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De Hawái en el siglo XIX a Isla Navarino en el siglo XXI | Advierten factores que propiciarían propagación de la malaria en aves de zonas subantárticas

De Hawái en el siglo XIX a Isla Navarino en el siglo XXI | Advierten factores que propiciarían propagación de la malaria en aves de zonas subantárticas

En una reciente actividad organizada por el Centro Internacional Cabo de Hornos (CHIC, por su sigla en inglés), el especialista Andrew Gregory explicó que las cada vez más altas temperaturas debido al cambio climático, las lagunas construidas por castores y el aumento en el flujo de cruceros transoceánicos, permitirían la proliferación de este tipo de parásito en la zona austral, enfermedad que normalmente contraen aves migratorias provenientes de lugares como Colombia o Brasil. Un hecho similar ocurrió en los años 1800 en la mencionada isla estadounidense del Pacífico Sur.

El arribo de mosquitos con malaria aviar que desde el siglo XIX ha causado un severo daño a la avifauna endémica de Hawái, Estados Unidos, tiene en alerta a científicos como Andrew Gregory, quien advierte que en Isla Navarino, Chile, se podrían dar las condiciones propicias para la propagación y establecimiento de este parásito en aves locales debido a diversos factores que se han desencadenado en los últimos años.

Gregory, quien es ecólogo y genetista de fauna silvestre de la Universidad de North Texas, expuso estos detalles en el reciente “Taller Internacional de Epidemiología y Conservación: un enfoque proactivo de la malaria aviar desde la Reserva de la Biosfera de Cabo de Hornos”, organizado por el Centro Internacional Cabo de Hornos (CHIC, por su sigla en inglés). La instancia contó con la participación de diversas personalidades del área científica, académica y de servicios públicos como el Ministerio del Medio Ambiente, SAG, Conaf, Sernapesca y Delegación Presidencial Provincial de la Antártica Chilena.

“El foco del trabajo es observar cómo la confluencia de la cultura, el cambio climático y la biodiversidad de la vida silvestre se agrupa para impactar en el surgimiento de la malaria aviar en esta región y cuáles consecuencias ecológicas podrían tener”, menciona el profesional estadounidense.

Eso sí, llama a la calma a habitantes de la zona austral, ya que “no es un parásito que pueda sobrevivir en humanos, por lo que el humano no se debe preocupar de contraer malaria aviar cuando llega a Isla Navarino. Hoy en día, sólo tenemos que preocuparnos de las aves que puedan contraer la malaria aviar”, menciona.

Esta información coincide con lo dicho por otro expositor de la actividad, el biólogo, ornitólogo y académico asistente de la Universidad de Magallanes, Juan Rivero. “Los humanos tienen otro tipo de malaria, que es la malaria humana. Es un parásito evolutivamente relacionado con la malaria aviar, pero la malaria aviar sólo infecta a las aves. No existe posibilidad de que contagie a los humanos”.

“Estos parásitos lo que hacen es infectar los órganos, principalmente el hígado de las aves, y de ahí se expande al torrente circulatorio, donde infectan a los glóbulos rojos y blancos, y empiezan a alimentarse principalmente de la hemoglobina de los glóbulos rojos, que es lo que produce una anemia en las aves. Tiene los mismos efectos que lo que sucede en los humanos: produce anemia, fiebres, sobre todo a las aves jóvenes y a las especies susceptibles, que pueden incluso llegar a morir”, agrega Rivero. 

A continuación, les dejamos la entrevista que nos concedió Andrew Gregory tras la finalización de esta actividad realizada en enero pasado en el auditorio del Centro Subantártico Cabo de Hornos, en Puerto Williams, y que contó con la presencia de la delegada presidencial provincial de la Antártica Chilena, María Luisa Muñoz.

– ¿Han estado estudiando la posibilidad de malaria en aves e insectos en Isla Navarino?

“Sí, por lo menos durante los últimos dos años. Éste es nuestro tercer viaje de investigación. Hemos estado observando la presencia y prevalencia de malaria en las aves de esta región. También estamos atrapando insectos, tratando de identificar si alguno de los insectos que están en el área son un vector de malaria”.

– ¿Cuáles han sido los principales resultados?

“Hasta el momento hemos recolectado muchas muestras de aves e insectos. Realmente aún no hemos analizado las muestras de insectos, pero sí las de aves, y hemos hallado que numerosos individuos de chincoles tienen malaria. Lo interesante sobre esto, es que es un ave migratoria, es decir, es una de las aves que sale de Isla Navarino en otoño y vuela hacia los hotspots (zonas de alta presencia). Luego retorna acá, por lo que esa especie de ave, probablemente, sería una de las que traería la malaria aviar. Sería un vector de malaria desde los hotspots que hay en Colombia o Brasil, para traerlos hasta esta región. El año pasado descubrimos un ave con malaria que pudo haber sido recientemente nacido aquí”.

– En su exposición habló sobre la transmisión de malaria desde las aves migratorias, pero también advirtió respecto a un hecho ocurrido en el siglo XIX en Hawái y su relación con lo que podría suceder hoy en Isla Navarino. ¿Nos puede dar más detalles al respecto?

“Sí, gran pregunta. En 1890, los buques balleneros llegaron a los puertos de Hawái. Y esos buques tenían barriles con agua para estos navegantes que cruzaban el océano. En esos barriles con agua había larvas de mosquitos. Cuando llegaron a las islas de Hawái, esas larvas de mosquitos se introdujeron y se establecieron ahí. Esas larvas traían malaria. Así, las islas de Hawái tuvieron malaria y mosquitos, y, debido a que Hawái es una isla tropical muy cálida, fue un hábitat muy bueno para el engendramiento de mosquitos. Crecieron y fueron muy prolíficos, por lo que la malaria se propagó desde los mosquitos a las aves muy rápidamente. Es algo que ocurrió durante un tiempo prolongado, y que todavía está sucediendo. Incluso hoy no es un proceso completado, pero ha resultado en la pérdida de más de un 90 por ciento de la biodiversidad aviar, producto de la introducción de la malaria a esa isla.

Ahora, hay muchas similitudes entre lo que es hoy la isla Navarino y Hawái en los años 1800. Isla Navarino es un lugar muy aislado, con un ecosistema muy prístino. Es muy difícil llegar hasta acá, pero también ha tenido un entorno más frío, por lo que ha prevenido el establecimiento de mosquitos a la isla por un largo período de tiempo. También es ecológica y geológicamente muy joven, significando que han existido vertientes en áreas de baja altitud. Sin embargo, en los últimos 20 años han habido castores moviéndose hacia esas áreas y han represado algunas de esas vertientes, creando lagunas y pantanos para que se produzca el engendramiento de mosquitos. El clima se ha calentado levemente y, debido a esto, hemos cruzado al crítico punto de inflexión en el que, si hace unos años atrás era muy frío para que realmente se desarrollara y emergiera el mosquito en esta isla, ahora está suficientemente cálido para que puedan sobrevivir en gran cantidad. En este sentido, el ambiente generado tras las acciones de los castores y el cambio climático, ha cambiado ahora que en algunas áreas de Isla Navarino es más habitable para los mosquitos. 

En el transcurso de este mismo período hemos tenido cruceros que han navegado de un lado a otro por el canal Beagle, y a medida que el interés humano en estas áreas remotas se acrecienta, el número de cruceros ha aumentado. En la cubierta de esas embarcaciones hay plantas, flores, fuentes de agua y otras cosas para que la gente disfrute mientras estén viajando. Estos son buenos lugares para que mosquitos y larvas se escondan y naveguen hasta el canal Beagle. Este lugar (Puerto Williams) es uno de los últimos puertos donde pueden detenerse antes de realizar un largo cruce oceánico. De hecho, algunos cruceros anclan aquí por algunos días. Así, los mosquitos pueden salir, llegar a tierra y, cuando sucede eso, encuentran un ambiente habitable, un entorno acogedor para ellos, donde pueden establecerse. En los últimos seis años hemos tenido mosquitos en la isla, y con estos hechos, tenemos todos los componentes para que en Isla Navarino se permita el florecimiento de la malaria (aviar) en el ecosistema.

Pero, ¿cómo puede llegar a establecerse la malaria aviar aquí? Ésa es otra parte de la historia que es muy interesante. Aquí están las aves migratorias como el chincol, que viene de Colombia o Brasil, países donde la malaria está muy presente. En su invierno, estas aves vienen en el verano austral. Hoy, si contraen malaria allá, no hay chances de que se transmita desde éstas a algunas de las aves endémicas de acá. Pero ahora que hay mosquitos en la isla, hay posibilidades de que sean un potencial vector para la propagación de la malaria desde las aves migratorias a las residentes. Y si eso ocurre, si sigue el patrón de Hawái, veríamos un gran cambio en la funcionalidad del ecosistema y la diversidad de aves (en Isla Navarino)”.

– Algunas de las personas asistentes a este taller hablaron sobre cómo los humanos debieron interactuar cuando la pandemia de coronavirus comenzó. ¿Qué nos puede enseñar la malaria aviar ante una próxima pandemia?

“Es importante entender que la malaria es causada por un parásito, y el coronavirus es un virus, por lo que son diferentes. Ésa es una importante distinción que hacer, pero el mecanismo de transmisión y propagación dentro de la población es muy similar. Lo que aprendimos sobre nuestras propias pandemias y cómo debemos tratar con ellas al observar esta situación, es que podemos observar las tasas de transmisión y de propagación; observar las dinámicas de población que promueven la propagación de estos parásitos infecciosos versus los que no. Algunas especies de aves son más sociables. Interactúan entre ellas regularmente, y cuando sucede una situación como ésta, estas aves pueden tener un nivel de propagación más alto debido a que viven en relaciones más cercanas. Por el contrario, otras aves que tienen una naturaleza más solitaria, no la contraerían. Observando las historias de vida y cómo estas diferentes aves viven e interactúan entre ellas, nos ayudaría a entender dentro de nuestras propias poblaciones cómo las enfermedades se propagarían o no y los diferentes tipos de políticas pertinentes que necesitaríamos, y que nos ayudarían a limitar la propagación de estos agentes infecciosos cuando lleguen. También podemos observar cómo puede alterar el comportamiento reproductivo, hábitat o longevidad de las especies. Algunas especies sólo deben tratar con una infección que acorta su esperanza de vida, su rendimiento de reproducción y cambios de sus comportamientos. A los humanos nos gusta pensar que somos únicos y estamos fuera de ese círculo, pero realmente no lo estamos. Realmente estamos sujetos a las mismas leyes y regulaciones de la naturaleza, y es interesante observar en cómo estas poblaciones se reorganizarían entre ellas mismas ante la presencia de malaria aviar aquí. Nos daría el conocimiento en cómo los humanos van a responder ante estas pandemias también”.

– ¿Qué tan importante es tener un edificio como el Centro Subantártico Cabo de Hornos para estos estudios a futuro, incluso con todas las instituciones públicas involucradas, como la Delegación Antártica Chilena, SAG y Conaf? 

“Es muy importante. Teniendo esta maravillosas instalaciones aquí hace que muchas de las investigaciones sean posibles. También nos da un punto de inicio para realizar más investigaciones, traer infraestructura adicional y recursos de apoyo. Estamos trabajando en uno de los lugares más remotos de la Tierra. No se siente de esa manera porque estamos hablando sobre una edificación con electricidad, aire acondicionado e Internet de alta velocidad, y no hay que tomar eso por sentado. Estas dependencias nos permiten realizar investigaciones innovadoras para realmente avanzar en el conocimiento de vanguardia en un área remota. Esta área nos brinda un laboratorio exterior sin precedentes, para observar cómo era el mundo antes que los humanos realmente acapararan y convirtieran todo, dándonos una muy importante línea base de entendimiento. Yo vivo en Texas, y cuando medimos procesos ecológicos allá, estamos midiendo lo que ha sido perturbado, desordenado y cambiado durante cientos de años. Aquí tenemos diferentes líneas de base a trabajar, por lo que podemos entender mucho mejor” .

– Sería como una máquina del tiempo, en cierto sentido.

“Sí, lo es. En un sentido muy real. Me gusta contarle a la gente que estar en Isla Navarino hoy en día, es como estar en Hawái en 1891, cuando llegaron los buques balleneros. Realmente es una máquina del tiempo para mirar el tiempo hacia atrás, y nos permite observar los procesos que sabemos que ocurrieron en el pasado, donde somos capaces de analizarlos con métodos más modernos, por lo que podemos entenderlos mejor. Y si tenemos un mejor entendimiento, tendríamos posibilidad de entender mejor y mitigar los efectos de ello en el futuro. Y estas dependencias lo hacen posible de hacer”.

– Entonces, quizás la misión de las autoridades locales es trabajar en conjunto, especialmente frente a un cambio climático que está ocurriendo.

“Sí, el cambio climático está ocurriendo. Cambios están ocurriendo. Colaboración, cooperación, son los únicos caminos que nos harán transcurrir por todo esto en conjunto. Las cosas que están atrayendo a la gente para acá son los recursos naturales de este medio ambiente, por lo que todos nosotros tenemos la misma misión de cuidar la Tierra. Mantener estos recursos naturales y ser capaces de mantener el acceso y uso de estos recursos para lo mejor dentro de nosotros mismos, para nuestras niñas y niños. Algunas veces tenemos diferentes enfoques, diferentes ideas de cuál es la mejor vía para hacer algo, pero la meta es la misma, por lo que la colaboración, cooperación, necesita prevalecer. Creo que eso es algo que espero que este recinto disponga. Está destinado a hacer eso y creo que es una parte importante de ello”.