Chilezuela 2, el regreso – Víctor Maldonado – Columna de opinión

Chilezuela 2, el regreso – Víctor Maldonado – Columna de opinión


 
 
Llevamos años discutiendo el cambio de Constitución, ha sido una compañía constante en el debate nacional desde la transición política, pensar que esta costumbre terminará con el nuevo texto aprobado sería un error.
 
Por eso hay que poner las cosas en su justa dimensión. Las constituciones se aprueban o se rechazan. No dependen de un porcentaje especial para que “no sea considerado un fracaso”. El debate continuará cualquiera sea el resultado.
 
Salvo que los convencionales cometan algún error de proporciones considerables en opinión ciudadana, el texto va camino a ser aprobado.
 
Esto ocurrirá por dos razones: porque se le tiene miedo a la inestabilidad (un fracaso nacional en esta materia nos deja sin conducta) y porque los que pueden revertir la situación no vienen del mundo de los implicados ni de los constitucionalistas, sólo puede venir del ciudadano común, lo que no sucederá.
 
Debemos ser el país con más constitucionalistas por metro cuadrado en el mundo y los que no lo son, se les quieren parecer. Son parte del paisaje, pero no son determinantes en el resultado. Debieran ser comprendidos por muchos y eso no ocurre. Si pesaran por sí mismos estarían en la Constituyente y algunos están, pero no tantos ni los que se esperaban.
 
La Constitución será aprobada porque el eje del poder se desplazó y dejó fuera del epicentro a la elite política anterior. No se elimina la elite, sino que la que existía sale de la posición central, que es algo distinto.
 
Me convencía Boric cuando, hace poco más de un año, decía que no estaba preparado para la presidencia. Si un cirujano necesita de experiencia para operar, un Presidente también la requiere para gobernar. Pero sucede que ese problema lo comparten todos los demás todavía en mayor medida y no lo sabían.
 
Quienes nos gobiernan no estaban del todo preparados para hacerlo (los errores cometidos en los primeros días son de principiantes, no de malvados). Ocurre, sin embargo, que los líderes y coaliciones tradicionales ya habían dejado de ser capaces de ofrecer gobernabilidad y el país se decantó por lo nuevo.
 
Si se mira hacia izquierda y derecha se verá un cierto vacío en la calidad de la política que se practica. Como se suele decir, lo obsoleto no termina de morir y lo nuevo no comienza todavía a funcionar bien. Aun así, no hay vuelta atrás.
 
Desde la elite que nos deja y desde los incumbentes han surgido fuertes críticas al trabajo aun inacabado de los constituyentes. Muchas de sus criticas hacen mucho sentido, pero advierto que provocan más desconcierto que adhesión.
 
Hay motivos suficientes a favor de una segunda cámara fuerte, pero que sean los senadores quienes se destaquen en su defensa provocará un efecto inverso al deseado. La crítica más dura, el deslizamiento hacia una especie de Venezuela por la vía constitucional, me parece una película que ya vimos.
 
Existe un vacío lógico en la argumentación. Si llega un populista a la Presidencia y la Cámara se llena de populistas llegaremos… al populismo, pero ¿por qué tendría que pasar? Y si pasa y elegimos mal ¿cómo nos protegería la Constitución de la insensatez colectiva? Se argumenta mal cuando se es afectado en directo, distinto sería si toman la palabra gobernadores y alcaldes.

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