da de forma natural cuando uno vive en un lugar pequeño donde los recursos son limitados. Nosotros sentimos que no tenemos otro lugar donde vivir y eso creó en nuestro pueblo una necesidad de manejar sustentablemente el archipiélago para vivir bien”.

El nuevo desafío para los pescadores de la isla es participar de manera más activa en el mercado, ya que ellos sólo realizan la extracción y la entrega de langosta en la misma isla. Lo que ocurre con la comercialización fuera de Juan Fernández, es desconocido. Participar en toda la cadena de valor les permitiría conseguir mejores precios por su recurso.

Julio espera que cada día sean más los pescadores y las localidades que se ocupen de la conservación de sus recursos. Por un lado, para asegurar la pesquería a las próximas generaciones; por otro, porque se han “dado cuenta que la protección y conservación también tiene un valor de mercado. Hoy miro con ilusión y esperanza, que son cada vez más los pescadores artesanales que están en pos de proteger el mar y sus recursos. La única forma de proteger esto es hacer una pesca sustentable”.

Desafíos de ser centollera en Magallanes

El encuentro de pescadores y pescadoras contó con la participación de Teresita Nancul Montiel de Puerto Natales, quien es centollera, dirigenta del sector pesquero artesanal en Última Esperanza e integrante suplente en el Comité de Manejo de Recursos Bentónicos de Magallanes. Lleva 30 años ligada al sector, en un inicio, recuerda, en circunstancias de mucho esfuerzo.  

La captura de la centolla implica largas faenas, incluso algunas durante toda la temporada extractiva. Debe llegar a las plantas de proceso vivas, por lo que son trasladas a los centros urbanos en embarcaciones de acarreo, destinadas sólo a hacer intercambio del recursos y provisiones para quienes siguen en faenas. 

Uno de los obstáculos más importantes que enfrentó fue “ser aceptada por mis pares y lograr tener una buena comunicación con ellos. Y con mucho esfuerzo eso fue posible, incluso ahora soy presidenta de un sindicato de pescadores y armadores, además de ser parte del Comité de Manejo de Recursos Bentónicos de la región”.

Teresita y los otros tres pescadores reflejan el esfuerzo que hay detrás de las pesquerías de crustáceos, independiente de la geografía en la que se encuentren. Nos enseñaron cómo se superan los obstáculos y cuáles son las ventajas de la asociatividad. Asimismo, nos alertaron sobre la importancia de la conservación de los recursos y la fragilidad de estas pesquerías.