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Dentro de poco, nada será igual | Víctor Maldonado | Opinión

Dentro de poco, nada será igual | Víctor Maldonado | Opinión

Dentro de poco nada seguirá igual
 
Víctor Maldonado R.
 
El plebiscito está dando la oportunidad para que se vote por una opción constitucional, pero también para que se escojan socios políticos. Particularmente, esto es claro en el caso de la centroizquierda y de la izquierda. La pérdida de la distancia inicial a favor del Apruebo ha acelerado este proceso.
 
Los socios se escogen para un período más largo de lo que dura este gobierno. En el debate constitucional se ve claramente que no están en juego únicamente juicios de realidad, sino prejuicios políticos y eso influye en las afinidades.
 
Hay actores públicos que resultan poco creíbles y que son motivo de desconfianza para otros. Si ganara el Apruebo hay que reformar a partir de la nueva Constitución que triunfa, si gana el Rechazo hay que reformar a partir de la Constitución que se mantiene. Todos prometen posibilitar los cambios, pero la derecha dice que la izquierda no es confiable e inversamente ocurre lo mismo.
 
A su vez, al interior de las opciones se juega otra cosa y es el predominio de estrategias alternativas. En ambos polos existen quienes se preparan, pese a las dificultades, a llegar a acuerdos con los mismos adversarios con quienes se dirimen posiciones el 4 de septiembre.
 
En cambio, hay quienes se predisponen para liderar su respectivo bando en base a adoptar posiciones reacias a los acuerdos más amplios. Tales tendencias se han mantenido desde el estallido social y perdurarán en el tiempo.
 
Hoy día gobierna una coalición que debe el estar en el poder a dos hechos: a los méritos de haber sabido mantener una candidatura, primero considerada inviable y que lentamente llegó a predominar. Pero también se debió a que, en forma simultánea, se cayó el resto de la estantería política quedando solos.
 
La centroizquierda no logró la consistencia suficiente para hacer viable una candidatura nominalmente respaldada, pero, objetivamente, solo sostenida a medias. El agotamiento político de sus partidos se hizo inocultable.
 
La centroderecha no estaba mejor. El candidato oficial no entusiasmó a nadie, su reemplazo agregó problemas nuevos por ser un postulante propenso a entrar en conflictos innecesarios y se llegó a una candidatura extrema que, cuando se evidenció como muy polarizada, quedó condenada a la derrota.
 
Otro factor que no se ha tomado lo bastante en cuenta es que dentro de la izquierda no sobrevivió una segunda candidatura de posiciones duras, pero que igual, entonces y ahora, quiere competir por el poder sin tanta transacción.
 
Fue un sector que se quedó sin representación en la carrera presidencial, pero que no desea verse postergado otra vez sin un espacio que cree merecer. Esto cambia el escenario futuro porque habrá más conflicto abierto que ahora.
 
Tanto la centroizquierda como la centroderecha buscarán la constitución de fuertes bloques en el periodo de reformas relativamente corto que tenemos por delante. Ya Nicanor Parra profetizó que ambos unidos jamás serán vencidos.
 
Lo que importará son las primarias que, en la centroizquierda, permitirá dirimir entre lo que hoy se agrupa en el PC y el FA (menos escisiones) y el socialismo democrático (más nuevos invitados). Otra candidatura de izquierda se mantendrá hasta el final, por eso, dentro de poco, nada seguirá igual.