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Tener tres respuestas es no tener ninguna | Víctor Maldonado | Columna de opinión

Tener tres respuestas es no tener ninguna | Víctor Maldonado | Columna de opinión


 
 
El gobierno ha realizado tres declaraciones respecto de Héctor Llaitul, líder de la CAM, quién llamó a “organizar la resistencia armada” contra el Estado. La ministra Jeanette Vega anunció una querella, el subsecretario del Interior, Manuel Monsalve, dijo que la querella se descartaba, puesto que basta con incorporar los antecedentes a causas judiciales ya abiertas, y el presidente Boric sostuvo que su gobierno “no persigue ideas ni declaraciones, persigue delitos”.
 
La primera es una reacción de rutina, la segunda obedece a una evaluación de oportunidad, la tercera corresponde a una opción política. El gobierno parte diciendo que sí, en seguida que no y, luego, que tiene otra preferencia. No se le puede pedir a una administración que siga la línea cuando no hay línea.
 
La opinión de un líder se evalúa tomando en cuenta a la organización a la que pertenece. La CAM no está jugando a la guerra, Llaitul no es un revolucionario de salón. No se pueden aquilatar opiniones juzgándolas fuera de contexto.
 
Cuando una organización está implementando la violencia organizada como método para conseguir sus fines, lo que dicen sus líderes no son comentarios.
 
Si para bailar tango se necesitan dos, para un proceso de paz con mayor razón. La CAM se ha adjudicado decenas de atentados, pero no ha hecho un solo llamado al diálogo. El gobierno no puede actuar únicamente considerando sus deseos, sino la posibilidad práctica de implementar su estrategia.
 
Se pueden tener opiniones sobre la realidad, pero no se puede negar la realidad o inventarse una al gusto. Las acciones unilaterales, sin respuesta del otro, llevarán a tomar acciones incomprensibles para muchos.
 
La intervención presidencial dejó fuera de juego a su equipo. Monsalve había justificado la acción del Ejecutivo por una consideración de oportunidad, evitando nuevos conflictos con su coalición. Boric hace ver que la decisión tomada corresponde a una definición política, no a que no fuera necesaria.
 
Está interviniendo sin verse forzado, volvió a poner a su gobierno en el ojo del huracán, agregó un nuevo tema de discusión en un punto débil para el oficialismo y protagonizó un retroceso respecto la línea seguida desde que asumió el poder. Si ha cometido un error en lo que va administración, es este.
 
Es una falla de la Presidencia como equipo, más que del Presidente en solitario. Boric reaccionó públicamente ante los hechos con una respuesta preparada. No estaba improvisando, estaba dando a conocer el producto de una evaluación meditada, pero, en este caso, meditada no significa bien ponderada.
 
Ahora, lo que suceda en la macrozona sur será visto como un conflicto que se acrecienta porque el gobierno toma decisiones aguadas y a medio apoyar, en vez de responder con una actuación unánime y concertada. Es más complicado aun cuando la única decisión contundente que toma el gobierno es respecto de un militar que pone y quita del mando en tiempo breve, simplemente porque desconoce antecedentes que debió tener a la vista antes del nombramiento.
 
Urge retomar la compostura. Lo conveniente es que el conflicto en la macrozona sur quede en manos de las autoridades de gobierno especializadas en el tema. Hay que darse un respiro y ganar tiempo para mostrar logros contundentes.