Tramas emocionales en los distintos ámbitos de la convivencia | Edmundo Leiva | Opinión

Para nada sería novedoso señalar que durante los últimos tiempos nuestro país ha estado viviendo momentos complejos, momentos con aspiraciones de transformaciones o de reformas que han hecho tambalear al actual sistema político imperante. Los ideales, las pasiones, los afectos, las luchas, las convicciones, las ilusiones y los miedos han llegado a configurar en Chile, un entramado emocional que prontamente nos obligará a definirnos, de manera democrática frente a una serie de dimensiones de la vida en sociedad, que se entrecruzan, y que se rozan tangencialmente, o que se afectan entre ellas para llegar a determinar en esencia cuales serán los principales paradigmas de este gran proceso de cambio.
La trama emocional tiende a relacionarse con las realidades sociales, familiares, políticas y económicas de las personas, que viven las personas, muchas de ellas, derivadas de los efectos provocados el estallido social del 18 de Octubre de 2019, la pandemia COVID 19 y las actuales dificultades económicas por las que atraviesan, permitiendo así que el debate natural y cotidiano se concentre entre la incertidumbre y la esperanza de las chilenas y chilenos, los que junto con el nacimiento de nuevas aspiraciones para su futuro, han debido experimentar sentimientos y emociones que quizás antes no se conocían.
La opción de la transformación, aspira mantener la representación del poder político, que por amplias mayorías permitió en algún momento, abrir el camino hacia la posibilidad de cambiar el actual modelo, para reemplazarlo por una nueva vía, que permita proyectar las necesidades de una sociedad diversa, inclusiva y representativa, que termine con el centralismo apremiante que viven las regiones, y que defina a Chile como un Estado Social de Derechos, que sea capaz de asegurar la Salud, la Educación, la vivienda y la seguridad social, entre otros temas, para todo el espectro de la población nacional.
Por otra parte la opción de la reforma que representa el rechazo, también aspira a buscar caminos para el cambio, pero que mantengan el actual modelo, sobre todo en lo económico, en el entendido de que lo que se ha construido en los últimos 30 años, no debe ser hipotecado, a través del populismo, la irresponsabilidad o el facilismo, más bien en el intento de perfeccionar la Constitución actual, considerando la posibilidad de establecer un nuevo camino institucional, que no comience desde cero, rechazando la lógica refundacional, con la finalidad de que haya un espíritu de unidad y no de división.
Quienes están a favor de la transformación total del sistema político imperante, han encontrado en la opción “Apruebo” una opción de cambio que permite incorporar y visibilizar las demandas de una sociedad diversa, inclusiva y representativa de diferentes mundos, que no siempre había tenido cabida en la agenda pública, política y social del país.
Pero por otro lado, quienes están a favor de la opción “Rechazo”, también aspiran a la realización de cambios, pero mediante la implementación de un proceso, que garantice mayores certidumbres de estabilidad social, económica y política. Sin embargo es indudable que en términos generales los actores políticos y públicos que se han manifestado por esta opción, son también en general, partes interesadas en mantener el actual sistema, porque precisamente les ha otorgado a muchos de ellos, elevados niveles de privilegio y de control económico y político.
Es difícil ponerse de acuerdo entonces, pues para poder compartir un mismo punto de vista, se hace necesario hacer el intento por comprender las diferentes realidades. La actual encrucijada que vivimos como país, parece ser demasiado compleja y rica en detalles como para poderla percibir sin terminar abanderizándose con una postura. Para ello, quizás se hace necesario que las personas puedan simplificar su percepción del mundo, visualizando dimensiones que nos resulten un poco más sencillas y alcanzables, agregando a ello aspectos relevantes, como la comunicación cordial, respetuosa o fraternal, intentando no identificar al otro como alguien hostil, dejando de ver al compatriota como un enemigo, y quizás dejándose llevar un poco menos por las emociones.
Tal vez, sí sea posible alcanzar un cierto grado de acuerdo entre tu punto de vista y el mío, pero probablemente la única manera de conseguirlo sea sufriendo “pequeñas derrotas” que nos encaminen hacia la búsqueda de la tolerancia y el autoaprendizaje, para poder reconocer que muchas veces somos también víctimas de nuestro propio autoengaño y para así también poder llegar a ser más críticos con nuestras propias opiniones, nuestros prejuicios, y nuestros propios sesgos.
Tampoco debiéramos olvidar que la implementación del proceso constituyente, responde al “acuerdo por la paz” que se alcanzó en el parlamento anterior, y que como instancia de consenso, logró canalizar un camino de solución política, hacia las demandas del “estallido social” que generaron las protestas masivas del año 2019, por lo que si el nuevo proyecto constitucional o la propia mantención del actual sistema político, no se otorgan las respuestas que se esperaba conseguir en torno a temas tan relevantes como la redistribución, la desigualdad y la injusticia económica y social, sobre todo en los ámbitos laboral, estudiantil y en las pensiones, que es en donde se concentraron la mayor cantidad de indignaciones, persistirá el temor de que se profundicen y se desarrollen nuevos escenarios de rebelión.
Edmundo Pocho Leiva.