El próximo año, en esta fecha, seremos distintos | Víctor Maldonado | Opinión

El próximo año, en esta fecha, seremos distintos | Víctor Maldonado | Opinión

A esta misma fecha, el año próximo, el país habrá aprobado una nueva Constitución que, como gran novedad, hará obligatorio el establecer que una misma mayoría se exprese tanto en el Ejecutivo como en el Legislativo.

Esto lo cambiará todo porque estaremos enfrentando el comienzo de un ciclo electoral que termina con la elección de una Presidencia de la República que se habrá establecido haciendo uso de las nuevas reglas.

La inauguración de un largo ciclo político hace que todo cambie de perspectiva. Puede sonar muy raro en los primeros días de un nuevo año, pero lo cierto es que, en términos políticos, estamos viviendo los últimos días de un pasado que se caracteriza por la existencia de gobiernos con apoyo minoritario en el poder y fuerte oposición en el Parlamento.

Quienes se preparen desde ya para el nuevo ciclo, sobrevivirán y los demás, aunque todavía se mueven, son una especie de anticipo de los recuerdos del futuro próximo. El oficialismo, como un todo, no se está preparando para un porvenir cercano al que se congratula de haberle dado cause.

No hay forma de que el actual gobierno tenga continuidad en el próximo período presidencial, puesto que la Constitución venidera clausura la posibilidad de que los menos gobiernen a los más. El ciclo político tendrá sus propios actores y sus denominaciones serán distintas.

Ahora que se prepara, con premura intencional, una muy rápida y corta instalación de un Consejo Constituyente, se puede observar este acotado proceso buscando adaptarse a lo que viene o para intentar sostener lo que existe. Todo depende de cual lejos se vea.

En el oficialismo se discute la conveniencia de una o dos listas para el Consejo. Los elementos para considerar son tres: el número y tamaño de los partidos involucrados, el electorado que se pueda atraer en las dos modalidades posibles y el tipo de reordenamiento que se anticipará para los comicios que siguen.

Desde un punto de vista electoral, tener una lista es más conveniente que tener dos. La elección favorece a los bloques y eso aumenta la posibilidad de tener candidaturas que resulten electas.

La contra partida es que una sola lista favorece al partido más grande y el oficialismo tiene al PS como partido principal y los otros son de menor tamaño. En una lista todos colaboran, pero el ganador es uno solo. Con dos listas se eligen menos, pero la competencia entre socios de tamaño similar mantiene la incógnita sobre el resultado final.

Desde una mirada política, no siempre agregar partidos suma más. Si lo que importa es tener el electorado de izquierda que se tiene, es conveniente una lista; si se quiere atraer electorado moderado, esta no es la mejor idea.

Lo que más importa es el rumbo que se tomará por largo tiempo. El único camino para crecer es atraer electorado nuevo, ahora en la modalidad de voto obligatorio. Tratar de mantener lo que se tiene es un error porque no se toma en cuenta el desgaste y las opciones de izquierda que irán por fuera. Las reglas escogida favorecen a la derecha, pero el reaglutinamiento permitirá competirle.