Hora de ir cerrando el acuerdo | Víctor Maldonado | Opinión

Se sabe que una negociación se está alargando más de la cuenta cuando una de las partes queda a la defensiva, mientras que la otra pide algo fuera de lugar a cambio de conceder el acuerdo. Ambas cosas están sucediendo.
Al gobierno y a la centroizquierda les conviene ir cerrando, apenas puedan, cada tema pendiente en las tratativas constituyentes que se llevan a cabo en el Parlamento. Como eso no está sucediendo, la derecha ha empezado a retomar protagonismo y a poner exigencias que exceden el marco de la negociación.
Apenas olfatea una posibilidad, la oposición altera el tono, cambiando el lirismo de las buenas intenciones por el golpe sobre la mesa. Es un giro muy notorio.
Hace solo unos días, Javier Macaya, presidente de la UDI, reiteraba que “es hora de pensar en Chile”, lo que, por contraste, nos hacía preguntarnos cuándo era la hora de no hacerlo, pero se entendía.
Ahora el senador Iván Moreira nos informa que, si Boric no firma con prontitud el TPP11, “no espere acuerdos, ni legislativos ni tampoco constitucionales”. Así que en pocos días las tratativas pasaron de la poesía a la moneda de cambio.
Nos decía Macaya que atravesamos por uno de aquellos “momentos que exigen esfuerzos de nobleza mayores”. Vemos flamear la bandera. Siempre hay que ser patriotas, pero que hay circunstancias en que todos tienen la obligación de sincronizar su mejor desempeño en vista de aportar al bien común. Ahora, Moreira pasa del esfuerzo de nobleza al insulto: “mientras más habla la vocera de la mentira, que es la señora Vallejo, más complica las cosas”.
Mas importante que saber si este intento de dar acuerdo constitucional a cambio de modificación de políticas gubernamentales tiene destino, es darse cuenta de que la derecha se siente en condiciones de intentarlo.
No creo que sea un cambio de opinión en los dirigentes aperturistas de Chile Vamos, pero si es una demostración de que se han desordenado las filas opositoras porque ven la oportunidad de imponer sus posiciones.
Lo que tiene que volver a recordar la derecha es que, así como su acuerdo es indispensable para establecer la continuación del proceso constitucional, lo mismo ocurre con la centroizquierda. Nadie puede darse el lujo de dejar un asunto tan importante sin terminar, es una amenaza vacía.
La señal de que el tornillo se está pasando de rosca queda a la vista. La derecha se ha puesto a meditar sobre la conveniencia de imponerle a la nueva instancia electa el paso obligado de la ratificación de su propuesta por el Parlamento. Es una demostración de que el tiempo no se está empleando de manera útil.
Cuando las ensoñaciones se presentan es porque alguien está aburrido y se pone creativo. Es necesario empezar a concluir las conversaciones. A propósito de bordes, aquí se encontró uno y muy visible. Los intentos de imposiciones sobran, el condicionamiento de políticas públicas está fuera del marco de negociación, los maximalismos desatados le hicieron mal a la Convención y no le harán mejor a la negociación.
Va siendo hora de cerrar las tratativas por el mareo de uno de los involucrados. Hay que entregarle al país un acuerdo básico aceptable, ni más ni menos.